“Transformando vidas, disfrutando la experiencia” es la frase que acompaña a la convocatoria del Reconocimiento Pedro Arrupe, un galardón universitario que este año regresa para honrar la labor de estudiantes y profesores de los Proyectos de Aplicación Profesional

Después de su última edición  en 2014, el Reconocimiento Pedro Arrupe regresa en su 20va edición con la misión de reconocer a los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) destacados por su calidad académica, formación ignaciana y compromiso con la sociedad.

Sofía de la Peña, ex directora del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS), dependencia encargada de promover y otorgar el reconocimiento, comparte su visión sobre la importancia que tiene para la universidad entregar este tipo de distinción en el ámbito de la labor social.

Aprender a trabajar con otros

El énfasis en el trabajo en equipo es una característica distintiva de los PAP. Estos proyectos buscan que los estudiantes desarrollen habilidades y conocimientos que puedan aplicar de manera efectiva en el ámbito profesional.

“Pedro Arrupe es un ejemplo del compromiso con los menos favorecidos y su carisma sigue siendo una fuente de inspiración. Su lema ‘Transformando vidas, disfrutando la experiencia’ nos dice que la educación y el trabajo directo con las personas invita a una vocación genuina en lugar de una obligación. El PAP es un requerimiento, pero su objetivo es formar individuos que, más allá de su profesión, mantengan una preocupación ética por las necesidades de los demás y contribuyan desde cualquier trinchera en la que se encuentren”, remarcó Sofía, quien fue impulsora del reconocimiento mientras estuvo al frente del comité seleccionador de 2005 a 2009.

Desde su creación en 1994 y hasta 2014, este reconocimiento distinguió a los PAP y voluntariados que sobresalen por su calidad académica y aporte social acordes al sentido ignaciano de la solidaridad y justicia social.

Entre los proyectos significativos, Sofía recuerda un PAP ganador que elaboró una norma ambiental pionera para la gestión de escombros en Jalisco. En él, estudiantes de Arquitectura e Ingeniería Ambiental, con la asesoría de los profesores Hugo de Alba y Nadia Ayala, elaboraron la primera Norma Ambiental Estatal para el manejo de residuos de la construcción en Jalisco. Este PAP trabajó muy de cerca con especialistas, constructores y autoridades del gobierno estatal, a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial.

Ganadores 2023

Este año el Reconocimiento Pedro Arrupe se celebrará el 17 de octubre a las 11:00 horas en el Auditorio D2. Los proyectos reconocidos son:

Además, se otorgó la Mención Especial a la Innovación del trabajo PAP con Poblaciones Vulnerables en Pandemia al proyecto Encerrados pero enREDados del PAP Ciudades Globales Amigables con las Personas Mayores en el Área Metropolitana de Guadalajara.  

En palabras de Sofía de la Peña, no solamente se celebra y se reconoce el éxito académico, sino la contribución de la comunidad universitaria a la realidad social. Además, resalta la importancia de forjar alianzas y trabajar en conjunto para crear un mundo más justo y sostenible, una misión que el ITESO y el Reconocimiento Pedro Arrupe llevan adelante con dedicación y pasión. “Es muy importante rescatar que las universidades se deben a la sociedad, a la realidad, es un conocimiento que se construye junto con los otros: gobierno, empresa, sector social. Juntos contribuyen a resolver los problemas de la sociedad”.

¿Quién fue Pedro Arrupe, SJ?

Este reconocimiento lleva el nombre de Pedro Arrupe, SJ, un jesuita nacido en España en 1907. Desde joven, mostró un profundo interés por la salud física y espiritual de las personas. Durante su estancia en Hiroshima estuvo encargado de la formación de jóvenes jesuitas japoneses, tiempo en el que presenció las consecuencias de la explosión de la bomba atómica en agosto de 1945. En un acto de solidaridad y valentía, el noviciado de los jesuitas se transformó en un hospital para atender a las víctimas.

Dentro de su labor como formador de jesuitas, destacó su compromiso por servir a los más desfavorecidos hasta su muerte Roma en 1991. Pedro Arrupe, SJ, sostenía la creencia de que un estudiante universitario debía transformarse en alguien que viera el mundo con amor, para dedicar sus conocimientos, valores, entusiasmo y alegría a los demás.