Durruty de Alba, científico y divulgador especializado en astronomía, recorrió en el Café Scientifique ITESO el amplio legado del estado en el milenario arte de observar el Universo.
POR ENRIQUE GONZÁLEZ

De revolutionibus orbium coelestium (Las revoluciones de las esferas celestes), está en Jalisco.

Conjunto pétreo en Cuautla, Jalisco, el pequeño Stonehenge mexicano

Conjunto pétreo en Cuautla, Jalisco, el pequeño Stonehenge mexicano

Tener uno de los escasos ejemplares (hay poco más de 200 en todo el planeta) de la primera edición del célebre libro escrito en el Siglo XVI por Nicolás Copérnico, padre de la astronomía, es uno de los principales motivos por los cuales el estado puede presumir de ser un hervidero de patrimonio astronómico a nivel Latinoamérica, tal como se expuso en la última sesión de 2016 del Café Scientifique ITESO, la noche del 6 de diciembre.

En la Casa ITESO Clavigero, el físico Durruty de Alba, uno de los investigadores y divulgadores más prolíficos del país, enlistó una serie de nombres, sitios y obras con alto valor astronómico y patrimonial que la entidad atesora desde tiempos prehistóricos, empezando por la versión jalisciense del mítico observador de Stonehenge: las piedras en el Cerro de Las Águilas, en Cuautla.

“En Jalisco somos muy afortunados. Prácticamente tuvimos evidencias o espacios desde que la humanidad es humanidad”, afirmó De Alba, quien explicó cómo uno de los monolitos de Cuautla está alineado con la montaña al fondo para formar una mirilla por la que sale el sol en los equinoccios.

“La humanidad siempre ha tenido la curiosidad por voltear y entender los fenómenos que ocurren en el cielo; los antiguos pobladores de lo que ahora es Jalisco compartían eso con los pobladores de las islas británicas”.

Lo que lamentó De Alba es que, al haberse roto el contexto arqueológico del lugar –al que la gente puede acceder– ya no se puede estudiar desde ese punto de vista. “Se perdió ese pedacito de patrimonio astronómico”.

Una ciudad apasionada por el Universo

Precisamente el jesuita Francisco Xavier Clavigero impartió clases de filosofía y teología en Guadalajara. En sus manuscritos, tres de los cuales se encuentran en la Biblioteca Pública del Estado Juan José Arreola (en Belenes), cuestionaba que los profesores no enseñaran la verdadera física. “¿Por temor al escarnio o por temor a los mayores?”

En aquel entonces, el libro de Copérnico estaba prohibido por el Papa y solo se podía tener uno si estaba previamente censurado por el Vaticano. El ejemplar de Guadalajara, único en América Latina, está libre de censura.

“¿Cuál era esa verdadera física? Pues no otra que el sistema copernicano, la física de Newton; hay un párrafo sobre el sistema copernicano y estamos hablando de mil setecientos sesenta y tantos y todavía estaba vigente la prohibición de enseñar el copernicanismo”, relató De Alba.

El físico Durruty de Alba

El físico Durruty de Alba

La multiplicación de institutos educativos y centros de investigación astronómica en la ciudad rápidamente dieron sus frutos, contó el físico de la UdeG.

“En Guadalajara se escriben y publican los primeros textos de enseñanza de astronomía y astrofísica del México independiente”.

De Alba enumeró espacios como el Observatorio Astronómico y Meteorológico del Estado de Jalisco (en el Antiguo Colegio de San Juan, luego Cine Variedades y hoy Laboratorio de Arte Variedades, Larva), inaugurado el 2 de abril de 1889; el Observatorio Astronómico de Guadalajara en la azotea de la casa del ingeniero Gabriel Castaños, donde se determinó la longitud de la ciudad y en 1882 se llevó a cabo una histórica observación del tránsito de Venus; el observatorio del Seminario del Señor San José (luego sede de la Decimoquinta Zona Militar y hoy Secretaría de Cultura estatal) o los orígenes del Instituto de Astronomía y Meteorología de la UdeG, de la mano del presbítero Severo Díaz Galindo.

“Es el único conjunto dedicado a la astronomía y la meteorología de finales del Siglo XIX que se conserva en el país”. Aunque ya no se puede observar la bóveda celeste desde ahí –la ciudad y la contaminación lumínica lo engulleron–, el instituto acumula más de 120 años de estadísticas meteorológicas.

¿Qué tiene este complejo ubicado sobre Avenida Vallarta, a unos pasos de los Arcos de Guadalajara? Su edificio principal, su auditorio, el “abrigo” del telescopio del anteojo meridiano, “una especie de reloj astronómico”, su “Observatorio popular” que funciona con un telescopio moderno, y su telescopio principal o de investigación, apuntó De Alba, autor de la investigación Patrimonio astronómico, un legado perdido, parte de los esfuerzos para proponerle a la Unesco para que reconozca esta categoría.

Se ha perdido mucho patrimonio en Jalisco, lamentó De Alba, pero añadió que todavía “tenemos muchas cosas que podemos rescatar, revalorar y difundir; patrimonio que no se conoce, se pierde”.

Esta sesión del Café Scientifique, proyecto impulsado por el Centro de Promoción Cultural del ITESO, fue realizada en coordinación con Diplomados ITESO y el Departamento de Matemáticas y Física, los cuales cerraban ese día sus diplomados dedicados a la astronomía y que en 2017 ofrecerán los de “Astrofísica de galaxias y cosmología” y “Mitología en el arte y la astronomía”.

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