Suave. Así ha sido la vida de Rafael Mito Covarrubias, un apasionado del color y las matemáticas. En el aniversario 55 de la carrera de Arquitectura del ITESO, presentamos la historia de este profesor, arquitecto y fotógrafo.

Ya han pasado 55 años desde que la carrera de Arquitectura del ITESO recibió en sus aulas a los primeros entusiastas que ansiaban formarse en esta disciplina. Un personaje que forma parte de esta historia, primero como pupilo y ahora como profesor, es Mito Covarrubias Álvarez del Castillo.

Aunque bautizado como José Rafael, sus conocidos y allegados lo conocen como Mito. Este peculiar apodo le fue dado por su hermano mayor Felipe Covarrubias, también arquitecto y egresado del ITESO, apenas unas horas después de nacido. “Según cuenta la leyenda, él me bautizó. Nacimos el mismo día, pero con dos años de diferencia. Mi papá le dijo a mi hermano que iban a ir a recoger su regalo de cumpleaños; llegaron al hospital y yo era su regalo. Minutos después, dijo ‘Mito’, él apenas empezaba a hablar”, relata. Probablemente venga de ‘mi hermanito’”, relata.

Heredó de su madre una inclinación por la estética y el orden. “En casa, mi mamá siempre estaba construyendo y pensando en mejoras. También le gustaba cambiar muebles. Era mucho de fijarse en líneas: que la línea de la jaula de los pajaritos coincidiera con la línea del piso. Eso es Arquitectura, aunque claro, no lo sabía entonces”, compartió. Tomando en cuenta que su hermano Felipe ya había apostado por esta misma carrera, la Arquitectura fue para él una elección natural. Tras egresar, en 1969, Mito estableció su despacho.

Los años siguientes, en los setenta, vivió por temporadas en Inglaterra, Dinamarca y Finlandia, donde conoció a Alvar Aalto, uno de los máximos exponentes de la arquitectura moderna, y a dos de sus fotógrafos. Esta experiencia lo hizo considerar expandir su práctica no solo a la proyección y construcción de obras, sino también a la fotografía de arquitectura.

¿La primera vez que tomó una cámara? “Tenía seis años”, responde Mito sin titubear. Desde entonces, infinidad de cámaras han pasado por sus manos: una pequeña Brownie, luego una Agfa, una Pentax y varias más, hasta que conoció Nikon, equipo que hasta hoy en día prefiere para trabajar.

La fotografía y la arquitectura, intereses cultivados por separado, fueron poco a poco amalgamándose en la vida de este profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano, hasta convertirse en el campo por excelencia en el que suave se maneja Mito Covarrubias.

Imponentes construcciones y edificios no son el único blanco de sus tomas. También ha dedicado gran parte de su tiempo a la fotografía de paisaje, misma que empezó a practicar desde sus días como parte del Club Alpino del Instituto de Ciencias (CAIC). Su trabajo ha sido publicado en libros y revistas de renombre, como México Desconocido, Magenta, Arquitectos Mexicanos y la Guía Arquitectónica de Guadalajara, a la vez que ha realizado exposiciones tanto en suelo nacional como en el extranjero. El más reciente libro ha sido el de ITESO, bosque universitario.

En las aulas del ITESO

Alma rojinegra desde su nacimiento, Mito ha impartido clase intermitentemente desde hace más de cuatro décadas, “aunque todavía no sé si me gusta”, bromea.

Aunque se reconoce desorganizado (nunca sabe dónde o con quién va a terminar comiendo), la cátedra le ha dado un equilibrio a su día a día. “Normalmente soy el primero que llega al salón. Y mis alumnos saben que el último que llegue al salón así llegue a tiempo, le toca pagar el café, las galletas… o las cervezas”, ríe.

Y es que la amistad es uno de los placeres que encuentra Mito en los pasillos de la universidad. “Según yo, he jugado futbol con todas las generaciones que han pasado por el ITESO. La semana pasada jugué dos partidos, ‘cáscaras’. Ese día perdimos 4-3. Pero honestamente, gané porque me divertí. He encontrado que jugando futbol conozco de manera más profunda a las personas”.

Para Mito, un sello indeleble de un buen alumno de Arquitectura, Diseño o Comunicación –carreras a las que imparte clase- es el alto rendimiento y la dedicación, “eso es lo que me mantiene aquí en el ITESO; encontrarlos en la clase, en la amistad y en el contacto intelectual”, dijo.

“Lo principal para un arquitecto es que sea muy atento. Que esté despierto, a las vivas. Un arquitecto debe ser ocurrente. Que observe, analice y luego (tenga) la curiosidad para transformar”.

En el afán de lograr este ideal, cada primer y último día de clases comparte con sus alumnos la ópera Nessun Dorma, interpretada por Jeff Beck –para Mito el mejor guitarrista que hay- durante un concierto organizado por el tenor italiano Luciano Pavarotti. “Esta ópera quiere decir ‘nunca duermas’. Eso quiero para mis alumnos, que despierten ante la vida, ante lo que pasa, ante el amor, ante el trabajo, ante el viento.

“El ideal no ha de cumplirse jamás, como decía un amigo mío. Mejor es padecer la perpetua tentación de lo imposible. El ideal no existe, pero ¿qué tal si lo intentamos siempre? Nada se pierde” dice luego de tomar el último sorbo de su café a un costado del cubo de Arquitectura.

“Como maestro, una de las satisfacciones más ricas que tengo es el encontrarme con ex-alumnos, que ellos mencionen que al realizar algún trabajo o proyecto recuerden haberlo aprendido conmigo y que lo agradezcan”.

Considerado por muchos estudiantes y egresados uno de los mejores profesores de la plantilla itesiana, Mito se dice comprometido a continuar con su cátedra, “mientras respire, pueda venir y tenga cordura”.