La pandemia está generando otra crisis, entre ellas, las del acceso a la alimentación. En entrevista Paulo Orozco, especialista en seguridad alimentaria, nos orienta sobre las estrategias de producción y distribución de alimentos que favorezcan el acceso para las y los más vulnerables.
El declive en las actividades económicas es uno de los efectos que ha tenido la crisis sanitaria por covid-19 que aumenta el riesgo de que más personas lleguen a tener inseguridad alimentaria.
Paulo Orozco Hernández, profesor de la Licenciatura en Nutrición del ITESO, explica que “el nivel de ingreso condiciona el acceso a servicios de alimentación, poder o no poder cumplir el mínimo requerido para tener una alimentación adecuada”, aquí ya no es una cuestión de que la persona pueda decidir cómo alimentarse.
En la actualidad hay afectaciones por la pérdida de empleo y mucha gente que sí tenía acceso a la alimentación puede quedar en el grupo de vulnerabilidad o inseguridad alimentaria.
En el contexto urbano existe disponibilidad de alimentos en mercados y tiendas, esto no se ha visto afectado por la pandemia “pero sí la accesibilidad, que es tener dinero para comprar alimento”.
Por una alimentación más sana
El profesor destaca que las personas están tomando más conciencia sobre la calidad del alimento que consumen y el impacto que tiene el producirlos en la salud del planeta.
“Ha aumentado el consumo de productos orgánicos, que lamentablemente sigue siendo muy elitista. No es accesible para todos, pero quizá es un área de oportunidad para no hablar solo de las problemáticas”.
Desde el Proyecto de Aplicación Profesional de Nutrición Comunitaria que coordina Paulo Orozco trabajan “con redes alimentarias alternativas para ayudar a mejorar la disponibilidad de alimentos de calidad, de sostenibilidad ambiental y social. Se puede decir que a través de esos proyectos se está trabajando con un tipo de alimentación para hacerle frente al covid”.
Estas redes alimentarias alternativas de producir, distribuir y consumir alimentos pueden ser una buena opción para quienes tienen accesibilidad a alimentos, para que estos les nutran mejor y, a su vez, dañen lo menos posible al planeta y generen menor desigualdad social.
“Si lo vemos desde un punto de vista de geopolítica, estas redes no solamente buscan alimentos de moda. Lo orgánico o agroecológico también busca una distribución más justa y que los beneficios los tengan los más importantes en la cadena de suministro de alimento: los productores y los consumidores”.
Paulo Orozco señala que este tipo de proyectos puede ayudar a quien pueda comprar tenga acceso a alimentos de calidad “y quien cae en vulnerabilidad alimentaria pueda tener otras vías no mediadas por dinero, o hasta en su momento de autosuficiencia o autoproducción para no caer en esta condición de inseguridad alimentaria”.
Para el profesor, esta crisis de salud es un buen momento para reflexionar qué comemos, cómo lo comemos, cómo se produce, el impacto en nuestra salud y en la del planeta.
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“Con redes alimentarias alternativas para ayudar a mejorar la disponibilidad de alimentos de calidad, de sostenibilidad ambiental y social. Se puede decir que a través de esos proyectos se está trabajando con un tipo de alimentación para hacerle frente a la covid”.
Paulo Orozco es profesor de la Licenciatura en Nutrición del ITESO y coordina el Proyecto de Aplicación Profesional de Nutrición Comunitaria. Puedes comunicarte con él al correo paulorozco@iteso.mx