Estudiantes, personal y vecinos del ITESO se reunieron para participar en un taller que tuvo por objetivo imaginar futuros posibles y realizables para mejorar la realidad del entorno que rodea al campus, así como la calidad de vida de las personas 

Cuando el Centro de Diseño y Comunicación, conocido simplemente como Centro, llegó a la colonia América de Ciudad de México, los vecinos miraron con recelo ese imponente edificio blanco que pronto se pobló con alumnos de educación superior. Karla Paniagua recuerda que “fue un choque con los vecinos: nos veían como extraños que llegaron y se apropiaron del territorio”. Paulina Cornejo dice que buscaron una manera de acercarse al barrio y surgió la idea de importar el proyecto Ciudad Mural, que un colectivo había realizado en Puebla. “Fue un proyecto fallido, pero permitió un primer acercamiento con la comunidad”. Y no sólo eso: esa búsqueda de una manera de acercarse con los vecinos y trabajar juntos se convirtió en el germen de Tenkuä, un proyecto de trabajo colaborativo para imaginar el futuro.  

En Centro, Karla Paniagua y Paulina Cornejo son la directora de la Especialidad Diseño del Mañana y la coordinadora del Hub de Diseño Social, respectivamente. Y son las creadoras de Tenkuä, un juego en el que las y los participantes analizan el presente de sus comunidades para imaginar el futuro. Llegaron al ITESO para impartir un taller en el que participaron personal, estudiantes y personas con un denominador común: todas están vinculadas con la Universidad, ya sea porque estudian o trabajan en ella o viven en sus alrededores. “Ésta es una muestra del gran compromiso que tenemos por trabajar juntos. Queremos propiciar un trabajo horizontal, todos nos desarrollamos en la misma zona y padecemos las mismas cosas, también podemos soñar que podemos hacer algo diferente”, dijo Guillermo Rosas Bellido, director de la Oficina de Relaciones Institucionales al dar la bienvenida al taller. 

Imaginar los cambios (y cómo lograrlos) 

Ocho mesas con entre seis y ocho integrantes escuchan expectantes las instrucciones que dice Karla Paniagua: hay que poner su nombre o su apodo, “o como se quieran llamar hoy”, en una etiqueta en la que además hay que poner un punto de color para identificar si son trabajadores, estudiantes, vecinos o todo junto. Luego, hay que distribuirse para que todas las mesas tengan representantes de todos los grupos. Mientras esto ocurre, explican los orígenes de Tenkuä y cómo consiguieron financiamiento del Prince Mohammad Bin Fahd Center for Futuristic Studies de Arabia Saudita. Por esta razón, explican, es importante llenar un formulario de registro y se recaban testimonios de las y los participantes, además de grabarse los trabajos de la sesión. 

Tenkuä, explica Paniagua, significa “labio roto”. Un labio roto, se sabe, tiene grietas, como grietas tiene la vida en una comunidad. En el contexto del juego, las grietas son fisuras. En la colonia América, por ejemplo, esas fisuras eran visibles en los índices de inseguridad, en el contexto de una colonia encapsulada por grandes avenidas, en la erosión del tejido social. 

Arturo González, de la Oficina de Relaciones Institucionales, cuenta que previo al trabajo en el ITESO se realizó un trabajo de acercamiento con representantes, mapeo y recorridos con vecinos de las colonias El Mante, Cajetes, Parques de Santa María, Parques del Bosque, Agua Blanca Industrial, Agua Blanca Habitacional, Palmira, La Florida y Hacienda San José. Ya en el salón, quienes acudieron a la sesión comienzan los trabajos identificando las fisuras de sus comunidades: falta de luminarias, abandono de espacios públicos, robos, inseguridad. El siguiente paso consiste en nombrar a los actores y a los actantes involucrados, ya sean personas, empresas, bosques, etcétera. Una vez hecho esto, lo que sigue es un trabajo de imaginación: hay que proyectar escenarios: qué va a pasar si nada cambia, qué va a pasar si ocurre un cambio. Finalmente, hay que aterrizarlo y responder una pregunta concreta: ¿qué puedo hacer yo para generar un cambio? La respuesta debe ser sin abstracciones ni vaguedades, sino con un plazo de 90 días y medible. 

Guillermo Rosas explica que desde la Dirección de Relaciones Externas del ITESO se estaba buscando una manera de trabajar de manera más directa con los vecinos, que se ven afectados, tanto positiva como negativamente, por la presencia de la Universidad. Fue entonces que Julián Cuevas, estudiante de la Maestría de Diseño Estratégico e Innovación del ITESO, conoció el trabajo de Centro y la propuesta de Tenkuä y surgió el acercamiento. “Queremos entender a la universidad como un actor más de la zona y relacionarnos con los vecinos con temas que vayan más allá”, dice Rosas Bellido. Menciona que como parte de estos acercamientos realizaron recorridos por las colonias a las seis de la mañana y a las siete de la tarde, se delimitaron rutas con geolocalización, se documentaron sitios donde ocurren incidentes para buscar reforzar la seguridad. 

Arturo González explica que estos trabajos se han venido realizando desde hace un año. Al principio, cuenta, “el acercamiento con los vecinos fue complicado, había recelo y escepticismo, pero una vez que se equilibraron las expectativas fue mejorando la relación. La idea es propiciar más colaboración para trabajar en un proyecto integral”. 

Las y los asistentes trabajan durante casi cuatro horas tratando de responder la pregunta que Paulina Cornejo enuncia así: “¿Qué va a pasar si no pasa nada?”. Y ella misma orienta la respuesta que se puede inferir al ver los trabajos de los ocho equipos: “No podemos adivinar el futuro, pero sí podemos prever cosas. Éste es un ejercicio de imaginación del futuro. Como partimos de las fisuras, es lógico que los escenarios tendenciales que vemos sean negativos. Ahora toca preguntarnos: ¿qué puedo hacer en noventa días para alcanzar escenarios deseables o para evitar los no deseables?”. 

Karla Paniagua dice a los participantes que en la respuesta a esa pregunta deben “asegurarse de que las cosas dependan de ustedes, no de alguien más”. Y también les dice que deben llenar un formulario, porque, aunque la sesión de Tenkuä concluyó, el seguimiento ocurrirá dentro de 90 días para conocer qué acciones han comenzado a ejecutarse y qué cambios pueden comenzar a ocurrir. 

FOTOS: Luis Ponciano