La renovación de la Biblioteca nos da un pretexto para reflexionar sobre las maneras en que las y los miembros de la comunidad universitaria pueden experimentarla. Hoy te invitamos a pensar en la manera en que te invita a experimentar lo inesperado

La biblioteca es una experiencia, no solo un lugar.  

Entrar a ella es una experiencia de relación distinta con las personas, con el estudio, con el conocimiento, con el ruido y el silencio, con el tiempo, con uno mismo. Es un espacio vivo, un jardín en donde uno labra la tierra y las cosas crecen, germinan. Un instante memorioso en el que dialogas con lo contingente, un momento en donde pasan cosas que nos hacen distintos.  

Pero ¿qué nos distingue de otros espacios o proyectos dentro de la universidad? ¿Qué nos hará significativos dentro de la trayectoria universitaria de cada uno de los integrantes de nuestra comunidad? ¿Cómo nos gustaría que fuera recordada la experiencia de estar en la biblioteca?  

Hoy te invitamos a reflexionar sobre la manera en que en la Biblioteca nos lleva a experimentar lo inesperado.

La Biblioteca como una experiencia de lo inesperado

La biblioteca ofrece la oportunidad de propiciar cruces inesperados. De encontrarnos con aquello que pudiera ser y no lo sabíamos. De repensar aquello que creíamos conocer, desde un ángulo diferente. De imaginar combinaciones imposibles. De potenciar potencialidades dormidas y descubrir nuevos talentos.

La curiosidad es el ingrediente que no ha de faltar al entrar a la biblioteca, el deseo. Despertar la curiosidad, activar el deseo, motivar necesidades nuevas. Más que un contenedor de las respuestas, la biblioteca es el lugar de las preguntas. El lugar para inventar ideas, el lugar para producir sentidos, el lugar en donde se cuestiona lo dado, en donde se producen transformaciones. La biblioteca más que un recinto quieto y sereno de verdades inamovibles, actúa como una caja de sorpresas, como un bosque de serendipias, que revive nuestra capacidad de mantenernos abiertos a lo inesperado.