Cerca de 150 personas participaron en el trueque y SWAP Universitario, una iniciativa que recupera el intercambio directo de bienes para fomentar la sostenibilidad
Por Josefina Robles y Elsa Ivette Jiménez
El pasado 17 de octubre, en el marco de las Jornadas de Economía Social y Solidaria 2024: empresas y comunidades para el bien común, se organizó un evento de trueque y SWAP (intercambio en inglés) universitario, en el que participaron más de 150 personas. Esta iniciativa buscó recuperar el intercambio directo de bienes para fomentar la sostenibilidad y el consumo responsable en el ITESO.
Mediante esta actividad, el estudiantado experimentó y pudo disfrutar de una forma alternativa de organización orientada a distribuir bienes y satisfacer necesidades. Es decir, participaron en una lógica económica distinta a la que el capitalismo determina. Más allá de la búsqueda por obtener ganancias, que rige el proceso de circulación y consumo dentro de este sistema, las y los estudiantes intercambiaron sus pertenencias ofreciéndoles una segunda vida en lugar de descartarlas. Al respecto otro de los estudiantes expresó: «me encantó esta actividad porque pude darle uso a cosas que ya no necesito, sabiendo que otras personas las van a aprovechar. Es una excelente forma de evitar comprar cosas nuevas y contribuir a la contaminación».
El trueque es una práctica milenaria que ha persistido a través de los siglos – como demuestra el Trueque de San Pedro Cholula, declarado Patrimonio Cultural Intangible por el gobierno de Puebla –que consiste en el intercambio de bienes o servicios sin hacer uso dinero. Más allá de ser una simple transacción, este intercambio promueve el diálogo, la confianza y tiene un impacto en la economía y en el medio ambiente porque promueve el uso eficiente de recursos y contribuye a reducir el consumo excesivo y la generación de residuos. Al reutilizar objetos que todavía tienen valor para otras personas, se minimiza la necesidad de producir nuevos bienes y se reduce nuestra huella ecológica.
La participación en el trueque permitió que varias de las y los participantes reflexionaran sobre el valor de uso de los productos, es decir, el valor que tienen por su capacidad para satisfacer una necesidad o deseo específico y concreto. En un trueque no hay un valor único impuesto: cada persona define lo que está dispuesta a entregar según su interés en desprenderse de ciertos objetos y el deseo de darles nueva utilidad.
Este ejercicio fue una experiencia muy enriquecedora, ya que nunca había
participado en algo similar. Además de permitirme convivir tanto con mis compañeros como con otros estudiantes de la universidad, me dio la oportunidad de conocer sus intereses y observar sus habilidades de negociación. Fue interesante ver cómo los objetos que cada uno llevaba reflejaban, en cierta medida, parte de su identidad.
Ilían María Águila, estudiante de Administración de Empresas y Emprendimiento, octavo semestre
Sobre este aspecto Antonio Cárdenas, estudiante de sexto semestre de la carrera de Administración de Empresas, compartió: “no me importaba tanto el valor real de los productos, sino lo que me gustaba o me atraía del intercambio en sí. Esa simple interacción se sintió como una aventura; había algo emocionante en el hecho de que dos personas podían encontrar valor en cosas diferentes y llegar a un acuerdo sin preocuparse demasiado por lo que costaba”. En la misma línea David Garrido, estudiante de quinto semestre de Finanzas, reflexionó: “fue una experiencia que me enseñó que, a veces, el valor real de las cosas no está en su precio, sino en lo que significan para quienes las reciben”. Otro participante comentó cómo la actividad le hizo reconsiderar sus expectativas iniciales: «al principio pensé que sería aburrido, pero fue todo lo contrario. Me di cuenta de que el valor económico no es lo más importante, sino lo que cada uno puede necesitar en ese momento».
El trueque compartió espacio con el SWAP, coordinado por el colectivo estudiantil RedUC del ITESO, que es un proceso de intercambio de ropa donde se intercambia ropa usada en buenas condiciones por puntos, los cuáles son canjeados para elegir otras prendas que alguien más haya aportado. De esta manera, se propicia el uso de indumentaria que sigue teniendo vida útil, pero que por alguna razón ya no resulta del gusto de su propietario original.
Durante la jornada el alumnado intercambió ropa, principalmente en el SWAP, pero también libros, accesorios, gorras, juegos, cosméticos, adornos y hasta cámaras en el trueque. La actividad no solo promovió el intercambio en sí, sino la reflexión sobre el valor de los objetos y su impacto en la sociedad y el medio ambiente; el diálogo y las estrategias de negociación entre los participantes, reforzando el espíritu solidario, ya que aquellos bienes que no se lograron intercambiar se donaron para causas sociales.
A pesar de algunos desafíos, como el espacio reducido y la dificultad para moverse entre las mesas, muchos estudiantes disfrutaron la experiencia. «Fue un proceso muy satisfactorio que me hizo reflexionar sobre el consumo responsable y cómo lo que ya no necesito puede ser útil para alguien más», mencionó otro estudiante.
Otro aspecto que vale la pena destacar sobre estas actividades que forman parte del universo de las economías alternativas es que, aunque pueden parecer superadas o marginales, han probado ser cruciales para responder a momentos de crisis y, además, están siendo cada vez más valoradas y revitalizadas. Como prueba podemos citar la expansión del trueque en Argentina a raíz de la crisis económica que ha azotado el país. Ésta y otras formas de intercambio no monetizado han permitido a millones de personas enfrentar la falta de trabajo y dinero mediante acciones colectivas autogestionadas que, más allá de la intervención estatal – o frente a sus carencias y limitaciones – se organizan para resolver su supervivencia. También podemos constatar que, en cada vez más ciudades europeas y en otras partes del mundo se están organizando clubes de trueque con los que se busca disminuir el desperdicio, adoptar y promover el consumo responsable, y propiciar nuevos espacios de interacción y encuentro.
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