Mark Tewdwr-Jones y Julio Dávila, investigadores y académicos de universidades inglesas especializados en planeación urbana y desarrollo sustentable, dictaron sendas conferencias durante la Cátedra Unesco-ITESO.

La falta de políticas públicas claras para el uso del suelo, que respondan a una tarea de planeación por parte de distintos sectores de los gobiernos, provocará que en las grandes urbes la población enfrente problemas de índole social y de bienestar público, entre ellos una excesiva sobrepoblación, enfermedades por contacto humano, falta de alimentos y conflictos de movilidad –tal como lo hemos visto en decenas de películas futuristas–, vaticinó Mark Tewdwr-Jones, profesor de planeación urbana y miembro de la Unidad de Investigación Urbana Global de la Universidad de Newcastle.

“¿Las soluciones las buscamos ahora o esperaremos a que haga falta agua para empezar a tomar decisiones?”, se preguntó el británico en el Auditorio Pedro Arrupe, SJ, en el marco de la Cátedra Unesco-ITESO en Gestión del Hábitat y Desarrollo Socialmente Sustentable, donde dictó la conferencia “Land of promise”, basada en una investigación que realizó en el Reino Unido sobre las políticas de uso del suelo, el uso futuro del mismo y los problemas que padecerá la población mundial en los próximos años.

El investigador señaló que es necesario que los problemas de las grandes urbes sean resueltos en red, con intervención de los distintos sectores productivos, los gobiernos y los ciudadanos. Agregó que hay políticos que evitan hacer estudios a largo plazo y buscan supuestas soluciones inmediatas que con el paso de los años no son una solución real. “A veces se toman decisiones rápidas; el proceso de toma de decisiones es lento si lo queremos hacer más democrático”.

El especialista en temas de política urbana y planeación colaborativa, explicó algunos de los inconvenientes que se viven en la ciudad de Londres, la más grande del Reino Unido, con una población de más 8 millones de personas: la falta de espacio para construir casas; el crecimiento de la zona urbana hacia la periferia, lo cual conlleva que gran parte de la población se traslade en su automóvil o en trenes durante dos horas desde sus hogares hacia los lugares de trabajo y viceversa; la falta de áreas de recreación; el congestionamiento vial por el exceso de automotores y el enfrentamiento constante de automovilistas contra el creciente número de usuarios de bicicleta, pues están inconformes con que los ciclistas ocupen carriles en las calles y no paguen impuestos, como sí lo hacen quienes tienen coche.

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Durante su charla, abundó sobre las consecuencias que hay en el mundo por el aumento acelerado de la población y la creciente preocupación por satisfacer sus necesidades más básicas, como agua y alimentos.

“¿Cuánta tierra necesitamos? Estamos explotando los recursos tres veces más de lo que se pueden utilizar. Los países seguirán siendo del mismo tamaño, ¿cómo vamos hacer para cubrir nuestras necesidades? Ahora China está comprando tierras en África para cultivar alimentos y así alimentar a su población en el futuro, porque les hace falta tierra”, mencionó el académico, quien puso foco en el hecho de que gobernantes de otras naciones suelen estar más interesados en sus investigaciones que los de su propio país.

“En el Reino Unido el 90% de la población vive en urbes. Se piensa que es bueno que todas las personas vivan apiñonadas en una ciudad. Londres es un caos, todos quieren usar el metro, pero ya está congestionado. Es una ciudad con un mayor número de migrantes cada día. ¿Cuántas escuelas, cuántos parques, cuántas casas se necesitarán construir para atender a todos los que llegan a vivir?”

La importancia de la movilidad va más allá del transporte público

La movilidad cumple con una función social que va más allá de contar con un sistema de transporte masivo eficiente, afirmó el jueves 29 de agosto en el campus ITESO Julio Dávila, profesor de políticas urbanas y desarrollo internacional y director de la Development Planning Unit del University College de Londres.

Dávila impartió en el mismo Arrupe la conferencia “Intervenciones innovadoras en la promoción del urbanismo social”, como invitado del sexto Seminario Internacional de la cátedra.

“La inmovilidad está muy asociada a los estratos socioeconómicos. Solamente las clases muy adineradas pueden darse el lujo de ser inmóviles, porque todo les llega. En el otro extremo están los muy pobres que viven, sobre todo, en zonas periféricas, son pobres, en parte, porque son inmóviles, pero la inmovilidad los lleva a ahondar esa pobreza. Si uno no tiene suficiente dinero, suficientes recursos para moverse y vender su fuerza de trabajo, que es lo mínimo que uno puede vender, eso ahonda su pobreza y se convierte en un círculo vicioso terrible”, explicó el académico originario de Colombia.

Cátedra Unesco-ITESO

“Entonces la movilidad va más allá de simplemente verla como un sistema de transporte masivo eficiente. Hay que empezar a verlo en términos de la función social que tiene. La inmovilidad o la movilidad limitada, limita la participación de los individuos en la vida pública y convierte la marginalización social en una exclusión más profunda”.

En la conferencia se planteó como un ejemplo de “urbanismo social” el Metrocable en Medellín, Colombia, lo que el experto calificó de caso de innovación tecnológica y conjunción política que ayudó a visibilizar y atender la situación de precariedad y marginación que se vivía en varias zonas del municipio.

Allí, con una inversión de 24 millones de dólares, más otros 225 millones de dólares en infraestructura social, fueron instaladas en 2004 dos líneas de Metrocable, un sistema de transporte masivo por vía aérea que se ha convertido en un atractivo turístico, además de que, de acuerdo con el investigador, ha permitido una mayor integración física y simbólica entre los habitantes e incluso redujo la violencia en una zona con alto nivel de pandillerismo.

Para conocer el estudio completo en el que participó el académico, puedes ingresar al sitio www.bartlett.ucl.ac.uk/dpu/metrocables. Textos Fabián Ramírez/Laura Rodríguez Fotos Luis Ponciano