El ITESO da pasos significativos en la creación de una comunidad de apoyo y autocuidado para la realización de trabajo de campo con seguridad, y uno de los esfuerzos más importantes es el Proyecto Piloto de Seguridad y Autocuidado

Por Frida Acosta

Ante la creciente preocupación por el contexto de inseguridad en el país, se emprendió una investigación para determinar las acciones a seguir y los protocolos necesarios, y lo que comenzó como una búsqueda de respuestas se ha convertido en un proyecto enfocado en la creación de mecanismos de seguridad y autocuidado, con el objetivo principal de que sean replicables y sirvan como insumos para la posible creación de un protocolo institucional en el futuro.  

Actualmente, el proyecto piloto involucra a 50 profesores de diferentes instancias del ITESO. Se espera que continúe con una evaluación de su pertinencia durante los semestres de Otoño 2023 y Primavera 2024, con la posibilidad de ampliar su alcance a más docentes que repliquen esta información con sus estudiantes y con los actores sociales con quienes colaboran en los proyectos que integran el trabajo en campo. 

Aunque se encuentra en su fase inicial, tiene como objetivo principal sensibilizar a las y los profesores y proporcionarles herramientas para autodiagnosticar su entorno en términos de seguridad. En esta etapa se busca conocer y recuperar prácticas colectivas para la generación de propuestas y herramientas de autocuidado a partir de la consolidación de redes de apoyo entre profesores y estudiantes.  

Andrea Fellner y Eugenia Casillas, directoras del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS) y del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES), respectivamente, enfatizan la importancia de crear estas herramientas y redes de apoyo, a fin de lograr sensibilizar a las personas para que evalúen la seguridad de sus entornos. Acerca de la creación de una cultura de prevención y colaboración, Patricia Carabes comenta que la idea de traducir protocolos complejos en guías operativas y funcionales también se alinea con la necesidad de simplificar la comunicación en situaciones de riesgo. 

Un aspecto clave es la construcción de una red de apoyo y comunidades que se acompañen en este trabajo institucional y en el trabajo de campo. Se reconoce que no se puede enfrentar la problemática de inseguridad en solitario, y que la colaboración es esencial y debe verse reflejada en la creación de estrategias para cuidarse mutuamente, de tal forma que no toda la responsabilidad recaiga en los profesores, sino que se distribuya de manera equitativa y responsable al integrar a toda la comunidad universitaria.  

El proyecto se centra en la formación y el aprendizaje, no sólo sobre la seguridad personal, sino también acerca de cómo cuidar a otras personas. Se espera que los estudiantes aprendan a cuidarse a sí mismos y a considerar el cuidado de los demás en su futura vida profesional, a fin de que tengan mayor claridad para reaccionar y acompañar momentos de crisis.  

Andrea menciona la idea de un canal institucional de entrada único para situaciones de emergencia, en tanto que Eugenia y Patricia hablan sobre la necesidad de establecer un equipo capacitado que actúe como agente facilitador en casos críticos. 

Este proyecto representa un paso importante hacia la promoción de un entorno más seguro y preparado en la institución, con la visión de proteger a profesores y estudiantes en situaciones de riesgo y de fortalecer la capacidad de respuesta ante emergencias en el trabajo de campo y en el campus. Más allá de establecer protocolos, el proyecto se enfoca en la formación, la colaboración y la creación de redes de apoyo para cuidar a toda la comunidad universitaria.

El compromiso sigue avanzando y ya se ve reflejado en un gran y valioso esfuerzo para fomentar un sentido de comunidad y responsabilidad mutua en la sociedad.