El ITESO fue sede del III Foro para América Latina y el Caribe sobre Bosques Urbanos, cuyas dos primeras conferencias analizaron la importancia de avanzar hacia modelos de ciudades biodiversas

Por lo general, cuando se escucha el término «biodiversidad» suele pensarse, por ejemplo, en algún paisaje selvático, un manglar o cualquier espacio con una vegetación abundante y muchas especies de animales. Y no es raro que cualesquiera de esos paisajes estén ubicados en América Latina: la región concentra 50 por ciento de la biodiversidad del planeta. Sin embargo, lo cierto es que 81 por ciento de la población de América Latina y el Caribe vive en núcleos urbanos, por lo que poco a poco ha venido ganando terreno un nuevo concepto: el de la «biociudad» o las «biodiverciudades». Con un par de exposiciones acerca de este tema arrancó en el ITESO el III Foro para América Latina y el Caribe sobre Bosques Urbanos, que quiere poner sobre la mesa la necesidad de buscar soluciones basadas en la naturaleza con el objetivo de revertir, desde la urbe, los efectos del cambio climático.

Para esta edición del foro (las dos primeras tuvieron lugar en Lima, Perú, y Bogotá, Colombia), el equipo organizador decidió iniciar poniendo manos a la obra, por lo que antes de la inauguración tuvieron lugar un par de conferencias magistrales a cargo de María Angélica Mejía, investigadora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia, y Fabio Salbitano, académico de la Universidad de Florencia.

La encargada de arrancar las actividades fue la también integrante del Instituto Nacional de la Biodiversidad en Colombia, quien compartió los trabajos que están realizando en el país suramericano como parte del proyecto «Biodiverciudades al 2030». Comenzó explicando que a partir de 2019 han trabajado con 14 municipios y que la idea es avanzar hacia un proyecto global.

María Angélica Mejía, investigadora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

Mejía explicó que trabajar en un modelo de «biodiverciudad» trae beneficios en la lucha contra el cambio climático, en la oferta y la calidad del agua y del aire, así como en el hábitat, la salud y el bienestar de las y los habitantes. «Un ecosistema saludable va a tener personas saludables», dijo, y añadió que el modelo también contempla una mayor justicia social para distribuir los beneficios a toda la ciudadanía.

Para transitar a la «biodiverciudad», detalló, son necesarios cinco aspectos: sanar los vínculos urbano-rurales, llevar la biodiversidad a la matriz urbana, entender la biodiversidad como factor de competitividad y beneficio económico; diseñar mejores arreglos de gobernanza y cambiar hacia un nuevo sistema de valores. En ese sentido, agregó, «las soluciones basadas en la naturaleza son 50 por ciento más rentables que las alternativas grises y propician un 28 por ciento más de valor añadido».

Fabio Salbitano abordó el concepto de las «biociudades», mismo que, dijo, era muy cercano al expuesto previamente por su colega colombiana. Para el especialista italiano es indispensable cambiar la forma en que se está abordando el tema de las ciudades. «Hay que pensar al revés: es la naturaleza la que acoge a la ciudad, y no la ciudad la que acoge a la naturaleza». Señaló que las «biociudades» son clave para abordar los efectos del cambio climático y revertir el drama urbano, ya que «la ciudad es causa y víctima de sus propios problemas».

El académico de la Universidad de Florencia dijo que para llevar a cabo este cambio de esquema se requieren alianzas de los sectores público y privado, así como el diseño de políticas coherentes y la elaboración de marcos legales y jurídicos que se adapten al contexto de cada urbe. Y, vinculándose con el tema central del foro, señaló que las soluciones basadas en el concepto de los bosques urbanos tienen más valor sistémico que las pensadas sólo en función de árboles individuales.

«Plantar árboles es positivo, pero es mejor crear condiciones para favorecer los bosques y las soluciones basadas en la naturaleza; los bosques urbanos son la diferencia para transformar las ciudades. Comenzar con un pequeño fragmento puede ser la diferencia para el futuro urbano», expresó Salbitano.

Tras las conferencias iniciales, la encargada de dar la bienvenida a quienes participaron en el foro fue Catalina Morfín, titular de la Dirección General Académica del ITESO, quien compartió tres reflexiones: en la primera señaló que la lucha contra el cambio climático sólo va a avanzar si se integran también las luchas para abatir la injusticia, la violencia y la desigualdad social. «Para avanzar en temas de ecología es necesario preocuparnos por la inclusión y ofrecer a todos paz, seguridad, vida digna y empleo», señaló la académica.

Catalina Morfín, titular de la Dirección General Académica del ITESO.

La segunda reflexión fue de corte ético. «No pidas para los demás lo que no quieres para ti», dijo Morfín, para quien es necesario avanzar hacia una compenetración no sólo entre los seres humanos, sino «con las plantas, los animales, la naturaleza entera». Finalmente, para la tercera idea trajo a colación las reflexiones de Arturo Sosa, SJ, superior general de la Compañía de Jesús, quien ha invitado a dar «respuestas audaces para las crisis actuales. Sólo así podremos sobrepasar lo improbable para realizar lo imposible». 

Simone Borelli, representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señaló que, si bien este organismo internacional históricamente se ha enfocado más en lo rural, «estamos en la era de las ciudades, por lo que es importante mirar hacia ellas y sus problemas». Señaló que a la FAO le interesa avanzar en el programa de ciudades verdes, que contempla la agricultura urbana y los bosques urbanos como «oportunidades para un estilo de vida más saludable y feliz». La ceremonia de inauguración concluyó con las participaciones de Paulina Cervantes, directora de Medio Ambiente de Guadalajara, e Israel García, secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) de Jalisco.

FOTOS: Luis Ponciano