Un grupo de artesanos del pueblo de Tequila aprovechan los materiales derivados del agave o los desechos de la producción tequilera dentro de un programa que llevan Fundación Cuervo y el Proyecto de Aplicación Profesional “Preservación de técnicas artesanales para el diseño de textiles y productos de la fibra del agave: juntos hacia un desarrollo local sustentable” del ITESO.
En las manos de Don Miguel Rodríguez el quiote –tallo– del agave se convierte en un balero, una maceta o hasta en una bocina de escritorio; en la fábrica de Norma Macías el bagazo –lo que sobra de la producción tequilera– se transforma en papel artesanal para libretas, invitaciones y hasta joyería; la miel del agave es la base del negocio de repostería de Elizabeth Torres.
Ellos son algunos artesanos de Tequila que aprovechan los materiales derivados de esta planta que en la cultura náhuatl era considerada una creación divina.
La ruta de consolidación como artesanos de Miguel, Norma y Elizabeth tuvo altas y bajas. Norma, por ejemplo, comenzó su fábrica de papel hace más de 17 años y por momentos no pudo seguir con su producción; hoy la historia es otra, acaba de cerrar un trato para enviar parte de su producción de papel a Francia y España bajo la marca Fibraz.
Estudiantes del ITESO los acompañan en sus procesos desde hace dos años en el Proyecto de Aplicación Profesional “Preservación de técnicas artesanales para el diseño de textiles y productos de la fibra del agave: juntos hacia un desarrollo local sustentable”, en conjunto con la Fundación Cuervo.
“El proyecto en general tiene como intención recuperar técnicas, apoyar a los artesanos con herramientas y metodologías, innovar en el diseño aplicando elementos de identidad de la zona que tiene íconos como el paisaje que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO” explica Andrea Fellner Grassman, coordinadora del PAP del Departamento de Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) en el que participan estudiantes de Diseño, Mercadotecnia, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Industrial, Arquitectura, Comunicación y Artes Audiovisuales.
El PAP también colabora con un grupo de bordadoras con quienes realizan actividades para enriquecer sus técnicas como un taller para teñir usando productos de la naturaleza o de técnicas como la abstracción de imágenes de flores de la región que después serán plasmadas en bolsas.
Otro proyecto es Flor de Agave y Puntadas. “Ellos crecieron tanto que se hizo un rediseño de una marca paraguas” explica Andrea Fellner. Tienen tres líneas de producción: una de bolsas tejidas que evocan los campos agaveros, productos de belleza, higiene y cuidado personal, del que se desprendió la línea Barbeo enfocada a un público masculino.
Con todos los artesanos, los estudiantes aplican sus saberes para mejorar sus procesos, sus instalaciones, sus técnicas de elaboración de artesanías, así como el diseño de productos, de sus marcas –con su registro correspondiente– y manuales de identidad.
La intervención del PAP representa la oportunidad de crear núcleos económicos; “a lo mejor no aparecen en las estadísticas, pero el conjunto en un pueblo con varios proyectos creativos que detonan pequeños núcleos productos sí es una cuestión que cambia cosas en la gente”, señala la profesora del ITESO.
Los productos de estos artesanos ya se pueden encontrar en la tienda de Cuervo en Tequila y esperan en un futuro tener otros puntos de venta.
“La Fundación quiere generar una comercializadora social, la idea es que los mismos artesanos se hagan cargo de esa tienda”, detalla Andrea Fellner. “Se va a llamar Región Azul porque también en esta tienda quieren vender los productos de las familias que tienen ranchos”.
Más allá del tequila
El PAP también contempla el ámbito del turismo social, Andrea Fellner apunta que Tequila creció alrededor de las fábricas y el turismo se tejió en ese entorno.
“En los últimos 10 años aumentó el flujo turístico que tiene casi un millón de turistas al año, pero ese desarrollo se ha acomodado con poca vinculación a la gente del pueblo”.
Andrea Fellner ve en el turismo una oportunidad para que las personas de Tequila desarrollen su creatividad y aprovechen el flujo económico que generan los visitantes. Y adelantó que el PAP tiene como proyecto un mapa para que los turistas conozcan más de cuestiones gastronómicas y de tradiciones.
La profesora señala que existe un estudio en el que se revela que las tequileras retienen a los visitantes no más de 5 horas, lo que representa una dificultad para que se hospeden al menos una noche, “entonces sí hay como una intención de ver en un futuro cómo puedes ofrecer otras actividades, además el turismo ha cambiado y la gente quiere tener más experiencias.
“El imaginario de Tequila es el agave, ver cómo giman y tomar tequila, ¿cómo diversificar esto?, la idea es que este mapa social sea una herramienta de vinculación entre el turismo y las tequileras con la gente, que tengan la posibilidad de vincularse con ellos y al mismo tiempo los pobladores puedan también beneficiarse”.
Miguel Rodríguez
Artesanías de quiote
A unos pasos de Mundo Cuervo, tiene su taller donde desde hace 10 años trabaja en sus artesanías; “anteriormente yo no tenía el don de ser artesano” y cuenta que cuando hubo una sobreproducción de agave comenzó a recolectar quiote para hacer un tejabán, así comenzó a trabajar con este material.
“En el taller –que es su casa– tengo muchas cosas, como instrumentos musicales, tengo un tololoche que hice de la planta de agave y un arpa; también tengo de un quiote largo una trompeta, se hizo aquí en el ITESO en el periodo pasado, los muchachos empezaron e hicimos ese instrumento y sí ‘toca’”.
Norma Macías
Fibraz
Una alternativa para usar el bagazo fue hacer papel artesanal y Fundación Cuervo impartió un curso que tomó Norma para arrancar su empresa, tardaron un año en perfeccionar la técnica para fabricar pliegos de dos metros.
Al hablar de la colaboración del PAP en cuestiones como diseño de libretas, sobres, entre otros, afirma que “sí se notó el antes y el después, le dieron cierta frescura y novedad, de repente estás metido en lo mismo y como que ya no le ves qué más se puede hacer”.
Evalia Castañeda y Erlindo Remos
Cocina tradicional
“La calabaza en este tiempo echa otra guía, esa mis abuelos la cortaban y la guisaban” relata Evalia Castañeda quien está rescatando las recetas de sus ancestros para, junto con su marido Erlindo Remos, poner una fonda de comida tradicional.
Los guisos se elaborarían con lo que cultiva don Erlindo en su rancho el Chiquihuitillo.
La agricultura, dice Erlindo ha sido su escuela de vida y tiene esperanza en este proyecto, “todo el tiempo tengo la idea de que mi pequeño rancho sea productivo, que nos dé”.