En Tenosique, Tabasco, a 65 kilómetros del borde con Guatemala, La 72 tiene como eje central de trabajo la promoción, defensa y garantía de los derechos humanos de las miles de personas migrantes y refugiadas que cruzan la frontera; les brinda asistencia humanitaria, legal, médica y psicosocial.
POR ALDO PÉREZ
Egresado de Derecho del ITESO, está a cargo del área de Derechos Humanos y Gestión Migratoria de La 72
La 72 es un proyecto de origen franciscano que surge en el año 2011 como comedor y pequeño albergue para personas migrantes en tránsito. Está ubicado en la frontera sur de México, en Tenosique, Tabasco, a 65 kilómetros del borde con Guatemala. Actualmente, en La 72 se brinda asistencia humanitaria, legal, médica y psicosocial a miles de personas. El eje central de trabajo de la organización es la promoción, defensa y garantía de los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas.
La organización ha sido liderada por Tomás González Castillo, fraile mexicano que ha sido pionero en el tema de la protección internacional a las personas desplazadas de su país de origen, principalmente provenientes de Centroamérica. A lo largo de estos 7 años, La 72, Tomás y personas colaboradoras han recibido distintos reconocimientos a nivel nacional e internacional por la labor realizada en el sur de México con más de 75 mil personas migrantes y refugiadas.
Contexto
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cada año cruzan la frontera entre México y Guatemala cerca de 450 mil personas migrantes. Tenosique, Tabasco es uno de los puntos de acceso masivo más importante dentro de la ruta migratoria por México, lo que ha posicionado a La 72 como un actor fundamental para la asistencia humanitaria en la región.
En los últimos años, un contexto sumergido en violencia intensa causada por las pandillas y el crimen organizado, al que se añade cierta inestabilidad política y severos índices de corrupción que impiden la protección y el acceso a la justicia de la población de estos Estados, ha disparado las cifras del desplazamiento forzado originario del triángulo norte en Centroamérica, siendo México y Estados Unidos los principales lugares de destino final.
Esta situación ha desencadenado una crisis humanitaria en la frontera sur de México, lo que ha vuelto imperante un crecimiento inconmensurable en el proyecto inicial de la organización. Las instalaciones de La 72 se han convertido incluso de albergue para migrantes en tránsito a campo de refugiados y refugiadas. Estos lugares multidisciplinarios que día con día brindan atención y protección a personas refugiadas son también una realidad en México.
¿Quiénes llegan a La 72?
La estigmatización del migrante suele recaer en un perfil de migrante económico, esa persona que sale de su país de origen para montarse en La Bestia y llegar a Estados Unidos para vivir el sueño americano. La realidad, tanto en países de origen como en la frontera sur, es mucho más compleja que eso.
Si bien es cierto que la migración económica es una cuestión histórica y cultural dentro del corredor humano más grande del mundo, en el que figura el territorio mexicano como pieza angular, esta idea clásica de la migración termina siendo ya un poco obsoleta dentro de las dimensiones del contexto actual.
Aunado a los altos índices de pobreza y desempleo en Honduras, Guatemala y El Salvador, dentro del fenómeno del desplazamiento humano masivo originario de estos países, aparecen otros factores de gran relevancia como son la reunificación familiar, la violencia generalizada y la ausencia de protección efectiva por parte de los gobiernos.
La crisis humanitaria del triángulo norte centroamericano se ha agudizado en estos últimos años a raíz de la violencia intensa provocada en gran parte por pandillas y grupos del crimen organizado que han tomado el control territorial de gran parte de estos paí- ses. Esta región, integrada por Honduras, Guatemala y El Salvador ha llegado a ser clasificada como la región más violenta del mundo que no se encuentra atravesando un conflicto bélico. Ciudades como San Pedro Sula, San Salvador y Tegucigalpa se han posicionado entre las ciudades más violentas del mundo, en donde pareciera que “la vida no vale nada”.
Dentro de las causas más comunes que orillan a las personas a abandonar sus países están la severa violencia, el cobro del “impuesto de guerra” hasta por vivir –no es exageración–, el reclutamiento forzado desde la infancia o la persecución por pertenecer a un determinado grupo social –mujeres, LGBT, niñas, niños y adolescentes–. Todos los días somos testigos de la crítica situación que vive la población de esta región vecina; a diario recibimos decenas de víctimas de persecución que no pueden ser protegidos en su país de origen y se ven forzados a desplazarse a México: menores de edad no acompañados, madres solteras, hombres, familias completas, personas de la diversidad sexual. Son personas que nunca pensaron en vivir el sueño americano; que nunca anhelaron abandonar sus familias y su país; que no eligieron voluntariamente venir a México a padecer.
Frontera sur mexicana: Un campo minado
La respuesta humanitaria del gobierno mexicano ha sido fuertemente cuestionada; precisamente porque de lo que menos ha tenido la política migratoria en México es de humanitaria. En La 72 hemos sido testigos de los tratos crueles, inhumanos y degradantes a los que están sujetos las personas migrantes por parte de autoridades y población mexicana.
En México, las personas migrantes no solamente tienen que salir huyendo de su país de origen, sino que, además, tienen que llegar a territorio mexicano a enfrentarse ante una frontera blindada inmersa en violaciones a derechos humanos como consecuencia de la dura política migratoria del Estado, el crimen organizado y una sociedad xenófoba.
En los 65 kilómetros que nos separan del borde con Guatemala pasa de todo: persecución, secuestros, violaciones sexuales, asaltos, golpizas, homicidios, reclutamiento forzado, mutilaciones, detenciones violentas y arbitrarias, etcétera. La respuesta del Estado mexicano: el Plan Frontera Sur, que aumenta persecución violenta e inhumana, detenciones y deportaciones por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración. La frontera sur de México se ha convertido en un campo minado para las personas migrantes.
La protección internacional en México a través del refugio: un evidente colapso
La legislación internacional y nacional en tema de protección internacional a la cual debería estar estrictamente apegado el Estado mexicano se ha convertido en una total utopía. Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), las solicitudes de refugio en México aumentaron más de 1000% de 2011 a 2016. Por otro lado, según cifras de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), las solicitudes de refugio aumentaron desde el año 2002 al año 2016 en un 2500%. La respuesta del Estado mexicano: disminuir el presupuesto dirigido a la COMAR, institución gubernamental encargada de atender y resolver dichas solicitudes. Claramente garantizar el acceso al derecho de la protección internacional no figura en la agenda como una prioridad para el Estado mexicano.
La respuesta a una solicitud de refugio en México, acorde a lo estipulado en la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, así como en su respectivo Reglamento, no debería exceder los 55 días hábiles –aproximadamente dos meses y medio-, considerando 10 días hábiles como periodo de notificación, salvo casos excepcionales –pudiendo duplicarse el plazo por 45 días hábiles-. No obstante, desde que ocurrió el terremoto del 19 de septiembre de 2017, se lanzó un decreto en el Diario Oficial de la Federación en el que se declaraban suspendidos los plazos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) por daños a las instalaciones de las oficinas centrales de la institución en Ciudad de México.
Actualmente, en la oficina representativa de la COMAR en Tenosique, Tabasco hay solicitudes realizadas desde julio a octubre de 2017 que hace apenas unos días recibieron una notificación de resolución, hay otras que aún están pendientes. Lo más curioso de esta situación es que la COMAR tiene tres delegaciones: Acayucan, Tapachula y Ciudad de México, y la única de estas tres que sufrió un daños por el sismo fue la de Ciudad de México, la cual no atiende de manera directa las solicitudes en Chiapas, Tabasco y Veracruz, en donde los plazos siguen suspendidos por una razón: la COMAR y el sistema de protección internacional en México está colapsado por falta de presupuesto, infraestructura y recurso humano. En lo que va del 2018, tan sólo por parte de La 72 hemos iniciado el acompañamiento, con la representación legal de sus casos, a cerca de 300 solicitantes de la condición de refugiado/a ante la oficina representativa de la COMAR en Tenosique, Tabasco, en donde actualmente laboran no más de 5 personas.
Voluntariado y prácticas profesionales en La 72
La labor de la organización es realizada en gran parte por voluntarios, voluntarias y practicantes profesionales de todo el mundo. La 72 tiene sus puertas abiertas a todos y todas. Durante todo el año recibimos personas de distintos países interesadas en el tema de la migración y el refugio, así como en la promoción, protección y defensa de los derechos humanos. Existen dos modalidades: corta estancia –mínimo de un mes de estancia-, que se encarga de la asistencia humanitaria cotidiana de todas las personas que recibimos; y larga estancia –mínimo de 4 meses-, en el cual tienes la posibilidad de involucrarte a una de las 5 áreas de trabajo de la organización –asistencia humanitaria; grupos vulnerables; derechos humanos y gestión migratoria; cambio estructural; y granja agroecológica-.
Por otro lado, se están promoviendo las prácticas profesionales –con posibilidad de revalidación académica- para los periodos de verano y otoño dentro del proyecto interdisciplinario “Clínica para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de Personas Migrantes y Refugiadas en México” que tiene entre sus objetivos objetivo -además de la asistencia, promoción y defensa de los derechos humanos de las personas que atendemos- el empoderamiento a comunidades locales, la incidencia y el impacto social a nivel regional en pro de personas migrantes y refugiadas.
En caso de estar interesado en un periodo de voluntariado pueden escribir al correo electrónico la72.direccion@gmail.com. Por otro lado, si te interesa realizar tus prácticas profesionales dentro de la Clínica, puedes contactarme a través de la72.derechoshumanos1@gmail.com