Con motivo del décimo aniversario del Centro de Investigación y Acción Social por la Paz (CIAS), académicos reflexionaron sobre el origen del proyecto, sus aportes teóricos y metodológicos, así como los desafíos que enfrenta actualmente en la búsqueda de la paz en México

La creación del Centro de Investigación y Acción Social por la Paz (CIAS), fue una respuesta directa a la profunda crisis de violencia que afecta al país. Episodios como la masacre de San Fernando, Tamaulipas, y el atentado en Morelia, Michoacán, en 2008, fueron detonantes que llevaron a la Compañía de Jesús a intervenir activamente en las regiones donde tiene presencia, con el objetivo de contribuir a la reconstrucción del tejido social.

“También porque se evidenciaba una incapacidad del Estado para hacer frente a la situación”, señaló Gabriel Mendoza, académico del Departamento de Ciencias Sociales de la IBERO Puebla, y cofundador del centro, durante la conferencia “CIAS por la Paz. 10 años tejiendo saberes para el Buen Vivir”, llevada a cabo en el ITESO. Durante la actividad se hizo un recuento de la historia y de las principales aportaciones de la organización en el análisis, la mejora y la reconstrucción de la paz.

La labor del centro consiste en desarrollar soluciones a través del análisis y la investigación del contexto. Desde el estudio de las dinámicas que perpetúan los ciclos de violencia, hasta la identificación de las fracturas sociales, ha buscado comprender cómo viven las comunidades esta realidad para diseñar metodologías de intervención desde lo local.

“La reconstrucción del tejido social puede y debe hacerse desde abajo. La paz se construye con la gente, desde las comunidades, porque ya hemos presenciado numerosos intentos de políticas de seguridad que apuestan por la militarización y la mano dura, sin que hayan demostrado resultados claros ni sostenibles”, mencionó Mendoza.

Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran el Reconstrucción del Tejido Social, Una apuesta por la Paz, que plantea la reconstrucción de la paz desde el “buen convivir”; Policía Municipal y Organización Comunitaria: Un desafío para la Paz, que analiza modelos de seguridad comunitaria y la relación entre ciudadanía y las autoridades; y Diez modelos de buen gobierno, que analiza prácticas gubernamentales que han logrado disminuir la violencia en sus territorios. Del mismo modo han generado espacios como diplomados y talleres que funcionan como un punto de encuentro para compartir y enriquecer esta información.

Si bien su trabajo se sustenta en una sólida base teórica, también generan proyectos de incidencia social en los que ponen en práctica estos estudios. “La propuesta establecía, desde un inicio, una continuidad entre lo académico, lo profesional y lo investigativo, articulado con el trabajo de transformación de las realidades sociales, políticas, económicas y culturales” , dijo Noemí Gómez, profesora numeraria del ITESO.

Jorge González, SJ, director Ejecutivo del Diálogo Nacional por la Paz, recalcó que la reconstrucción del tejido social no puede ser posible si no hay una disminución de la violencia. El sutil control del narcotráfico en el territorio, la atención al trauma colectivo, el deterioro de los micronegocios y la crisis climática son sólo algunos de los grandes retos y que deben ser abordados desde estrategias vinculantes e integrales.

FOTO: Luis Ponciano