La pintura sin título del muralista Antonio Ramírez, hecha en 2001 por encargo del exrector David Fernández, SJ, está ahora expuesta en su nuevo hogar, el Ágora de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ
Lo que al pintor y muralista Antonio Ramírez (Ciudad de México, 1944) le gustaría, cuando los integrantes de la comunidad universitaria lleguen al Ágora de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, y encuentren su cuadro, es que se sientan limpios y descargados de estrés, que experimenten placer al ver las pinceladas y trazos, que salgan con el ánimo arriba.
“Cada persona es muy diferente a la otra, entonces a alguien le va a encontrar aprecio al fragmento del cielo, otro a la escena erótica… Pero me gustaría que salieran a gusto, como cuando uno va a un museo y ve obras maestras: es un alimento espiritual”, afirma en entrevista el pintor acerca de su cuadro, que ya se encuentra exhibido en su nuevo hogar, luego de un mes como parte de la exposición Anverso/Reverso en la Galería Universitaria del ITESO.
Brenda Valdés Rosas, coordinadora de Recursos Educativos y Expositivos del Centro de Promoción Cultural del ITESO, explica que el sitio en el que estará la obra —el muro del fondo del Ágora de la Biblioteca— es uno de los más adecuados: “Los temas representados en ese cuadro son de interés para la comunidad universitaria, se pueden prestar para verlos o dialogarlos. Una vez que hablamos con Mónica Márquez [directora de la Biblioteca], lo presentamos, vino el montaje y trajimos a una persona especialista a que nos ayudara con él. Yo le decía de broma a Antonio Ramírez que estuvimos esperando 20 años a que se construyera el edificio de la Biblioteca para tenerlo ahí, porque está ni mandado a hacer el muro, las proporciones son perfectas”.
Originalmente, esta pieza en gran formato (mide 5.6 por 2.20 metros) fue un encargo, en 2001, del entonces rector David Fernández, SJ, para el comedor institucional del ITESO, donde estuvo muy poco tiempo antes de ser resguardado en la tramoya del Auditorio Pedro Arrupe, SJ. De este último lugar fue recuperado por parte de Promoción Cultural para la exposición a la que se invitó al artista y en la que se hizo una exploración en torno a los orígenes de la obra, su restauración y su significado.
“Dentro de todo, fue bastante afortunado que estuviera ahí, porque tuvo pocos riesgos de ser golpeado, de estar expuesto a la luz o la humedad. Hace un año empezamos a hacer su rastreo, invitamos a la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente, para que hiciera un dictamen de en qué estado estaba. Por suerte, nos dijeron que estaba en muy buenas condiciones, porque es una manufactura muy buena, el lienzo y la forma en la que estaba tensado también hicieron que se mantuviera muy bien”, añade Valdés.
Una vez hechas restauraciones menores en octubre de 2023, por parte de alumnos de la ECRO, y en un proceso en el que también se involucraron estudiantes de las carreras de Arte y Creación, Ingeniería Química y Gestión Cultural, la obra se montó en la Galería Universitaria: “Se trabajó en algunos aspectos, como la fijación de color del cuadro y la limpieza, tanto en el anverso como en el reverso, por eso la exposición tuvo ese título. Fue muy interesante porque nos dio el contenido para la exposición, es decir, hicieron análisis de imágenes, usaron ultravioleta e infrarrojo, luz rasante, etcétera. Se pueden ver las diferentes capas bajo la pintura, algunos trazos que luego borró el artista, en fin, detalles que de otra manera no se verían”.
Sobre el origen del encargo, Ramírez recuerda que todo vino de una charla que tuvo con Fernández, un poco antes del año 2000: “Platicábamos sobre el movimiento zapatista y vio una de mis pinturas, y realmente como que le gustó, porque en algún momento me dijo que si podía yo hacer un cuadro para el ITESO. […] Le dije que sí, que iba a pensar y bocetar algo”.
El pintor explica que, cuando trabaja, parte de una idea general y de ahí van surgiendo ajustes en la temática y se van sumando otros elementos; incluso hay componentes, asegura, que el mismo cuadro va pidiendo: “Primero metí unas figuras abajo un puente, haciendo el amor y contrastando esta escena de placer con la lucha de la gente, de los que están abajo, desfilando, haciendo una manifestación, ésa fue la idea del lazo izquierdo. Del lado derecho puse algunos guerreros, unas personas maltratadas. Metí una bandera blanca, y del lado donde está la maldad, una bandera negra. También se me ocurrió meter a los dioses de la luz y la oscuridad de los mayas, que el Subcomandante Marcos nos mencionaba seguido. Me gusta ser realista pero no naturalista, eso le da un poco de irrealidad”.
FOTOS: Luis Ponciano