En 2011 se integró al equipo que se hace cargo de brindar acompañamiento psicoafectivo al estudiantado y al personal de la universidad y desde el 1 de octubre es su directora. Desde este nuevo encargo quiere trabajar con su equipo para «construir un sueño compartido» que permita brindar un mejor servicio a la comunidad universitaria.

Diana abre la puerta y sonríe. Adentro, sobre la mesilla hay cuadros y sobre el pequeño sillón, también. Recién pintaron las paredes y todavía no cuelga las pinturas de la que ahora es su nueva oficina: desde el pasado 1 de octubre Diana Aguiar Aguirre es la nueva directora del Centro de Acompañamiento y Estudios Juveniles (C-Juven) del ITESO y todavía se está instalando porque la transición llegó junto con la realización de la III Jornada de Salud Mental en la universidad. En medio de todo este huracán, asegura estar lista para realizar “un encargo del que yo tenía ganas desde hace varios años”, dice. Y sonríe. 

Diana Astrid Aguiar Aguirre es egresada de Psicología del ITESO. En 2005 comenzó a dar clases como maestra de asignatura y en 2008 dejó su currículum en el Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) porque quería incorporarse al equipo. En ese entonces, dice, no sabía que existía el C-Juven. Lo supo en 2011, cuando le llamaron para decirle que había una plaza disponible. “Yo dije, ¿qué es eso? Yo no conocía el Centro porque en mis tiempos no existía, nada más conocía el DPES”, cuenta y luego comparte que fue así como se integró al que describe como “el equipo de psicoterapeutas y docentes que les va a acompañar, al estudiantado y al personal, en el ámbito psicológico y emocional” 

¿Qué atienden en el C-Juven? Un abanico de opciones: pueden acompañar a las personas que estén enfrentando una situación familiar difícil, algún problema personal, estrés por la carga académica, crisis, duelos por separaciones, rupturas, despedidas. “Para todo lo que implique el corazoncito, todo lo que implique buscar el bienestar del alma, aquí estamos nosotros”, dice la directora del Centro. 

El trabajo no es poco. “Normalmente tenemos lista de espera”, cuenta la directora. Para ponerle números redondos, estima que cada semestre brindan acompañamiento a cerca de 300 personas, a quienes se les brindan entre dos y cinco sesiones de acompañamiento, según lo requiera cada caso. “Los más constantes son situaciones de ansiedad y estrés, relacionadas con la carga universitaria. También hay casos de falta de motivación por diferentes razones, ellos refieren que ‘perdieron la chispa’. Vienen quienes tienen problemas con los amigos, con la pareja, con los papás, personas que se sienten solas o que no logran adaptarse. Hay mucha variedad, pero eso es lo más frecuente”, explica Aguiar Aguirre. 

Con una trayectoria de casi 15 años en el equipo de C-Juven, la también académica dice que entre las y los jóvenes “cada vez es más frecuente la pérdida del sentido de la vida, y vimos un incremento después de la pandemia; hay dificultades para relacionarse, porque muchas personas se acostumbraron a no interactuar tanto o a hacerlo a través de las pantallas”. A estas situaciones se agregan otras que ya existían pero han incrementado y ahora tienen nombre: la procrastinación, el sobrepensar las cosas y el fomo, entendido como el miedo a no ser parte de algo de lo que la mayoría participa. “Son palabras que están muy presentes en las y los chicos”, menciona Aguiar. 

A todo esto se suma otro síntoma de los tiempos: el autodiagnóstico. Por eso, al comenzar con el trabajo, lo primero es indagar para saber si lo que refieren las personas consultantes ha sido diagnosticado por un especialista o es una conclusión sacada a partir de una contenido de internet. Y lo segundo es dejarlo un poco de lado. “No nos centramos en el diagnóstico, sino en conocer a la persona, escucharla. Ayudarla a ver más allá del diagnóstico. Sí, puede tener conductas de TOC [trastorno obsesivo compulsivo], pero no toda su persona se define por el TOC. Buscamos ayudar a la persona a poner todos los matices que no se pueden poner desde una red social”. Y todo esto, con una perspectiva ignaciana. “La pedagogía ignaciana tiene que ver con acompañar, estar con el otro, confiar en que la otra persona va a desbloquear aquello que se le va atorando para ser libre y transformar, como dice nuestro lema”. En este acompañamiento, el C-Juven trabaja en conjunto con otras áreas de la universidad, como el Centro Universitario Ignaciano (CUI) y el Centro de Educación Física y Salud ITESO (CEFSI), así como con las y los coordinadores de los programas de estudio, que muchas veces son las primeras personas que detectan las situaciones que atraviesa el estudiantado.  

Además de la licenciatura en Psicología, Diana Aguiar también cuenta con una maestría en Psicoterapia Psicoanalítica con Adolescentes y Adultos. Antes de integrarse al C-Juven, trabajó en su consultorio particular, en el Instituto de Ciencias y en el área de Neurociencias en Investigación Psicológica de la Universidad de Guadalajara. 

Al hablar de su nuevo encargo, Diana Aguiar, dice sentirse “muy contenta, muy emocionada y también un poquito nerviosa”. Señala que su intención es darle continuidad al trabajo que había venido realizando su predecesora, Patricia Villarreal, sobre todo en aquel que tenía por objetivo dar más difusión entre la comunidad al trabajo que realiza el C-Juven. Otro aspecto importante es lograr caminar con su equipo en procesos de discernimiento para separar lo prioritario de lo que no lo es, y mejorar así la atención que se brinda. 

De cara a los próximos cuatro años, que es el tiempo que dura el encargo, la directora de C-Juven está platicando con su equipo para conocer, ahora como directora, las necesidades que tienen. “Quiero que el trabajo que realizamos sea un sueño compartido. Quiero que quienes integran el equipo vengan contentos a trabajar y que eso se transmita a las personas que acompañamos”, concluye Diana Aguiar Aguirre. Y sonríe. 

 

FOTO: Luis Ponciano