“Christiane, un bio-musical científico”, se transmitió en el Festival Cultural Universitario del ITESO

La pasión y la ciencia ¿pueden mezclarse hasta crear una mixtura uniforme? ¿o tienen densidades diferentes, como el agua y el aceite? Es lo más que logro presumir de conocimientos de química, pero puedo decir con seguridad que las dos primeras sí pueden fusionarse y viven en una misma persona: Christiane Dosne Pasqualini.  

Si la buscas en Google aparecerá esta descripción: “es una investigadora científica especializada en medicina experimental en leucemia”. Es ella, sí, pero no en su totalidad, una forma de acercarse – de emocionarse – a su esencia es a través de la pieza “Christiane, un bio-musical científico” que se transmitió en el Festival Cultural Universitario del ITESO. 

Y es precisamente su nieta, Belén Pasqualini, quien interpreta a su abuela y es la escritora de esta obra de teatro que toma como base el libro Quise lo que hice: autobiografía de una investigadora científica – que no es lo mismo que hacer lo que hice, aclaró la actriz en una entrevista previa a la transmisión -. 

De chica, ella veía a su abuela como una súper heroína. Christiane tiene 101 años y no es la típica abuela. “Es raro, siento que soy más nieta y ella es más abuela a partir de la obra”.   

Para Belén esta obra la ayuda a eternizarla cuando ella ya no esté “para poder conversar con ella cuando no la tenga más”, porque es la voz de Christiane quien va contando su historia y esta se mezcla con otras voces de personas que formaron parte de la vida de esta científica, todas encarnadas en la piel de Belén. 

En el escenario solo hay un piano, un par de libros y dos rotafolios. Parece poco, pero la artista los vuelve mucho más que eso para atrapar al espectador en un frenesí de la mente y el corazón de Christiane, que se enamoró y trabajaba apasionadamente en sus experimentos con ratones para estudiar la leucemia. 

Para ella, “la felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace, quise a Rodolfo, a mis hijos y a mis ratones”. 

Christiane, a quien se le considera una pionera en la ciencia en Argentina, fue adelantada a su tiempo en más de un sentido. Llegó sola a Argentina cuando tenía 22 años, en 1942 “cuando las muchachitas no salen solas con muchachos por su reputación”, dice en la obra; cuando se casó decidió conservar su apellido de soltera para firmar sus trabajos. buscar la causa del cáncer y al mismo tiempo sostener una familia. 

“Ahora que ya vivió casi un siglo entero ¿quién es Cristiane? ¿Una muchachita que nació en un suburbio de París en el epílogo de la guerra? ¿La que se fue de su casa poseída por el gen de la aventura, la que fundó la sección de leucemia experimenta, acaso a primera mujer en tener un asiento en la Academia Nacional de medicina o la que parió seis hijos y cambió pañales, y perdió el olfato? Y fue madre, esposa y abuela y bisabuela. Y crió hijos como ratones en su casa en la sección de leucemia experimental, adentro de la cocina y adentro de la jaula de ratones,” narra la obra que deja en quien la ve el deseo de vivir con la pasión de Cristiane.

Danza para habitar espacios

La Casa ITESO Clavigero y el nuevo edificio de Arte y Cultura en el campus de la universidad recibieron a tres bailarines que recrearon en sus rincones escenas oníricas en la presentación de la videodanza “Trazos y recovecos” en la clausura del Festival Cultural Universitario del ITESO. 

Velvet Ramírez, profesora de la universidad, dirigió este proyecto que dio vida a ambos espacios con dos videodanzas.  

En “Trazos”, los bailarines interactúan con el conjunto arquitectónico y el mobiliario del edificio de Arte y Cultura. Por momentos parecen volar y, en otros, juegan con las luces y las sombras que parecen cambiar las texturas de sus vestimentas. 

“Recovecos” tiene lugar en Casa ITESO Clavigero. Aquí, la danza enmarcada en los espacios que diseñó Luis Barragán tiene un sentido más contemplativo, casi espiritual. Los bailarines tocan suavemente las líneas de la casa, el agua que emana de las fuentes y las sombras de las hojas de los árboles.  

La videodanza, producida por el Centro de Promoción Cultural, muestra los espacios a través del movimiento de los bailarines. A los ojos del espectador que ya conoce tanto la Casa ITESO Clavigero como el edificio de Arte y Cultura, esta puesta en escena lo hace descubrir detalles que habían pasado desapercibidos o, tal vez, crean un nuevo espacio y por eso resulta novedosa la forma de ver su arquitectura.

FOTO: Roberto Ornelas