Victoriano de la Cruz decidió hacerse lingüista para mostrar la riqueza de su lengua madre, el náhuatl. En el ITESO impartirá un curso introductorio a esta cultura.

Mil 500 palabras.

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Ese es el número de vocablos que usamos regularmente y que provienen del náhuatl, afirma Victoriano de la Cruz, lingüista originario de la comunidad de Tepoxteco, municipio de Chincotepec, en el norte de Veracruz. Habla polaco, inglés, entiende ruso y ucraniano, y puede leer francés e italiano.

Chocolate, tomate, chile o tamales, son apenas una muestra de la presencia del náhuatl en el español y en otras lenguas –chocolat en francés o chocolada en polaco–. El último censo calculó que un millón y medio de mexicanos se comunica en náhuatl.

A Victoriano, su lengua madre lo ha llevado a distintas partes del mundo, como Polonia y España, donde ha impartido cursos de náhuatl como el que impartirá en el ITESO del 16 de marzo al 21 de abril: “Introducción a la lengua y cultura náhuatl”. Más información en el correo lenguas@iteso.mx.

¿Qué es lo más difícil de hablar náhuatl?

Es la aglutinación, es decir, en español estamos acostumbrados a hacer unas frases con palabras graves o esdrújulas y su morfología no es tan compleja, tiene cuatro o cinco sílabas máximo, en cambio en el náhuatl puedes tener palabras de ocho o 10 sílabas y, si aglutinas, puedes tener hasta 15 sílabas en una sola emisión.

El náhuatl, ¿es una lengua que ha crecido en léxico?

Totalmente. En diferentes décadas hubo procesos de cambio, nuevas herramientas, nuevos equipos, y se van creando palabras nuevas.

Pero, por otra parte, también está entrando masivamente –como le pasa al español–, léxico del inglés, con palabras como “computadora”.

En español tenemos la RAE que rige qué palabras se agregan al vocabulario. ¿Y en náhuatl?

En náhuatl hay una real o rial academia (bromea). Son diferentes personas de la Ciudad de México, principalmente de la zona de Milpa Alta y Texcoco, que tienen un consejo. No es un consejo de vigilancia, pero sí hay ciertos acuerdos que se van tomando sobre los procesos de cambio de la lengua náhuatl.

Definen hasta qué punto vamos a aceptar los préstamos de diferentes lenguas, no solamente del inglés, sino préstamos entre lenguas vecinas, porque el náhuatl convive con el huasteco, el maya, el zapoteco o el mixteco.

 “El polaco fue una lengua que aprendí por gusto, el español por imposición y el inglés por necesidad”

¿Por qué elegiste ser lingüista sobre cualquier otro estudio en educación superior?

Mis padres son hablantes del náhuatl como primera lengua y también mis abuelos; ellos me decían constantemente: ‘si tu lengua materna te da de comer, úsala’. Hay un discurso de que las lenguas indígenas no sirven para nada. Entonces me formé con la idea de quitar el estereotipo de que las lenguas indígenas no sirven. A mí me ha dado de comer y he viajado por todo el mundo impartiendo cursos de náhuatl.

Creo que debo mostrar esa riqueza lingüística que tiene el náhuatl, tiene un corpus inmenso de documentos, mayor que el francés del Siglo XVI.

¿Cuántos?

Son millones en el Archivo General de la Nación en la Ciudad de México, en el Arzobispado de la Arquidiócesis de Guadalajara, en el Archivo de Zapopan o en el Archivo Histórico del Gobierno del Estado. Hay muchos documentos en náhuatl porque fue la lengua que los frailes franciscanos, dominicos o jesuitas tuvieron que aprender.

En cuanto a producción en lengua náhuatl, ¿qué hay en la actualidad?

En los últimos 30 o 40 años hay mucha literatura, principalmente narrativa: poesía, cuento y teatro. Nuestra Carta Magna ya está en náhuatl y también artículos y tesis de maestría.