Es innegable que la Inteligencia Artificial llegó para quedarse; su uso en el ámbito artístico genera la necesidad de redefinir lo que constituye una obra y un autor, para reconocer las nuevas formas artísticas que emergen con esta tecnología
Por María Fernanda Mancilla Pavía
Cuando pensamos en un artista o en alguien creativo relacionado con el sector cultural lo primero que se debe considerar es que se ha preparado durante años para pulir sus conocimientos técnicos que le ayudan a dar vida a sus creaciones. Todo eso podría terminar hoy. La Inteligencia Artificial (AI) ha revolucionado la forma en que se crea, distribuye y consume el arte y la cultura. Mientras que un pintor podría tardarse meses o años creando una sola pieza, actualmente existen herramientas para la creación de contenido que podrían agilizar el proceso y hacerlo en cuestión de segundos.
Entre los usos más controvertidos de estas herramientas están la creación asistida y la generación de contenido automatizado. Ambas ayudan a los creadores a generar nuevas ideas y mejorar su trabajo, pero la diferencia principal radica en el campo que se aplica. La primera incluye la asistencia para la creación musical, literaria o arte visual. Un buen ejemplo es MidJourney, un programa de inteligencia artificial que utiliza la herramienta Text to Image para transformar texto descriptivo en imágenes. A diferencia de otras aplicaciones similares, ésta destaca por tener un mejor resultado que se traduce en imágenes mejor estructuradas y definidas con un estilo particular. Actualmente, su acceso está limitado al Discord oficial del proyecto, y el proceso de creación varía de uno a cinco minutos. Al finalizar presenta cuatro variantes de la imagen que se pidió, ofreciendo diferentes opciones, de las cuales puedes solicitar modificaciones para generar nuevas versiones de alta resolución.
La segunda herramienta incluye, una vez más, el análisis de datos para generar automáticamente resúmenes, informes y noticias. Esta automatización se utiliza más en el ámbito periodístico, ya que les permite a los medios de comunicación producir contenido de manera más rápida, eficiente y personalizada al analizar los patrones de lectura de los consumidores. Entre estas plataformas de noticias se encuentran The Washington Post, Forbes y AP.
Esto crea un panorama no muy favorable para este sector, puesto que puede parecer desalentador, pero, como todo en esta vida, existen pros y contras. Por el lado de los consumidores del sector artístico y cultural, los algoritmos de IA pueden analizar los datos de los usuarios, así como sus preferencias y comportamientos para recomendar eventos culturales y artísticos que se adapten a sus gustos. Esto permite descubrir nuevo contenido que, de otra manera, podrían haber pasado por alto. Un ejemplo de esto es la plataforma de streaming Spotify, que utiliza este tipo de algoritmos para recomendar música a sus usuarios en función de su comportamiento como escuchas. Otro ejemplo es Netflix, que recomienda películas o series a partir de los patrones de conducta y visualización del usuario.
El análisis de datos también mejora la gestión de recursos, ya que se puede analizar los patrones de tráfico y las preferencias de los usuarios para optimizar la programación de eventos y la gestión de la seguridad, entre otros. Una de las aplicaciones que se apoya de la IA para la gestión de eventos es Eventbrite, con la cual se puede predecir la demanda de entradas y en consecuencia ajustar los precios de una manera sencilla.
La IA también se utiliza para la preservación del patrimonio cultural. Ésta analiza grandes cantidades de datos, como imágenes y documentos históricos, para poder identificar patrones y tendencias. De esta manera los conservadores y restauradores logran identificar áreas de deterioro y tomar las medidas adecuadas para preservar y proteger el patrimonio cultural. Google Arts & Culture utiliza la tecnología de aprendizaje autónomo para analizar y clasificar las obras que digitaliza. Además, Alphabet también cuenta con programas de residencia artística para ayudar a los artistas a crear obras de arte generativas. La plataforma proporciona acceso a herramientas de IA y recursos para ayudarles a crear obras de arte únicas y originales.
Ya hemos visto cómo se ha desarrollado la IA en este sector, pero aún queda un tema polémico por resolver: los derechos de autor. Algunos puntos clave de la complejidad del problema son que están en constante cambio y que carecen de claridad en la titularidad de los derechos de autor para obras generadas por esta tecnología —mientras que en países como Estados Unidos solamente se registran obras creadas por humanos como originales y en Europa se exige una “creación intelectual propia del autor”. Como vimos en varios ejemplos, la IA se puede usar en la generación automatizada de contenido, cuestionando la originalidad y la propiedad intelectual, lo que genera la necesidad urgente de definir qué constituye una obra y un autor para reconocer las nuevas formas artísticas que emergen con esta tecnología.
María Fernanda Mancilla Pavía es estudiante de la Licenciatura en Gestión Cultural del ITESO. Este artículo es parte de la investigación “Pánico artificial. El avance de la Inteligencia Artificial y el miedo al reemplazo de la humanidad” que se realiza en el PAP Mirar la ciudad con otros ojos, periodo de otoño 2023.