Concebir una sociedad más justa es replantear todos los procesos que la conforman. Sus procesos de democracia, de acceso a la justicia, de salud y de educación.
Otras formas de aprender y de impartir conocimiento son necesarias para los retos futuros, y por ello, el ITESO abre la Maestría en Educación y Convivencia, para aportar desde su frente nuevas formas de concebir la educación.
Liliana García Ruvalcaba, doctora en Educación por el ITESO y profesora titular, es la coordinadora de la maestría, y coordinadora docente del Núcleo de Aprendizaje, Sujeto y Convivencia de la Licenciatura en Ciencias de la Educación.
El antecedente de la creación de este posgrado sucede en 2015, cuando se fusionaron dos departamentos para formar el Departamento de Psicología, Educación y Salud, y se preguntaron cómo aprovechar el enriquecimiento de los recursos y conocimientos para fortalecer las ofertas educativas.
“Lo que hicimos fue analizar problemáticas en el terreno educativo y contrastar nuestros saberes como departamento para poder incidir en ellas. Fue un ejercicio de reflexión, de qué sabemos, dónde podemos aportar y, por otro lado, qué es lo que, en este contexto histórico está resultando más relevante y necesario de atender”.
El ITESO tiene décadas trabajando en propuestas formativas que den respuesta a problemas y necesidades del contexto social, local, regional y nacional; era natural pensar también en cómo se propaga ese conocimiento y cómo puede hacerse mejor.
“Tenemos que reconocer la fragmentación social, estas crisis que vienen con la exacerbación del individualismo, lo material, de las violencias en todos los ámbitos de la vida –incluidos en el educativo, donde se supone que tendríamos que encontrar espacios de socialización y desarrollo”.
Estas problemáticas persistentes tienen que ver, entre muchas otras cosas, con una baja calidad educativa y un rezago de décadas en los procesos de aprendizaje en este país. No solo la inequidad y la falta de acceso, dice la académica: también los procesos de aprendizaje que perpetúan estas divisiones.
Por eso, la Maestría en Educación y Convivencia pretende formar profesionales que le den la vuelta al campo del aprendizaje convivencial; que diseñen proyectos socioeducativos participativos que, además de mejorar la calidad del aprendizaje, contribuyan al desarrollo de la capacidad de agencia de las personas y transformen las prácticas educativas.
“Es la apuesta jesuita por pensar en la justicia social desde cualquier frente y en el desarrollo del ser humano y su comunidad: a través de la formación educativa, podemos incidir en una sociedad más justa y humana”.
Esta maestría, que comienza en el periodo de Otoño 2021, es para quienes trabajan en el ámbito de educación en instituciones públicas o privadas, y quieren gestionar o asesorar proyectos para la mejora de los procesos de aprendizaje convivencial.
Pero también es para cualquier persona que, en su ámbito profesional o trabajo social, quiere favorecer las relaciones igualitarias y reconoce que todos tienen algo por aprender y enseñar.
En ese sentido, la maestría es tanto para educadores, profesores o miembros de una institución que diseña procesos de aprendizaje, no importa si es una escuela, universidad, o comunidad de aprendizaje diverso, fuera de los parámetros formales escolarizados, una ONG, una empresa o un programa de colaboración barrial.
“Creemos que los procesos de aprendizaje no son exclusivos de un sector, no solo de las escuelas: en las organizaciones y empresas también hay procesos de aprendizaje, y no solo en un departamento de capacitación, sino que quien está a cargo de un equipo o de impulsar el desarrollo en una comunidad, está trabajando con procesos socioeducativos”.
Ver las problemáticas en la educación es también ver las soluciones, las ofertas presentes, y saber qué diferenciador puede ofrecer el ITESO, comenta Liliana García.
En la cotidianidad del proceso de aprender se experimentan formas de relación con el otro distintas. Mientras se aprende –sean conocimientos académicos, disciplinares, profesionales–, se promueve una forma de relación.
“Queremos promover una forma de aprender que implique el respeto al otro, procesos de colaboración y participación democrática, relaciones más pacíficas, más de construcción y cuidado del otro. Están en una intersección permanente: un aprendizaje de modo convivencial, y este es el diferenciador importante de esta maestría”.
La dimensión socioemocional en un proceso de aprendizaje es vital, y está incluida en la oferta académica: entender que las emociones y el contexto social son relevantes en el ámbito educativo, y estas propuestas de enseñanza deben integrarse junto con la excelencia académica.
“La dimensión socioemocional no es solo una tarea y responsabilidad individual: es una atención y cuidado colectivo”, afirma la coordinadora de la maestría. “No son paquetes que agregar en un currículum educativo, sino una dimensión siempre presente, cuidada y favorecida, porque no se aprende de otro modo. No dejamos en casa lo emocional y nos vamos a la escuela a aprender lo estrictamente cognitivo. Aprendemos con todo, y ese todo hay que atender”.
El mezclar la convivencia con los procesos educativos implica transformar la forma jerárquica y tradicional de enseñar. La maestría propone una mirada distinta. “Los procesos de aprendizaje implican una participación y relevancia de todos los involucrados: concebimos un aprendizaje más horizontal, donde todos tenemos voz y algo que aportar, algo que decir con relación a aquello que estamos aprendiendo”.
Por eso, esta maestría empuja que la forma en la que se diseñen los proyectos educativos y se valoren los resultados impliquen metodologías participativas: que junto con los actores involucrados en un proyecto, se definan los problemas, se planteen las necesidades y caminos de solución, y se valore qué trajo como consecuencia. Que sean las propias comunidades y los propios aprendices quienes generen la autonomía.
La experiencia del cuerpo académico que conforma esta maestría también aporta con recursos de otros departamentos que han colaborado en temáticas particulares del programa.
“Tenemos la perspectiva de género, de las tecnologías para el aprendizaje convivencial, de derechos humanos y paz; todos estos saberes tienen que ver con esta red de conocimiento de la planta académica del departamento. Y algo que también nos distingue es esta red que va más allá del ITESO: el pertenecer a las universidades que son parte del Sistema Universitario Jesuita, con quienes hacemos sinergias”.
La Maestría en Educación y Convivencia ya tiene inscripciones abiertas, en modo presencial o en línea. Para más información, visita posgrados.iteso.mx/maestria-educacion-convivencia, o escribe a posgrados@iteso.mx.

Ella es la Dra. Liliana García Ruvalcaba, profesora titular y coordinadora de la maestría.