Las integrantes de la Cooperativa Corazón de Maíz valoran su trabajo para el crecimiento de su comunidad, ellas trabajan de la mano del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Desarrollo de proyectos productivos sociales”.
San Cristóbal Zapotitlán, en Jocotepec, se levantó sobre saberes viejos, nardos y canastas. Las mujeres lo levantaron. Allá, las manos de las mujeres son fuertes. Y generan belleza. Muchas, muchísimas habitantes de esta pequeña comunidad, una de las que bordean al lago de Chapala, son artistas populares. Tejen flores, catrinas y cestos con palma, hojas de maíz y ocochal seco, como se llama al follaje delgadísimo de los pinos, que tiene aspecto de agujas muy largas.
No siempre fue así. Dicen que San Cristóbal era una ranchería sin vocación artesanal. Luego, hará menos de cien años, alguien comenzó con la palma y en los años 90 alguien más adoptó la hoja de maíz y, hace muy poco, el ocochal. Las mujeres se hicieron dueñas del oficio, porque —como ellas cuentan—, las deja contribuir en la economía familia y cuidar de sus hijos.
Con todo, hasta hace unos tres años, tenían un defecto terrible. Regalaban su trabajo.
Algunas de ellas, las que integran la cooperativa Corazón de Maíz, buscaron el apoyo del ITESO, que desde el verano de 2017 organizó el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Desarrollo de proyectos productivos sociales” – escenario Jocotepec–, que forma parte del Programa de Economía Social, coordinado por Departamento de Economía, Administración y Mercadotecnia (Deam).
Todavía no son millonarias. Ni de muy lejos. Su riqueza es otra: ahora alzan la voz para pedir ganancias más justas por su trabajo; saben de la importancia de la administración de su grupo; se sienten —siempre lo fueron— importantes y están dispuestas a compartir sus saberes con otras.
Las y los estudiantes del ITESO han trabajado con Corazón de Maíz en el desarrollo de una marca, el costeo, el diseño de las etiquetas de los productos y los principios de cooperativismo, así como en la gestión social, en la búsqueda de que exista mayor interrelación entre las mujeres del poblado.
La cooperativa sigue afinando los detalles que la pueden llevar a un destino financiero mejor, explica la profesora del Centro de Investigación, Formación y Vinculación Social del ITESO, Gabriela Muñoz.
Faltan, por ejemplo, las redes de comercialización. Eso fue lo que las artistas populares le pidieron a la directora General de Fomento Artesanal del gobierno de Jalisco, Margarita Alfaro Arauguren, que estuvo presente en el reconocimiento. Se lo pidieron prudentes y, al mismo tiempo, con una seguridad ejemplar. Ya se dieron cuenta de que ellas y sus manos prodigiosas levantaron a un pueblo. Eso es mucho, muchísimo.
Para las artistas, están muy cerca de la figura de superhéroes las y los estudiantes que integran este PAP, en el que participan las profesoras Gabriela Muñoz y Josefina Robles y acompaña Patricia Pocovi. Juro que no exagero.
Con la participación de siete estudiantes de las licenciaturas de Comercio y Negocios Globales, Contaduría y Gobierno Corporativo, Publicidad y Comunicación Estratégica y Psicología, el PAP intenta también que no exista división entre las artistas que integran las diversas cooperativas de San Cristóbal Zapotitlán.
Por eso, el 27 de marzo pasado, la universidad, junto con otros organismos como Proméxico AC y la Fundación con Causa Azul, participó en la entrega de reconocimientos a diez mujeres de la comunidad, independientes o de cooperativas diferentes, que han vivido más 70 años de edad, muchos de los cuales los han dedicado a crear piezas únicas.
El homenaje ocurrió en el Centro Artesanal del poblado, en el marco del Día del Artesano, que se celebró el 19 de marzo.
Las mujeres de Corazón de Maíz tomaron el micrófono. Dijeron que el PAP ha sido indispensable para que ellas entiendan el valor de su trabajo en la región y su valor para el crecimiento económico de su comunidad: “Nunca nos han dejado. Todo el tiempo nos han apoyado, porque están convencidos de que nuestro arte vale, y vale mucho”, afirmó Raquel García Escoto, integrnte de Corazón de Maíz.
San Cristóbal Zapotitlán, en Jocotepec, se levantó sobre saberes viejos, nardos y canastas. Las mujeres lo levantaron. Allá, las manos de las mujeres son fuertes. Y generan belleza. Muchas, muchísimas habitantes de esta pequeña comunidad, una de las que bordean al lago de Chapala, son artistas populares. Tejen flores, catrinas y cestos con palma, hojas de maíz y ocochal seco, como se llama al follaje delgadísimo de los pinos, que tiene aspecto de agujas muy largas.
No siempre fue así. Dicen que San Cristóbal era una ranchería sin vocación artesanal. Luego, hará menos de cien años, alguien comenzó con la palma y en los años 90 alguien más adoptó la hoja de maíz y, hace muy poco, el ocochal. Las mujeres se hicieron dueñas del oficio, porque —como ellas cuentan—, las deja contribuir en la economía familia y cuidar de sus hijos.
Con todo, hasta hace unos tres años, tenían un defecto terrible. Regalaban su trabajo.
Algunas de ellas, las que integran la cooperativa Corazón de Maíz, buscaron el apoyo del ITESO, que desde el verano de 2017 organizó el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Desarrollo de proyectos productivos sociales” – escenario Jocotepec–, que forma parte del Programa de Economía Social, coordinado por Departamento de Economía Administración y Mercadotecnia (Deam).
Todavía no son millonarias. Ni de muy lejos. Su riqueza es otra: ahora alzan la voz para pedir ganancias más justas por su trabajo; saben de la importancia de la administración de su grupo; se sienten —siempre lo fueron— importantes y están dispuestas a compartir sus saberes con otras.
Las y los estudiantes del ITESO han trabajado con Corazón de Maíz en el desarrollo de una marca, el costeo, el diseño de las etiquetas de los productos y los principios de cooperativismo, así como en la gestión social, en la búsqueda de que exista mayor interrelación entre las mujeres del poblado.
La cooperativa sigue afinando los detalles que la pueden llevar a un destino financiero mejor, explica la profesora del Centro de Investigación, Formación y Vinculación Social del ITESO, Gabriela Muñoz.
Faltan, por ejemplo, las redes de comercialización. Eso fue lo que las artistas populares le pidieron a la directora General de Fomento Artesanal del gobierno de Jalisco, Margarita Alfaro Arauguren, que estuvo presente en el reconocimiento. Se lo pidieron prudentes y, al mismo tiempo, con una seguridad ejemplar. Ya se dieron cuenta de que ellas y sus manos prodigiosas levantaron a un pueblo. Eso es mucho, muchísimo.
Para las artistas, están muy cerca de la figura de superhéroes las y los estudiantes que integran este PAP, en el que participan las profesoras Gabriela Muñoz y Josefina Robles y acompaña Patricia Pocovi. Juro que no exagero.
Con la participación de siete estudiantes de las licenciaturas de Comercio y Negocios Globales, Contaduría y Gobierno Corporativo, Publicidad y Comunicación Estratégica y Psicología, el PAP intenta también que no exista división entre las artistas que integran las diversas cooperativas de San Cristóbal Zapotitlán.
Por eso, el 27 de marzo pasado, la universidad, junto con otros organismos como Proméxico AC y la Fundación con Causa Azul, participó en la entrega de reconocimientos a diez mujeres de la comunidad, independientes o de cooperativas diferentes, que han vivido más 70 años de edad, muchos de los cuales los han dedicado a crear piezas únicas.
El homenaje ocurrió en el Centro Artesanal del poblado, en el marco del Día del Artesano, que se celebró el 19 de marzo.
Las mujeres de Corazón de Maíz tomaron el micrófono. Dijeron que el PAP ha sido indispensable para que ellas entiendan el valor de su trabajo en la región y su valor para el crecimiento económico de su comunidad: “Nunca nos han dejado. Todo el tiempo nos han apoyado, porque están convencidos de que nuestro arte vale, y vale mucho”, afirmó Raquel García Escoto, integrnte de Corazón de Maíz.
San Cristóbal Zapotitlán, en Jocotepec, se levantó sobre saberes viejos, nardos y canastas. Las mujeres lo levantaron. Allá, las manos de las mujeres son fuertes. Y generan belleza. Muchas, muchísimas habitantes de esta pequeña comunidad, una de las que bordean al lago de Chapala, son artistas populares. Tejen flores, catrinas y cestos con palma, hojas de maíz y ocochal seco, como se llama al follaje delgadísimo de los pinos, que tiene aspecto de agujas muy largas.
No siempre fue así. Dicen que San Cristóbal era una ranchería sin vocación artesanal. Luego, hará menos de cien años, alguien comenzó con la palma y en los años 90 alguien más adoptó la hoja de maíz y, hace muy poco, el ocochal. Las mujeres se hicieron dueñas del oficio, porque —como ellas cuentan—, las deja contribuir en la economía familia y cuidar de sus hijos.
Con todo, hasta hace unos tres años, tenían un defecto terrible. Regalaban su trabajo.
Algunas de ellas, las que integran la cooperativa Corazón de Maíz, buscaron el apoyo del ITESO, que desde el verano de 2017 organizó el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Desarrollo de proyectos productivos sociales” – escenario Jocotepec–, que forma parte del Programa de Economía Social, coordinado por Departamento de Economía Administración y Mercadotecnia (Deam).
Todavía no son millonarias. Ni de muy lejos. Su riqueza es otra: ahora alzan la voz para pedir ganancias más justas por su trabajo; saben de la importancia de la administración de su grupo; se sienten —siempre lo fueron— importantes y están dispuestas a compartir sus saberes con otras.
Las y los estudiantes del ITESO han trabajado con Corazón de Maíz en el desarrollo de una marca, el costeo, el diseño de las etiquetas de los productos y los principios de cooperativismo, así como en la gestión social, en la búsqueda de que exista mayor interrelación entre las mujeres del poblado.
La cooperativa sigue afinando los detalles que la pueden llevar a un destino financiero mejor, explica la profesora del Centro de Investigación, Formación y Vinculación Social del ITESO, Gabriela Muñoz.
Faltan, por ejemplo, las redes de comercialización. Eso fue lo que las artistas populares le pidieron a la directora General de Fomento Artesanal del gobierno de Jalisco, Margarita Alfaro Arauguren, que estuvo presente en el reconocimiento. Se lo pidieron prudentes y, al mismo tiempo, con una seguridad ejemplar. Ya se dieron cuenta de que ellas y sus manos prodigiosas levantaron a un pueblo. Eso es mucho, muchísimo.
Para las artistas, están muy cerca de la figura de superhéroes las y los estudiantes que integran este PAP, en el que participan las profesoras Gabriela Muñoz y Josefina Robles y acompaña Patricia Pocovi. Juro que no exagero.
Con la participación de siete estudiantes de las licenciaturas de Comercio y Negocios Globales, Contaduría y Gobierno Corporativo, Publicidad y Comunicación Estratégica y Psicología, el PAP intenta también que no exista división entre las artistas que integran las diversas cooperativas de San Cristóbal Zapotitlán.
Por eso, el 27 de marzo pasado, la universidad, junto con otros organismos como Proméxico AC y la Fundación con Causa Azul, participó en la entrega de reconocimientos a diez mujeres de la comunidad, independientes o de cooperativas diferentes, que han vivido más 70 años de edad, muchos de los cuales los han dedicado a crear piezas únicas.
El homenaje ocurrió en el Centro Artesanal del poblado, en el marco del Día del Artesano, que se celebró el 19 de marzo.
Las mujeres de Corazón de Maíz tomaron el micrófono. Dijeron que el PAP ha sido indispensable para que ellas entiendan el valor de su trabajo en la región y su valor para el crecimiento económico de su comunidad: “Nunca nos han dejado. Todo el tiempo nos han apoyado, porque están convencidos de que nuestro arte vale, y vale mucho”, afirmó Raquel García Escoto, integrnte de Corazón de Maíz.