Se presentó en el ITESO el falso documental ‘Escocia no es un banco’, un vistazo al fenómeno cultural de esta banda mexicana de punk caracterizada por hacer playback de grupos de los 80 y 90 y porque sus integrantes no sabían tocar ningún instrumento

El mundo del arte y la música siempre ha sido un caldo de cultivo para la experimentación y la ruptura de normas. Existen proyectos que logran sobresalir por su capacidad para desconcertar, provocar y captar la atención de distintas generaciones. Y uno de ellos es Los Nuevos Maevans, una banda de punk que comenzó casi como una broma entre amigos y que se convirtió en un fenómeno cultural dentro del circuito underground del México de principios de siglo.

El pasado 24 de agosto se presentó en el ITESO la película Escocia no es un banco (2022), un falso documental dirigido por Cristian Franco y Carlos Matzuo, que narra parte de la historia de este grupo y que se proyectó en el auditorio D1, ante una audiencia compuesta en su mayoría por estudiantes de las carreras de Arte y Creación y Comunicación y Artes Audiovisuales.

La cinta marca el capítulo final de un proyecto que comenzó en 2002 y que fue retomado en 2018, con la idea de hacer un documental que narrara los recuerdos del grupo y el camino recorrido para intentar reunir a sus integrantes para una gira que nunca se materializó. Fue hasta 2022 cuando el filme se convirtió en una realidad.

Después de la proyección tuvo lugar una charla moderada por Andrés Villa, coordinador del Sistema Universitario de Medios Audiovisuales del ITESO. El diálogo comenzó con la participación de Cristian Franco, uno de los dos directores. Más tarde, se unieron a la conversación, vía videoconferencia, Julián González y Guillermo Estrada, también integrantes de la banda.

La historia de Los Nuevos Maevans fue el tema principal en el diálogo. Cristian describió su origen como «accidentado, pero también inevitable». Sobre la formación del proyecto, dijo: «Se fue construyendo sobre la marcha, y creo que también se siente mucho eso en la película, que es un gesto de improvisación poderosa».

La esencia disruptiva de Los Nuevos Maevans se manifiesta en múltiples dimensiones. Para empezar, los integrantes originales del grupo admiten no tener habilidades instrumentales formales: «O sea, cuando éramos jóvenes, comenzamos a grabarnos con una cámara, haciendo como que tocábamos, pero nunca supimos tocar», reveló Cristian.

Esto ocasionó opiniones encontradas dentro del circuito musical mexicano: algunos críticos calificaron el proyecto como una especie de parodia insultante para los músicos profesionales. Por otra parte, generó una discusión enriquecedora en torno a las fronteras de la creatividad y la esencia del arte.

Franco destacó la importancia del proyecto como una entidad autónoma y de largo plazo: «Estaba muy consciente de que era un proyecto de largo plazo. Todo eso es autofinanciamiento, y eso es la verdad”.

No sólo es la musicalidad lo que distingue a este proyecto, sino también su estética visual, que se construyó a lo largo de los años como una expresión multifacética que dialoga con la música y crea una experiencia más envolvente. Las ilustraciones, los videos y la iconografía del grupo añaden otra capa de interpretación que contribuyó a su estatus como un fenómeno cultural más amplio.

Así, Los Nuevos Maevans no fueron simplemente una banda o un colectivo artístico, sino un fenómeno que puso de manifiesto las complejidades, desafíos y posibilidades de la escena underground mexicana. El grupo se convirtió en un espejo de las tensiones culturales y sociales que remoldean a México y quizás, más ampliamente, de la comprensión del arte y la música en la era digital: “Este proyecto sigue generando controversia y admiración en igual medida, confirmando que el arte, en su forma más provocativa, sigue siendo una herramienta poderosa para el diálogo y el cuestionamiento. Y en un mundo cada vez más homogéneo, proyectos como Los Nuevos Maevans nos recuerdan la importancia de mantener viva la capacidad para sorprendernos”.

Para Cristian Franco, la formación del proyecto fue una «bella y caótica necesidad» que evidencia la audacia y la improvisación características del documental. La premisa original de este grupo era una performance artística en la que la banda hacía playback en vivo, intentando que el público no se diera cuenta. Durante las actuaciones utilizaban una lista de temas de hardcore mexicano de los años 80 y 90 que no eran de su autoría. Los cambios drásticos en los ritmos y la calidad variable de las grabaciones digitales de viejos casetes añadían un nivel de absurdo al proyecto. El objetivo, dijo, era explorar la tensión entre lo auténtico y lo original, así como cuestionar los derechos de autor. Había personas que se percataban de la simulación y otras que no, y la agrupación tenía varios colaboradores que se convertían en cómplices para mantener la farsa.

Provenientes de la ciudad de Mexicali, Baja California, los integrantes del grupo aprovecharon su contexto local para darle una profundidad única a su trabajo. «Navegamos creativamente dentro de las restricciones de nuestro ambiente. La colectiva juega con nociones de lo verdadero y lo falso, cuestionando las certezas en la era digital».

Pese a los desafíos intrínsecos a su carácter experimental, como la inestabilidad financiera y la autogestión de sus actividades, el colectivo evolucionó y sorteó obstáculos como la pandemia: “El parón nos brindó la oportunidad de concentrarnos en un proyecto de archivo que explora la herencia musical y cultural en ciudades como Mexicali y Tecate”, explicó Franco.

La existencia de Los Nuevos Maevans se encuentra en un perpetuo equilibrio entre la realidad y la fantasía, donde las categorías de “auténtico” y “falso” son meros matices en un espectro de grises. En este terreno de ambigüedad, el grupo se manifiesta como un microcosmos de la actualidad

cultural y social, desafiando las ideas preconcebidas sobre la producción artística en una era hiperconectada.

Escocia no es un banco (2022), el falso documental, narra el viaje por las calles del recuerdo de Cristian Maevan, baterista de la banda Los Nuevos Maevans. Esta pieza fue selección oficial en Gira Ambulante, en el Festival de Nuevo Cine de Durango y en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), y obtuvo el Premio a Mejor Película Hecha en Jalisco dentro del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

FOTO: Zyan André