Jerónimo Pruijn van Engelen, del Símbolo de Pequeños Productores, participó en las Jornadas de Comercio Justo de la Universidad. Afirma que este modelo debe dejar a un lado los paternalismos y ser autosustentable.
Aunque muchos lo meten en el mismo costal junto con el mercado alternativo o la economía solidaria —y muchos otros piensan que todos son lo mismo—, lo cierto es que el comercio justo va más allá. Así lo refiere Jerónimo Pruijn van Engelen, quien explica que, “el comercio justo busca mejorar los beneficios del comercio social y solidario, que a veces es demasiado pequeño para tener un impacto para los productores”.
El representante de la organización Símbolo de Pequeños Productores (SPP) estuvo de visita en el ITESO para participar en las Jornadas de Comercio Justo, donde sostuvo una charla en la que contó el trabajo que realizan desde esta organización para impulsar y promover certificaciones de comercio justo entre pequeños productores de distintos países.
Con más de dos décadas de experiencia impulsando y promoviendo el comercio justo, Jerónimo Pruijn explica que este modelo tuvo un auge en México a finales de los años noventa, pero señala que el concepto de lo que es comercio justo quedó muy abierto, algo que puede generar confusión y, en algunos casos, incluso abusos.
“¿Quién determina qué es o no comercio justo? Es importante tener un control para que el concepto no sea tan abierto, tan voluble”, dice Pruijn. Y, para que un modelo pueda enmarcarse dentro de este concepto, debe cumplir algunos requisitos.
“Que provenga de organizaciones democráticas de pequeños productores que sean autogestivos y que los precios que se pagan sirvan para por lo menos cubrir los costos del productor. Eso sería lo básico. Además, está el tema de fomentar la producción ecológica y que los productores puedan acceder a prefinanciamientos para que tengan garantías. Esas serían las básicas para mí”.
Símbolo de Pequeños Productores es una organización a nivel internacional que realiza procesos de certificación. Actualmente trabaja con 128 organizaciones de 24 países en América Latina, África y Asia; 15 son de México. Van Hengelen explica que actualmente no tienen una oficina en el país, pero que ya está en los planes tener una presencia. “Queremos abrir este espacio en México para difundir el concepto, generar mercado y aprovechar el potencial”.
Señala que muchas veces el proceso de certificación genera preocupación entre los productores porque implica una inversión y hay quienes consideran que el gasto de la certificación resulta oneroso”. Por esta razón, añade, es fundamental “que el modelo de comercio justo no caiga en prácticas paternalistas, sino que sea autosustentable y represente un fortalecimiento de las capacidades de los productores y las comunidades, que se fomente la organización social”.
Respecto a las Jornadas de Comercio Justo que organiza el ITESO, Jerónimo Pruijn señala que son importantes ya que permiten que los estudiantes “se involucren, conozcan, vean las prácticas de estas organizaciones y ayuda a que el enfoque empresarial de las personas que egresan tenga una perspectiva social, no sólo de beneficio personal. La búsqueda del beneficio personal es válida, pero qué mejor que haya un beneficio para la sociedad y la colectividad. Más vale que todo el mundo viva bien moderadamente, y no que unos vivan muy bien y otros, muy jodidos”.