Los nuevos lineamientos del Sistema Educativo Nacional prohibirán la venta de alimentos ultraprocesados en las escuelas para promover entornos más saludables. Laura Arellano, nutrióloga del ITESO, celebra la medida como un avance en la lucha contra enfermedades crónicas y un impulso para recuperar la riqueza gastronómica tradicional
Para tener una mejor alimentación, es necesario, más que reducir el consumo de productos ultraprocesados, sustituirlos con alimentos saludables. Así lo mencionó Laura Arellano Gómez, académica del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO, en el marco de la próxima entrada en vigor del acuerdo los mediante el cual se establecen los Lineamientos generales a los que deberán sujetarse a la preparación, distribución y el expendio de los alimentos y bebidas preparados, procesados y a granel, así como el fomento de estilos de vida saludable en la alimentación, dentro de toda escuela del Sistema Educativo Nacional (SEN), el próximo 29 de marzo.
La nutrióloga e investigadora señaló que el problema no son en sí mismos la grasa, el sodio o el azúcar, pero sí lo son las altísimas concentraciones de éstos en ultraprocesados. “Por ejemplo, una palanqueta artesanal no va a tener ni de cerca lo que un Snicker en azúcares, grasa y sodio. No es sólo el nutrimento, es la composición completa del alimento”, dijo.
La académica afirmó que hay una relación ampliamente estudiada entre el consumo de alimentos ultraprocesados y aquellos con exceso de grasas, azúcares y sodio y un mayor riesgo a presentar estos problemas de salud.
Una dieta rica en este tipo de alimentos deviene en altos índices de grasa corporal, potencial disrupción endócrina y en la pérdida de microbiota intestinal; incluso hay evidencia de que el consumo de estos productos puede propiciar problemas a nivel mental y emocional, sin considerar los efectos que los empaques tienen en el ambiente.
En ese sentido, señaló que los nuevos lineamientos en la materia apuestan por sustituir los alimentos con cantidades excesivas de azúcares, grasas y sodio, además de aditivos como saborizantes, colorantes y conservadores y, en general, productos con bajo valor nutricional para promover que niños, niñas, y adolescentes se puedan desarrollar en un entorno saludable, que además permita que puedan ejercer su derecho a una alimentación sana.
Por ello, aplaudió que desde el Manual para personas que preparan, distribuyen y venden alimentos en las escuelas se hagan sugerencias de platillos y alimentos para vender en los planteles escolares, así como un calendario para conocer y aprovechar las temporadas de frutas y verduras.
La medida tiene el objetivo de promover hábitos alimenticios saludables en la población infantil y juvenil y será aplicable en todas las instituciones educativas de nivel básico, medio superior y superior del país. Esto implica que alimentos y bebidas industrializados o ultraprocesados y que contengan sellos o leyendas de advertencia no podrán seguir siendo comercializados al interior de las escuelas y universidades, para dar prioridad a productos naturales, locales y de temporada.
“Estos lineamientos son el resultado de una tarea muy ardua que ha hecho el sector de salud pública en el país. Tenemos cifras alarmantes de enfermedades crónico degenerativas y de dobles cargas de enfermedad”, compartió.
A decir de la catedrática, los nuevos lineamientos son congruentes con la mirada del ITESO, ya que se considera el cuidado a la persona, el cuidado al medio ambiente y el mayor bien común. En tanto, señaló que la apuesta desde el nuevo plan de estudios de la Licenciatura en Nutrición del ITESO es descentralizar la obesidad, el sobrepeso y otros padecimientos como los principales objetos de estudio de la profesión, y en cambio promover a la nutrición como una disciplina con injerencia en la promoción de estilos de vida saludables a través de soluciones alimenticias que mejoren la salud de las personas y cuiden el planeta.
La riqueza culinaria se pierde con los productos listos para consumir
Por otra parte, Laura Arellano consideró que esta coyuntura es oportunidad para rescatar alimentos tradicionales y regionales que se han perdido con la globalización de la alimentación.
“Estamos perdiendo nuestra identidad culinaria, ahora todas las dietas son iguales. Estamos habituados a los mismos sabores, texturas, ingredientes… Ya no comemos alegrías; preferimos una Coca Cola en vez de un tejuino u otra bebida tradicional”, mencionó.
En un contexto nacional en el que el consumo de frutas, verduras, leguminosas, cereales integrales, oleaginosas y agua simple va a la baja, mientras que embutidos, refrescos y leches saborizadas han aumentado considerablemente, “que podamos tener un espacio que no favorezca esta tendencia y que además ofrezca opciones saludables fomenta a que se tomen mejores decisiones alimentarias; se trata de promover espacios que generen salud”, mencionó la investigadora.
Asimismo, señaló que, si desde la infancia se logran instaurar hábitos alimenticios saludables, el pronóstico para mantener una buena salud en la adultez es muy alto.
