Por Diana Alonso
Fue en Kosovo, frente a un grupo de mujeres tejedoras, donde Sofía Bautista comprendió que hay sucesos tan dolorosos que solo pueden ser nombrados a través del trabajo sutil del hilo y el gancho, mediante el arte.
La Guerra de Kosovo (1998-1999), provocó el desplazamiento de aproximadamente 1.2 millones de personas, así como la muerte de 13 mil 500 y alrededor de mil 800 desaparecidos, en su mayoría jóvenes. Los crímenes de lesa humanidad cometidos durante este conflicto étnico y las Guerras Yugoslavas dejaron una herida que continúa abierta en la sociedad.
“Para ellas, cada servilleta es una historia de guerra. También es una forma de construir memoria histórica, porque el conflicto lo escribe quien gana o quien queda. Ellas lo procesan a través de su arte, como murales, tejidos y pinturas”, dijo Bautista, egresada de la Licenciatura en Derecho, quien fue seleccionada por la Universidad de Artes Aplicadas de Viena (Universität für angewandte Kunst Wien, conocida como dieAngewandte) para realizar un traineeship en el posgrado Vienna Master of Arts in Applied Human Rights. El viaje a la República de Kosovo fue un trabajo de campo para explorar los retos que enfrenta una sociedad después de una guerra.
Este programa aborda los derechos humanos desde una perspectiva interdisciplinaria. Integra áreas como las artes, ciencias políticas, cultura y acción social. Gracias a ello, pudo acercarse y dialogar con entidades como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), así como con organizaciones civiles e iniciativas juveniles. Estas experiencias le permitieron profundizar en los procesos de reconstrucción social tras la guerra, así como el desarrollo de las infancias después del conflicto.
“El arte es una forma de volver a poner en sus manos el control de la narrativa de lo que les sucedió […]. Las mujeres suelen ser quienes se quedan atrás en los conflictos”, dijo. Mencionó que estas expresiones también pueden ser un apoyo para que los procesos de reparación y justicia sean menos revictimizantes a la hora de buscar una declaración. Un tejido se convierte en un testimonio.
Justo antes de viajar a Viena, concluyó la Maestría en Derecho Internacional Europeo con especialización en Derechos Humanos y Migración de la Universidad Radboud de Nimega, en la que obtuvo una beca completa. Su primer acercamiento a los temas de conflicto fue a través de su tesis Guerra contra las mujeres: La violencia de género como táctica de guerra, un análisis de la guerra en la República Democrática del Congo y la crisis de feminicidios en México, con la que se sub especializó en Derecho Humanitario. Esta investigación comparativa propone que la actual situación en México tiene los elementos suficientes para considerarlo de carácter internacional y cómo las acciones por parte de diversas entidades han sido insuficientes para frenar la crisis de violencia en el país. “Claro que es un es un tema que involucra al mundo, pero si lo calificas así, significa que tienes que hacer algo al respecto”, señaló.
En medio de los grandes conflictos, donde el hambre, la violencia, la enfermedad y la muerte se propagan, el derecho a vivir el arte suele pasar desapercibido. “Tener derechos significa contar con lo esencial, con aquello que preserva la dignidad humana […]. Tienes derecho a la libertad de expresión, al libre desarrollo de la personalidad”, afirmó, subrayando su importancia. Explicó que, por esta razón, y a pesar de que el arte ha sido históricamente un medio para procesar y resistir las violencias existe muy poca información académica al respecto, por lo que le gustaría contribuir al desarrollo de esta área.
A los 19 años se convirtió en la primera estudiante latinoamericana en obtener la Certificación Internacional en Litigio Estratégico en Derechos Humanos, que le dio la oportunidad de visitar la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta experiencia le brindó una nueva perspectiva y reforzó su convicción de que la dignidad, el desarrollo y bienestar de las personas son lo más importante.
FOTO: Zyan André