Seguramente has escuchado los términos metaverso y NFT, pero ¿sabes el potencial que tienen en el mercado del arte digital?

Por María Fernanda Mancilla Pavía y Emiliano Briseño Domínguez

¿Qué es el metaverso? ¿Es Meta o Apple o Epic o Decentraland? La realidad es que para la vasta mayoría de usuarios ninguna de estas empresas representa realmente al metaverso. El metaverso puede verse como una capa abstracta de la Internet, pero con dos diferencias específicas. La primera es que, al igual que con la Internet, la capa visual con la que el usuario interactúa mejora progresivamente con el paso del tiempo y la ayuda de los desarrolladores. En la actualidad tenemos conferencias remotas gratuitas y películas o contenido en 4K al alcance de cualquier persona que disponga de una conexión a la red. El propósito es, con el tiempo, desarrollar una realidad mixta entre el mundo virtual y el presencial de forma funcional. 

Para entender una realidad mixta funcional podemos imaginarla como un par de lentes de sol con un peso, estilo y tamaño específicos, la diferencia es que tendrán la capacidad de cambiar entre realidad normal, realidad virtual y realidad aumentada (objetos digitales superpuestos dentro de tu campo de visión). La mayor parte de nuestro tiempo estará destinada a la realidad aumentada y no a la realidad virtual, como muchos podrían llegar a creer. La realidad aumentada puede ser vista como la muerte de las pantallas, dejando atrás los celulares o las laptops. Imagina que vas caminando por la calle y recibes una notificación, pero no necesitas sacar tu celular para revisarla porque puedes simplemente leerla en la orilla de tu ojo. 

La pandemia del covid–19 provocó un cambio en nuestra forma de comunicarnos. Zoom fue decisivo para un sinfín de instituciones, empresas e industrias, las clases se volvieron remotas y, así como los viajes, muchos dejaron la atrás presencialidad casi de manera permanente. Ahora, imaginemos que un colega de otro país tiene la posibilidad de teletransportarse directamente a tu oficina o lobby cuando decidas invitarlo… es algo que hace poco parecía imposible, pero la realidad virtual lo trae a la realidad. 

Las interacciones dentro de la realidad virtual serán cada vez más frecuentes, desde las juntas de negocios hasta reuniones familiares y amistosas o galerías personales para presumir tus obras de arte. Otro posible uso comercial de esta tecnología será, por ejemplo, cuando desees realizar un viaje y puedas dar un tour por el hotel, recorrer sus pasillos, sus albercas y la playa, o si eres un agente inmobiliario que quiere diferenciarse de su competencia y ofrecer una experiencia innovadora para que conozcas la casa o el departamento como si estuvieras en él. 

Probablemente la mayor parte del tiempo se destine a la realidad aumentada, ya que es lo más cercano a lo que acostumbramos. Muchos empleados y trabajadores pasan gran parte del día frente a una pantalla, lastimando sus ojos; al final de su jornada “descansan” mirando su celular. Es de esta forma como la realidad aumentada puede verse como una mejora en la calidad de vida, en lugar de afectarla. 

Estos cambios comenzarán a tener nuevas implicaciones en el funcionamiento de la sociedad. Un ejemplo serán los negocios, pues cada día será más irrelevante la ubicación física con la inclusión de las dark kitchen (negocio de servicios de alimentos que atiende a los clientes exclusivamente mediante entrega en linea) dentro de los universos virtuales. Fuera de la interacción social, reunirse para comer y beber, básicamente todo estará a nuestro alcance sin la necesidad de trasladarnos. Mientras todos estos cambios se concretan veremos progresos de forma gradual en los espacios digitales en 3D. Actualmente hay varios espacios virtuales que permiten interactuar en el metaverso sin la necesidad de utilizar algún tipo de visor y aun así ofrecen una mejor experiencia de consumo de obras que los marketplaces (sitios web de comercio electrónico en el que múltiples proveedores venden sus piezas de arte digital). 

Mientras las capas de visualización online sigan mejorando, los objetos digitales ganarán valor y relevancia. Los avatares, ya sea en segunda o tercera dimensión, los espacios virtuales, el arte, los trabajos, las redes sociales, etcétera, llegaron a cambiar la forma en que interactuamos en línea, y el metaverso también vendrá acompañado de nuevos comportamientos, como podemos advertirlo con todos los seudónimos ocultos tras los avatares que interactúan en las comunidades anónimas. 

La cuestión importante es ¿quién guarda el registro de a quién le pertenece cada objeto digital? La respuesta se reduce a dos posibles variables: una base de datos de una gran compañía o alguna blockchain (libro mayor compartido e inmutable para registrar transacciones, rastrear activos y generar confianza en una red de negocios de forma digital). Si decidimos ir con una empresa probablemente enfrentaremos las mismas problemáticas de siempre, una gran compañía y un poder absoluto son la conjunción perfecta para la tiranía. Es por esto que si el metaverso termina convirtiéndose en algo similar a lo que actualmente son las redes sociales, una entidad centralizada sería el tirano perfecto. 

Pongamos el caso de Meta, que propone cobrar 47.5% de las ganancias de cada objeto digital. No tiene sentido alguno querer regalarle la mitad de tus ganancias a una compañía billonaria que tiene la posibilidad de limitar tu acceso en cualquier momento, si así lo deseara. Si existe un algoritmo con la capacidad de bloquear el servicio podrías perder instantáneamente el acceso a tus bienes de manera injustificada, ya sea de forma temporal o permanente. Otra cosa importante es que para hacer uso del visor necesita usar cámaras que apuntan a su alrededor, entonces, imagina que toda esa información termina en una base de datos en la que no queda más opción que confiar. En cualquier momento se podría generar una transmisión en vivo de la vista de cada individuo mediante un hackeo o intervención remota. 

Captura de pantalla de Metamask (cartera digital basada en la blockchain de Ethereum para autentificar tu identidad y acceder a metaversos o almacenar NFT). 

¿Qué es NFT?

Es un método descentralizado de almacenamiento de cualquier objeto digital, es decir una aplicación que integra ERC–721 (estándar de token no fungible). De otra manera, como se maneja actualmente, tus objetos quedan encerrados dentro de un ecosistema, forzando al usuario a comprar de nuevo cada vez que la empresa así lo decida. En cambio, haciendo uso del protocolo estos problemas se desvanecen. Hoy existen docenas de aplicaciones útiles para esta tecnología y cada día se expanden las opciones. Es fácil de comprender, pues cualquier persona que diga que los NFT no son el lugar para guardar objetos digitales debería de preguntarse: ¿en qué base de datos de cuál compañía crees que deberíamos guardarlos, y por qué es eso mejor? Actualmente puedes tener monedas de tu propiedad y tu identidad guardada dentro de blockchains públicas, como el BTC para dinero y los NFT para objetos virtuales. 

La economía digital será masiva en los próximos años y absorberá gran parte de la economía actual. Por ello es importante distribuir el dinero a través de sistemas públicos basados en blockchain para activos digitales y fomentar el fondeo de hardware de código abierto. Lo que debemos aprender de todo esto es que, así como la Internet llegó para quedarse y evolucionar, los metaversos comparten el mismo principio, y es simplemente cuestión de años de desarrollo para que pueda ponerse en práctica en nuestra vida cotidiana. Asimismo, los NFT se pueden considerar una tecnología aún en pañales, pues su potencial apenas se está explorando, principalmente mediante un mercado de arte digital que comenzó como una simple digitalización de obras, pero que cada día evoluciona para ofrecer una mejor experiencia con mayores funcionalidades y un futuro prometedor como sistema autenticador y de almacenamiento. 

NFT “Familia tintada” de la colección Living the trails, de emi_brido. 

La imagen de la portada corresponde a una captura de pantalla de Decentraland (universo virtual de libre acceso basado en la blockchain de Ethereum, donde se generan espacios virtuales para interactuar, tener conciertos, exposiciones de arte, fiestas, etcétera).  

Emiliano Briseño Domínguez es estudiante de la Licenciatura en Comunicación y Artes Audiovisuales, y María Fernanda Mancilla Pavía de la Licenciatura en Gestión Cultural. Este artículo es parte de la investigación “El arte en la era de los NFT” que se lleva a cabo en el PAP Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e Identidades, verano de 2022.