Próximo a ordenarse como sacerdote jesuita, Miguel Ángel Cuanalo Gómez es un hombre de fe y servicio cuya búsqueda de silencio y sentido lo condujo a un camino de profunda espiritualidad y compromiso con los demás
Todo comenzó con una búsqueda de sentido personal que, anclado como estaba en la tecnología, dirigió al buscador de Google. Una simple consulta en internet fue el comienzo de una búsqueda aún más compleja: aquella que lo llevaría en un profundo viaje de fe y autodescubrimiento que culminaría en la decisión de dedicar su vida al servicio de los demás, a través del apostolado jesuita.
Así fue como Miguel Ángel Cuanalo Gómez se acercó a la Compañía de Jesús, en 2011. Trece años más tarde, el ITESO será escenario en el que se ordene sacerdote jesuita, en julio de 2024.
Desde joven, Miguel Ángel trabajó con pueblos indígenas, una experiencia que despertó en él una inquietud social que sólo se intensificó con el tiempo. Con algunos compañeros fundó la asociación civil México, Piensa y Actúa, con el objetivo de llevar eventos culturales y académicos a universidades con menos recursos. Sin embargo, aquella sensación de incompletud se incrementó durante su vida profesional y empezó a buscar algo más profundo.
“Sentí que necesitaba un momento de silencio y reflexión, algo que me diera libertad y con lo que yo sintiera que nadie me iba a decir lo que tenía que hacer”, recuerda. “Literalmente busqué en la computadora ‘silencio’ y ‘fe’, y encontré los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola”, continua.
Aunque nunca se había acercado formalmente a la Compañía de Jesús, sabía de ella porque forma parte del imaginario católico de Puebla, además de que, durante sus años de preparatoria, Miguel Ángel acompañó a un amigo que tenía interés en sumarse a los jesuitas.
Originario de Atlixco, Puebla, Miguel Ángel pasó su infancia y juventud en la capital poblana, donde se educó en el Colegio Benavente, con los lasallistas. Se graduó como ingeniero industrial de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y continuó su formación académica con una maestría en Física de Materiales en la Universidad de Manchester, Inglaterra, y con un doctorado en educación en su alma mater. Durante años, combinó su carrera en consultoría y docencia con una búsqueda constante de sentido personal.
“Los Ejercicios Espirituales lo fueron todo”, afirma. “Más que cambiarme la vida, caí en cuenta de cosas que yo me venía preguntando. Los Ejercicios Espirituales te meten esta dinámica de búsqueda constante que te nutre de ánimo, esperanza y amor. Y te enamoras de la persona de Jesús”, comparte.
Esta experiencia lo impulsó a explorar su vocación religiosa e ingresó al prenoviciado en Ciudad de México, combinando la última etapa de su doctorado con los comienzos de su formación jesuita. Avanzó después al noviciado, que realizó en la Ciudad de los Niños, en Zapopan, Jalisco. Fue en este momento que confirmó su vocación.
Tiene estudios en Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO y es egresado de la Facultad Jesuita de Filosofía y Teología (FAJE), en Belo Horizonte, Brasil. A lo largo de su formación jesuita, Miguel Ángel ha trabajado con diversas comunidades, desde indígenas migrantes en El Colli hasta trabajadoras sexuales en Brasil. Actualmente es formador de novicios en Ciudad Guzmán, administrando casas de retiro y enseñando sobre la espiritualidad de San Ignacio y la fundación de la Compañía de Jesús.
Para los jesuitas, la vocación se confirma no sólo por el individuo, sino que también considera a sus formadores, por la gente a la que sirve y, por supuesto, por la familia. Al respecto, Miguel Ángel reconoce y agradece el incondicional apoyo que siempre ha recibido de sus padres. “Por supuesto que han tenido sus preguntas, pero éstas se han ido respondiendo conforme me han visto caminar dentro de la Compañía de Jesús; es un proceso que hacemos juntos”, señala.
Un compromiso de vida
A sus 41 años, Miguel Ángel continúa siendo un académico dedicado, pero su vida ahora está profundamente entrelazada con su vocación jesuita. Su formación y su servicio reflejan su compromiso de seguir el llamado de Jesús y servir a la sociedad a través de la enseñanza y la gestión. “Mi vida nunca dejó de ser académica, porque continué con mi trabajo académico dentro de la Compañía de Jesús. Lo que sucede es que ahora ese trabajo académico va a la par de la búsqueda vocacional”, apunta.
Además de su español natal, habla inglés, tzeltal y portugués. De mente analítica y curiosa, disfruta estar en ambientes de aprendizaje y formación. Es fan del rock latinoamericano, del indie británico y de la samba brasileña, entre otros ritmos latinos.
De cara a la ordenación, Cuanalo Gómez se dice listo para seguir explorando nuevas formas de servicio y realización personal dentro de la Compañía de Jesús. «Me siento contento de poder decir sí a una misión que me encomienda la Iglesia y a una misión en la cual me ha confirmado la Compañía de Jesús», afirma convencido.
“Tengo puesta mi confianza en Dios y puedo decir que seguirlo a él es mi camino. Me siento en las manos de mis compañeros jesuitas y de la gente a la cual servimos, que es finalmente como se puede llevar a cabo nuestro ministerio”, concluye.
FOTO: Luis Ponciano