Por Diana Alonso
«Sal de la nube», fue el panel de discusión celebrado el pasado 7 de mayo organizado por el programa de Prevención de Conductas Adictivas y Autocuidado Universitario (Me cuido ITESO), que reunió a tres especialistas con el propósito de brindar a la comunidad universitaria herramientas clave para la toma de decisiones informadas sobre el consumo de nicotina, ya sea mediante cigarros o través de vapeadores.
Cuando se habla de la “nube”, no sólo se alude al humo exhalado que rodea a una persona fumadora. Es una neblina densa que difumina las alternativas y la percepción del impacto negativo que la nicotina tiene en las personas consumidoras y en las cercanas a ellas. “Para que ustedes puedan salir de la nube realmente se necesita desenmascarar todas las tácticas que ha generado la industria tabacalera desde hace muchos años”, mencionó la doctora Nora Enríquez de los Centros de Integración Juvenil (CIJ).
Explicó que en México el consumo inicia a una edad temprana y que, cuanto antes se comience, mayor es la dificultad para enfrentar y superar la adicción. Desde hace más seis años que el país no cuenta con una estadística nacional sobre el uso de sustancias legales e ilegales. Según la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017, más de la mitad iniciaron a los 17 años o menos. Enríquez indicó que los jóvenes son la población más vulnerable ante las estrategias publicitarias de esta industria.
«Una persona inicia por factores psicológicos que el tabaco promete solucionar. Un ejemplo es el sentirse adelantado a la adultez […], a lo largo de mi trabajo en los CIJ, créanme, me ha sido más fácil tratar a pacientes consumidores de heroína que a pacientes consumidores de tabaco«, añadió.
El síndrome de abstinencia se manifiesta aproximadamente cada dos horas, lo que genera una necesidad recurrente. Tras una breve inhalación, la sensación de alivio se percibe en sólo siete segundos, el tiempo que tarda la nicotina en ingresar al cerebro. Esta sustancia provoca una dependencia tanto psicológica como física lo que dificulta sus tratamientos, que van desde terapias de reemplazo de nicotina (chicles o parche con dosis bajas), hasta terapia cognitiva conductual.
Gustavo Magaña, psicólogo clínico con más de ocho años de labor en tratamiento y prevención del consumo de sustancias, explicó que debido a los diversos factores que consolidan la adicción, es recomendable buscar atención profesional, como sucede con la mayoría de las enfermedades. «Se inicia con voluntad, pero se necesita de ese acompañamiento […], dejar de fumar es un proceso dinámico que requiere pequeños cambios, logros y esfuerzos con el objetivo de erradicar esta conducta», dijo Magaña.
Recordar al paciente que las recaídas forman parte del proceso, facilitar la reconstrucción de sus creencias en torno al consumo y orientar el desarrollo de habilidades socioemocionales son algunas de las acciones fundamentales que ofrece el acompañamiento terapéutico. Magaña también destacó la importancia de la participación de diversas instituciones, especialmente en la creación y promoción de espacios libres de humo, un apoyo significativo para las personas en rehabilitación, al reducir su exposición al humo.
La reforma de 2023 a la Ley General para el Control del Tabaco estableció la implementación de espacios 100% libres de humo y emisiones, es decir, cualquier sustancia generada por el consumo de nicotina, incluidos los vapes. Esto determinó que las áreas para fumadores deberán encontrarse a una distancia de diez metros de edificaciones y concentraciones de personas, con el fin de garantizar el derecho a la salud a las personas no fumadoras.
María Gómez, psicóloga clínica del Consejo Estatal de Salud Mental y Adicciones (CESMA), explicó que a pesar de la distancia establecida las personas aún se ven afectadas por el humo de segunda mano. “Hay siete mil sustancias tóxicas en el tabaco. Estas se convierten en moléculas durante la combustión y pueden transportarse en nuestras vellosidades […], o simplemente en nuestra ropa. Entonces, al tener contacto con otra persona, pueden ser transmitidas”, dijo.
La mayoría de los vapeadores o vapes mencionan únicamente tres componentes: glicerina, propilenglicol y saborizante, considerados inocuos. Sin embargo, omiten la presencia de aproximadamente 73 sustancias en el cartucho previas a la combustión y más de 160 después de esta, entre las cuales se encuentran compuestos del grupo BTX: benceno, tolueno y xileno, cancerígenos. El pasado 17 de enero, el Diario Oficial de la Federación publicó una reforma que prohíbe su producción, distribución y venta.
Si bien las estrategias punitivas pueden parecer efectivas a primera vista Gómez resaltó: “Estamos convencidos de que el acercamiento amigable, el acercamiento amable a través de la sensibilización, genera procesos de cambio”.
FOTO: Zyan André