Durante la décimo quinta edición de la Jornada de Investigación y Posgrado se invitó a reflexionar sobre la marcha y hacia donde se debe orientar la oferta educativa de la Universidad.

De un tiempo para acá, la educación superior, sobre todo la que está relacionada con la investigación y el posgrado, se ha convertido en una educación de papel, de certificaciones, de indicadores, más que de adquisición de conocimiento. Esto porque pareciera que la premisa es “si no te doctoras, no existes”, de modo que los investigadores terminan haciendo trabajos no para proponer soluciones a los problemas del entorno, sino para las comisiones dictaminadoras del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), por ejemplo. Ante este escenario, no queda más que los investigadores tomen las riendas del oficio y se rebelen, so riesgo de seguir en un esquema regido por el dinero y las apariencias.  

Las anteriores son algunas de las ideas expresadas por Manuel Gil Antillón, académico de El Colegio de México, quien dictó la conferencia de apertura de la Jornada de Investigación y Posgrado, que desde hace quince años se realiza en el ITESO y que, según Catalina Morfín, directora General Académica de la universidad, este año busca reflexionar sobre la reestructura que desde hace tiempo se viene haciendo en la Coordinación de Investigación y Posgrado a partir de seis puntos, de los cuales citó tres: “La centralidad en la persona, la pertinencia e impacto para transformar y beneficiar a la sociedad y la búsqueda por lo interdisciplinar y la sinergia institucional”.

Destacó que una de las características de los posgrados del ITESO es que “se investiga formando y se forma investigando”, y añadió que estas jornadas, añadió Morfín, sirven para preguntarse “si estamos haciendo lo necesario para formar profesionales con conciencia, competencia, compasión y compromiso”, así como para preguntarse “¿a quién le sirve lo que se genera con nuestras investigaciones”. 

Previo a la intervención de Catalina Morfín tuvo la palabra José Morales Orozco, SJ, Rector del ITESO, quien señaló que las jornadas servían para “repensar las formas en las que la Universidad debe colaborar con la sociedad para ofrecer soluciones pertinentes”. El Rector recordó que actualmente la Universidad Jesuita de Guadalajara cuenta con 27 posgrados, nueve de ellos inscritos en el Programa Posgrados de Calidad del Conacyt, pero subrayó que el objetivo primordial del ITESO no consiste en “ser un simple conjunto de carreras, sino una comunidad que busca la verdad y cómo aplicar la verdad de maneras más fraternas y más justas”. 

Ya en la conferencia inaugural el doctor Manuel Gil Antillón explicó cómo poco a poco se ha venido desvirtuando la figura del investigador y cómo en muchos casos ahora su trabajo “no tiene relación ni con la esfera de la producción de conocimiento ni con la dimensión social de entender los problemas. Escribimos para las comisiones dictaminadoras y de espaldas a la opinión pública”.

Subrayó que por esta razón también se está descuidando la docencia, ya que muchos prefieren hacer trabajo de escritorio para mantener su calificación en el SNI, práctica en la que son alentados por las universidades, ya que de este modo pueden acceder a apoyos financieros y ganarse “un prestigio de papel, de indicadores”. De este modo, añadió, el doctorado como grado académico se ha convertido “en un vehículo de prestigio, no de consolidación del conocimiento”.

En medio de ese escenario, destacó el trabajo que se realiza en el ITESO al combinar la investigación con la aplicación profesional y la resolución de problemas sociales, algo que calificó como “excepcional” en el sentido de que es una excepción a lo que se hace en la mayoría de las universidades. 

Finalmente, señaló que la academia tiene dos opciones: la primera, rebelarse contra el sistema establecido, tomar en sus manos el oficio y redefinirlo para los egresados, a quienes hay que dejar de preparar para convertirse en SNI, “o seguir en el camino del dinero y la apariencia”.