Referentes jesuitas en el tema de la economía social y la reconstrucción del tejido social compartieron sus puntos de vista sobre nuevas maneras de hacer economía.

Como parte del ciclo de Comunidad Solidaria 2021, David Fernández Dávalos, SJ; Óscar Rodríguez Rivera, SJ y Luis Manuel Vizcaíno Guevara, SJ, se reunieron en la mesa de diálogo “Economía Solidaria como alternativa para el desarrollo, un enfoque desde las universidades jesuitas”, convocada por la Dirección de Integración Comunitaria, para abordar el tema desde la reflexión académica universitaria del quehacer como institución educativa, y la posibilidad de generar cambios de paradigma en los ámbitos político, educativo y económico.  

Jorge Rocha, director de Integración Comunitaria, señaló que este ciclo es la renovación del proyecto del Día de la Comunidad Solidaria, que colocaba un tema de interés social y a través de él refrendaban la posibilidad de transformar esa realidad desde las posibilidades de la comunidad universitaria. Ahora, se plantea como una reflexión a lo largo del año frente a un tema de interés de la ciudadanía “para que el ITESO reflexione, se posicione y trate de generar estrategias para poder afrontarlo”.  

El tema de este año es la economía social como alternativa social y económica ante la desigualdad, y este primer diálogo giró en torno a las preguntas ¿cuál es la importancia de la agenda EcoSol en el Sistema Universitario Jesuita (SUJ)? y ¿cuáles son los aportes a la EcoSol desde el SUJ? 

Como respuesta a la primera pregunta, David Fernández Dávalos, SJ, mencionó que la crisis que enfrentamos a nivel mundial derivada de la pandemia que ha afectado sensiblemente a todas las instituciones plantea la pregunta ¿qué universidad querremos y tendremos cuando termine el confinamiento?  

Las universidades latinoamericanas y caribeñas tenemos un papel muy importante que jugar en esta pandemia, ya que – incluso desde antes – han estado en el centro de la conciencia social como parte constituyente de esta conciencia, pero también como un elemento dinamizador y constructor de espacios de recuperación del tejido social roto durante todos estos años en los que se ha priorizado una visión meramente economicista e individualista. Las universidades son un activo positivo de la humanidad y de nuestros países”, dijo. 

Durante su intervención, Óscar Rodríguez Rivera, SJ, hizo énfasis en cuatro aspectos: ver la ciencia como oportunidad de justicia para “desde la profundidad intelectual, buscar creativamente alternativas”; cómo promover estar junto a los excluidos que pasan por el cambio de estructuras económicas, políticas y sociales que son las que generan la injusticia; activar la vocación social desde la formación y compromiso profesional, y la importancia de la Red COMPARTE (comunidad de aprendizaje y acción para la gestión de alternativas económicas en América Latina), cuya propuesta de líneas temáticas para la colaboración entre centros sociales y universidades contempla visiones del desarrollo y apuestas territoriales, comercialización y consumo, finanzas inclusivas, equidad de género y empoderamiento de las mujeres, comunicación e incidencia social, contexto amazónico, dimensión fiscal y legal de las alternativas. 

Luis Manuel Vizcaíno Guevara, SJ, cerró esta primera ronda comentando que para tener comunidades cada vez más fuertes, se tiene que hacer una reflexión sobre cómo se plantea el sector económico. “¿Cómo planteamos la construcción de paz y el trabajo de economía social y solidaria como una alternativa que nos permita ir buscando dinámicas económicas solidarias con fines sociales que permitan ir trabajando las diferencias que pueda haber en territorio?”, se preguntó. 

“Si no le apostamos a una economía donde se incluyan más personas, más agentes donde se disminuya la desigualdad, estamos conscientes de que no podremos lograr una paz y una seguridad comunitaria”, dijo.

“Desde las universidades jesuitas podemos desarrollar empresas sociales que se beneficien del acompañamiento de docentes, de estudiantes, que puedan impactar también nuestra docencia y nuestra investigación universitaria”. David Fernández, SJ

En cuanto a los aportes de la EcoSol desde el SUJ, David Fernández, SJ, comentó que esta aporta una visión local a las políticas en general, fortalece capacidades de participación de la gente, ayuda a la construcción de nuevos conocimientos de manera colectiva con saberes tradicionales y con saberes que pueden aportar agentes universitarios o de otros circuitos académicos o de práctica social, respeta, aprovecha y cultiva los recursos naturales o los bienes comunes de las comunidades en general. 

“Desde las universidades jesuitas podemos desarrollar empresas sociales que se beneficien del acompañamiento de docentes, de estudiantes, que puedan impactar también nuestra docencia y nuestra investigación universitaria”, dijo, y añadió que un ejemplo de esto es Capeltic.  

Óscar Rodríguez Rivera, SJ, abundó sobre el caso Capeltic, comentando que el desarrollo que este proyecto ha tenido no se podría explicar sin la participación de diferentes universidades del SUJ, “donde nos hemos encontrado con gente que tiene una vocación social muy impresionante de querer poner al servicio de estas alternativas económicas su conocimiento, su posicionamiento y también su ámbito de relaciones”. 

“Nosotros partimos de defender la riqueza que es producida por estas familias con mucho esfuerzo, pero que es arrebatada al pagar de manera tan reducida la producción de café y de miel. La economía social y solidaria aspira a abarcar el ciclo económico completo, desde la producción hasta la reinversión comunitaria para atender otras necesidades”, dijo.  

Además de comentar acerca de dos proyectos – en Cherán y Tancítaro, respectivamente -, en los que la IBERO Puebla participó con formación y capacitación – Luis Manuel Vizcaíno Guevara, SJ, hizo eco de las intervenciones anteriores afirmando que “si no puede haber una mejora de las condiciones de vida que se refleje en la dignidad de las personas, no podemos llegar a tener paz en los territorios”.