La Casa ITESO Clavigero albergó la presentación del número 10 de la revista Clavigero, que aborda las adicciones y su prevención.
Por lo general, cuando las personas escuchan el término “adicto” se imaginan ya a una persona sucia, puño en la boca inhalando alguna sustancia y con los ojos enrojecidos, o a una persona permanentemente alcoholizada. Si se añade “en recuperación” vienen a la mente los centros de rehabilitación que aparecen continuamente en las noticias y que prácticamente son descritos como lugares de tortura. Pero ni una cosa ni otra: ni todos los adictos lo son a las sustancias ni todos los centros de rehabilitación maltratan a sus pacientes. El problema es que los mitos y los prejuicios envuelven un tema sobre el que es necesario echar luz para atenderlos de manera integral y efectiva. De eso queda constancia en el número 10 de Clavigero en torno al cual se realizó el “Diálogo de saberes sobre la complejidad de las adicciones” y que se presentó en la Casa ITESO Clavigero.
Tanto la charla como el número de Clavigero forman parte de una investigación que, desde hace dos años y medio, realiza el Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO y que lleva por título “Desarrollo de la capacidad de agencia y la reconfiguración emocional en hombres y mujeres adictos. Hacia un proceso de prevención”. Noemí Gómez, profesora del ITESO, explica que en la investigación participan estudiantes, psicoterapeutas, académicos y profesionales que trabajan con personas en rehabilitación.
Durante la charla participaron algunos de los autores de la publicación y que también forman parte del equipo de la investigación. Ante casi un centenar de asistentes, explicaron que uno de los principales retos al abordar el tema de las adicciones es la lucha contra los mitos. Y es que, si bien se tiende a asociar las adicciones con el consumo de sustancias, lo cierto es que hay muchas otras formas de adicción: a comer, al ejercicio, a la pornografía, al trabajo, al sexo, al juego, a las compras, a otras personas, a los videojuegos, etc. “Las condiciones de la sociedad actual han generado situaciones sobre las que ni la ciencia ficción pudo haber alertado”, señaló María Peña, quien también participó en la edición de Clavigero dedicada a las adicciones. La profesora de la Maestría en Psicoterapia del ITESO añadió que “es urgente generar espacios de diálogo y esperanza, porque la prevención de las adicciones va más allá de las buenas intenciones. Es necesario ver que esos datos en realidad son personas con historias, nombre y apellidos”.
A la mesa acudieron Pedro Briones, de un grupo de ayuda mutua para personas con adicciones; Julio García, estudiante de la Maestría en Psicoterapia; Sofía Cervantes, profesora de la maestría; Martha Galván, también estudiante; Sara Yépez, consejera en adicciones con experiencia en acompañamiento de grupos de ayuda mutua para adictos y sus familiares; Andrés Bringas, director de la clínica Ser Libre; e Irving Castillo, alumno de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura. Ellos, junto con otros colaboradores, realizaron los materiales que integran la décima entrega de Clavigero, en la que se abordan temas como la familia adicta al adicto, la reconstrucción del lazo materno cuando uno hijo presenta una adicción, los mitos y las realidades de los centros de internamiento, los conflictos entre los “padrinos” de Alcohólicos Anónimos y los psicoterapeutas, entre otros. Casi todas las intervenciones tuvieron un denominador común: la adicción no es el principal problema, sino el entorno —que la propicia y cobija— y no saber leer las señales. Pedro Briones precisó que antes del primer consumo de cualquier sustancia hay 16 síntomas previos que muchas veces son pasados por alto.
En ese sentido, Sofía Cervantes señaló que “las emociones que provocan una adicción están ahí desde antes de que ésta se manifieste”.
Por su parte, Martha Galván dijo que muchas veces se tiende a dar largas a la atención de las adicciones primero por un proceso de negación y después por la vergüenza de reconocer que un miembro de la familia la padece. “El desconocimiento hace que la familia atienda la situación tardíamente”, añadió.
¿Cómo prevenir entonces? Julio García habló de la importancia de crear vínculos sólidos y sanos, ya que éstos permiten a las personas ordenarnos tanto interna como exteriormente.
Así, el primer paso para la prevención, o para la rehabilitación, pasa por un proceso de revinculación, para que el individuo experimente cariño, respeto y se sepa parte de un núcleo social. Sara Yépez, por su parte, señaló que es necesario el trabajo integral con el adicto y con su familia porque “él se enfermó en casa, es necesario limpiar el entorno y forjar relaciones sanas y satisfactorias”.