El 23 de junio se celebra el Día Mundial de las Mujeres en la Ingeniería, para visibilizar a quienes se desarrollan profesionalmente en este ámbito y para promover que cada vez más jóvenes estudien y trabajen en este campo

Por Maya Viesca

La palabra ingeniería viene de ingenio —ingenium: engendrar, producir, invención inteligente—. Comprende, entre otras cosas, usar el conocimiento científico para construir herramientas, máquinas y estructuras; para manejar eficiente y productivamente recursos; para inventar, desarrollar y mejorar técnicas para resolver problemas y satisfacer necesidades, situaciones que implican indispensablemente observar el mundo y sus requerimientos. 

En 2014, la asociación inglesa Women’s Engineering Society, pionera en defender y apoyar la participación femenina en la ingeniería, propuso para la celebración de su 95 aniversario el establecimiento del Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería; dos años después, la UNESCO adoptó la propuesta y desde entonces cada 24 de junio se hacen esfuerzos globales para destacar las contribuciones de las ingenieras en el mundo, así como para promover que cada vez más mujeres estudien y trabajen en este campo, considerado uno de las más influyentes y dinámicos del mundo. 

 

Las primeras 

La primera mujer de la que se tienen datos acerca de su titulación como ingeniera en México fue Concepción Mendizábal, en 1930, en la UNAM; la portuguesa Rita de Morais Sarmento fue la primera en hacerlo en Europa, en 1896, antecedida por Elizabeth Bragg, que se tituló de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, en 1876. Todas en ingeniería civil.  

En el ITESO, la primera mujer en cursar completa una carrera de ingeniería fue María Teresa Maurer Ortiz Monasterio, quien ingresó a Ingeniería Química en 1965; Patricia Davy Ochoa comenzó la misma carrera un año después, pero fue la primera en titularse, en 1972. Al día de hoy en el ITESO se han matriculado 2 mil 465 mujeres en ingeniería a nivel licenciatura, 101 en maestría y cuatro en el nivel doctorado; se han titulado casi el 90 por ciento.  

Detrás de estos casos, muchos llenos de historias de rechazo y reclamos, ha habido muchas mujeres que, desde la ingeniería —y las ciencias y la invención en general—, han participado en el desarrollo tecnológico. No obstante, sigue siendo muy considerable la desigualdad de participación.  

 

Mirada de mujer 

Según el Observatorio laboral del gobierno federal, sólo 25 por ciento de los profesionistas ocupados en ingeniería en México son mujeres; en búsqueda de la equidad, aquí y en el mundo entero se desarrollan iniciativas y programas para estimular la participación de las mujeres en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés).  

Algunas de estas iniciativas ofrecen argumentos que insisten en los efectos que la diversidad tiene en la eficiencia de los equipos de trabajo y en una toma de decisiones más innovadora, creativa e inclusiva. Remarcan también el hecho de que los empleos para las egresadas de ingenierías suelen ser mejor pagados, lo que puede derivar en una mejor calidad de vida para las mujeres; y particularmente subrayan la importancia de integrar el punto de vista femenino en torno a las problemáticas para las cuales las ingenierías ofrecen soluciones, entre ellas las vinculadas a asuntos tan importantes como la computación, la construcción y el desarrollo urbano, la generación de energía, la electrónica y las telecomunicaciones, la industria de la alimentación y la pesca, las industrias mecánica, minera y metalúrgica, la química, la manufactura y los procesos, la producción agrícola, lo servicios de transporte, y la protección del medio ambiente, entre muchas otras. 

El proyecto universitario Café Scientifique ITESO ha incluido en programación diálogos con ingenieras expertas en diferentes ámbitos que pueden ser revisitados a través de la página web del Centro de Promoción Cultural. Guadalupe Huelz, doctora en ingeniería mecánica, investigadora del Instituto de Energías Renovables de la UNAM, habló sobre bioclimática; Rocío Díaz de la Garza, ingeniera química, investigadora del Tec de Monterrey en el área de biotecnología de alimentos, charló sobre alimentos vegetales y calidad nutricia; Maggie Aderin-Pocock, doctora en ingeniería y comunicadora de ciencia, experta en reparación de satélites, dialogó sobre su gran amor, la Luna; Ivette Quiñones, ingeniera biomédica, trabaja sobre los lazos entre tecnología, prótesis, deportistas, bailarinas y hasta cirqueros; y Raquel Zúñiga, ingeniera en sistemas alimentarios, investigadora en ciencias de los alimentos en el ITESO, charla sobre los alimentos conocidos como funcionales.  

 

FOTO: Carlos Díaz