Especialistas nacionales e internacionales compartieron en el XV Simposium de Ingeniería Civil del ITESO, nuevas perspectivas a favor del medio ambiente y las ciudades.
“Usar electricidad para enfriar un edificio no tiene sentido, porque estás produciendo calor; cada kilowatt de electricidad se convertirá en calor”, explicó el doctor Marco Schmidt, del Instituto de Arquitectura de la Universidad Técnica de Berlín.
En lugar de eso y para ahorrar hasta el 100% de la energía que actualmente podría llegar a usar dicho edificio o una casa habitación, el germano propone enfriarlo utilizando agua de lluvia, un recurso cuya captación en México presenta décadas de retraso y que podría resultar sumamente útil para combatir el cambio climático.
“Si piensas en las emisiones [de CO2], estás pensando de manera lineal, pero la ecología es un proceso dinámico”, afirmó el especialista, quien dijo que a diario el planeta pierde 800 kilómetros cuadrados de vegetación.
Schmidt explicó que la mayoría de la lluvia se produce por el agua evaporada que producen los árboles, así que la tala desmedida de dicho recurso ocasiona que deje de llover y se erosione el suelo.
El investigador impartió el jueves 27 de marzo la conferencia “Sistemas de captación de agua pluvial”, invitado por el XV Simposium de Ingeniería Civil del ITESO y la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables.
“Antes hacíamos lo mismo con mucho menos”
“Ahora gastamos más, contaminamos más, tardamos más para movernos cuando antes hacíamos lo mismo con mucho menos”, lamentó Ulises Navarro, experto venezolano con más de 30 años en el área de la ingeniería civil del transporte público y tránsito urbano, mostrando su preocupación sobre el incremento desmesurado de los suburbios.
Invitado a la universidad por el XV Simposium de Ingeniería Civil del ITESO, Navarro ofreció el 27 de marzo sus conocimientos sobre la movilidad urbana, empleando ejemplos de ciudades latinoamericanas y estadounidenses.
A principios del siglo pasado, contó Navarro, los tranvías permitían desplazamientos más largos dentro de la ciudad; la gente se movía caminando y las ciudades tenían un radio de cinco kilómetros como máximo.
Poco después llegaría la revolución del automóvil y los largos desplazamientos se incrementaron, junto a la necesidad de movilidad de las personas. Las ciudades estaban a punto de cambiar radicalmente; necesitaban crear transporte público, multiplicar taxis, metros y autobuses que movieran a sus ciudadanos.
Con las ideas del arquitecto francés Le Corbusier en los años 30 surge el urbanismo moderno: se construyen grandes carreteras, se da paso a los suburbios y el automóvil consolida su influencia. Las ciudades crecen desmedidamente en torno a él y hoy, por ejemplo en la Ciudad de México, nadie se sorprende si tarda hasta tres horas en llegar a su trabajo.
Al ser México un país en desarrollo, dijo el doctor Navarro, sus grandes urbes no cuentan con el capital para erigir la infraestructura como otras ciudades del mundo, por lo que siguen sufriendo tiempos de traslado muy largos, sin olvidar la contaminación.
A pesar del uso de herramientas y sistemas tecnológicos, los congestionamientos viales aumentan. A decir del maestro en Movilidad Urbana, se requiere no lanzar a los más vulnerables hacia las periferias, sino integrarlos a la ciudad con proyectos de viviendas más incluyentes, con una visión conjunta de cómo queremos que sean nuestras ciudades. Textos Indira Mariscal/Judith Morán Foto Archivo