Este 24 de mayo se cumplen siete años de la encíclica Laudato si’, con la que el papa Francisco hizo un llamado urgente a cuidar de nuestra casa común. Es una buena ocasión para tener en cuenta la determinación que el ITESO tiene de ser una universidad sustentable

«La sustentabilidad no es una meta, es un camino. A veces hay la expectativa de que algún día vamos a ser totalmente sustentables; es posible, pero esto es un proceso. Así es como vemos la sustentabilidad en el ITESO”, afirma Óscar Castro, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO (DHDU), al hablar del Reporte de prácticas para la sustentabilidad que da cuenta de los esfuerzos y de los desafíos de la Universidad Jesuita de Guadalajara en este ámbito. 

Se trata, en realidad, de un esfuerzo por vincularse con los Objetivos del Desarrollo Sostenible que la Organización de las Naciones Unidas aprobó en 2015 como una oportunidad para que el mundo se encamine a mejorar la vida de todos. Éste es el primer acierto del reporte, señala Castro.  

“El ITESO retoma un acuerdo internacional, del cual México es firmante; digamos que es el juego que se está jugando a nivel internacional, y eso permite estar hablando en el mismo idioma y aportar a la misma cancha”. 

Para Sandra Valdés, fundadora de la asociación civil Anillo Primavera y también académica del ITESO, uno de los aspectos relevantes del reporte es justamente la vinculación de las acciones locales que la Universidad lleva a cabo para abonar a la agenda global ante el cambio climático.   

“Sabemos que, en el tema del medio ambiente y la sustentabilidad, o lo hacemos todos o nadie se salva: el clima no tiene fronteras administrativas. Entonces, lo que me parece destacable del reporte es que visibiliza y empieza a medir cómo las acciones puntuales y locales del ITESO abonan a una agenda global. En la escala local, estos cambios pueden ser realmente importantes desde diferentes perspectivas”, afirma la también coordinadora de la licenciatura en Arquitectura. 

Castro, por su parte, destaca que la práctica común es que las instituciones compartan resúmenes ejecutivos y no den un informe detallado sobre los resultados, así que este reporte “es un esfuerzo muy grande por compartir el conocimiento”, en congruencia con el espíritu de la Universidad al considerar que la experiencia que se tiene como institución logrará beneficios no sólo para el ITESO, sino también para otros grupos, instituciones y personas que comparten las mismas preocupaciones. 

“Éste es un informe muy detallado, que involucró mucho trabajo y dedicación de personas a fin de que lo que se ha estado haciendo pueda compartirse y pueda servirles a otros como punto de partida, o bien como punto intermedio de evaluación”. 

Mónica Solórzano Gil, coordinadora de los posgrados de Sustentabilidad del ITESO, considera una apuesta acertada reunir en un documento la información de los distintos esfuerzos de la universidad en torno a este tema, que los integrantes de la comunidad tal vez sólo conozcan de forma aislada. 

Agrega que distintas instancias, como el Banco Interamericano de Desarrollo, que publicó su informe de sostenibilidad, comienzan a identificar la necesidad de compartir sus buenas prácticas, una “apuesta que puede ser perfectible. El ITESO ha hecho una gran labor, desde hace muchos años, involucrando a los estudiantes, a los académicos y a todo el personal, quienes han hecho que éste siga siendo uno de los campus más sustentables que tenemos en México —y de los más bonitos—. Vale la pena hacer el esfuerzo”. 

En el reporte también se recupera la experiencia de la Universidad en procesos de certificación en materia de sustentabilidad, y Óscar Castro destaca que con ello el ITESO tiene en cuenta criterios establecidos por otras instituciones y que también se aplican en la evaluación de otros campus universitarios. 

Cuidar y formar

Esta casa de estudios se situó en el primer lugar entre las universidades privadas en México y en el cuarto lugar nacional del Ranking UI GreenMetric 2020. En Norteamérica, el ITESO se encuentra entre las mejores 15 universidades, en la posición número 13; y, finalmente, a escala global, se encuentra entre las mejores 100 universidades del mundo, en la posición 88. 

Pero ¿por qué el ITESO u otras universidades se deben ocupar de la preservación del medio ambiente? La respuesta de Castro abarca dos ámbitos: el de la crisis ambiental y el rol de las universidades como instituciones formadoras. Sobre lo primero, el académico señala que en los próximos 20 o 30 años esta crisis podría agravarse de forma importante. Esto es, es apremiante atenderla. Y en cuanto a lo segundo, destaca que las universidades dejan huella en el estudiantado: “Ésta es una oportunidad magnífica para que vean, escuchen, debatan sobre estos temas que están vinculados a sus distintas profesiones, a su vida personal y colectiva. En México no muchos llegan hasta la universidad; son minoría quienes tienen la oportunidad de cursar estudios universitarios, y no se diga de posgrado; por lo mismo, es una oportunidad de oro que no podemos perder, para formar personas conscientes de estos retos.  

“Adicionalmente, cuando se es universitario es una época muy propicia para pensar en distintas opciones: es cuando se establecen compromisos con cierto tipo de pasiones, y por lo tanto es estratégico que escuchen y reflexionen acerca de estos temas, a fin de establecer vínculos y redes con quienes también están interesados. Esto influirá de manera importante en la respuesta que, como sociedad, podamos dar a los retos del mañana inmediato, no del mañana a largo plazo”.  

Sandra Valdés, al recordar la frase del papa Francisco, “Nadie se salva solo”, refiere que la sustentabilidad es una búsqueda de “una mejor manera de habitar este mundo y de que este mundo nos dure muchas generaciones. Tenemos que entender que esto no lo podemos hacer solos; entonces, en la medida en que logremos hacerlo en colectivo será mucho más fácil y mucho más enriquecedor”. 

Conocimiento que redunde en el bien común 

Agua, gestión de residuos, infraestructura sostenible, movilidad, energía y cambio climático, así como educación y comunidad, son las áreas en las que el ITESO ha incidido en materia de desarrollo sustentable, y son también las que aborda el Reporte de prácticas para la sustentabilidad en el periodo del 31 de julio de 2017 al 1 de agosto de 2019. 

Entre las acciones de las que da cuenta el reporte están la adecuación de espacios para que cumplan con requerimientos de edificios inteligentes, con sensores de movimiento para hacer más eficiente el uso de energía eléctrica; la planta de tratamiento de agua y los sistemas de captación de agua pluvial para recargar el pozo del que se abastece la Universidad; la reducción del uso de combustibles fósiles; la reducción de la generación de residuos mediante el uso de cubiertos reutilizables; infraestructura para transporte no motorizado, y espacios preferenciales para quienes compartan su auto.  

Sandra Valdés destaca la pertinencia social como un rasgo distintivo del ITESO en el trabajo que aquí se hace por la sustentabilidad; en concreto, las aportaciones culturales y de vinculación con redes vecinales o con comunidades. 

“Es un lado de la sustentabilidad que pocas veces se explora, porque pensamos que la sustentabilidad no involucra tanto a las personas. Pero yo creo la base de la sustentabilidad somos las personas y la sociedad. En la medida en que las personas logremos normalizar las acciones que favorecen la conservación de nuestro medio ambiente, lograremos caminar hacia las metas de las agendas propuestas para la conservación”.  

Históricamente, afirma, el ITESO no sólo genera conocimientos, sino que también ha empoderado a las comunidades mediante los Proyectos de Aplicación Profesional. 

“Uno de los indicadores que la UNESCO presenta para los indicadores del desarrollo sostenible es la integración del conocimiento local, es decir, cómo podemos, a través de los conocimientos que se han generado históricamente en las comunidades, hacerlas visibles, para caminar hacia los objetivos establecidos”. 

Lo usual es que el saber de las comunidades o de organizaciones de la sociedad civil no se tome en cuenta cono conocimiento científico y se haga a un lado, pero “el ITESO ha abonado fuertemente al empoderamiento de estas comunidades para que, en primer lugar, reconozcan sus conocimientos como valiosos; en segundo lugar, para que se documente la generación de estos conocimientos a través de los trabajos realizados por los estudiantes, a fin de que dichos conocimientos incidan tanto en proyectos aplicables como en políticas públicas”. De esto también da cuenta el reporte.  

Pasos firmes en comunidad

El Reporte de prácticas para la sustentabilidad también consigna los retos que enfrenta la Universidad para seguir acercándose al futuro en el que se quiere vivir. 

Mónica Solórzano señala que, entre las asignaturas pendientes, está la movilidad: “No está resuelto cómo hacer que estudiantes y profesorado logremos impactar menos al medio ambiente”.  

En la búsqueda de favorecer una movilidad más fluida, la Universidad realizó un estudio de origen-destino con la comunidad para obtener conocer de dónde y cómo hacen sus traslados todos sus integrantes; con esta información se podrán emprender proyectos en pro de una movilidad sustentable.  

Daniel de Obeso, profesor de Ingeniería Ambiental, señala que la apuesta es ser una “universidad cero basura. Si generamos orgánicos, los tratamos y los convertimos en composta, ya no fue basura: es un residuo de cocina que se convirtió en un producto que tiene valor. Si utilizamos algún envase de plástico, y se recicla, entonces ya no fue basura: fue un residuo que fue reciclado y del que se obtuvo un valor”.  

El reto para la comunidad universitaria es volverse consciente, desde el momento en que realiza alguna compra, y “disponer lo que ya no se comió, lo que acabo de utilizar separarlo de manera correcta; son simplemente unos segundos de conciencia: en vez de en medio segundo que toma aventarlo al bote, dedicarle 30 segundos: ‘A ver, esto iría aquí, estoy iría acá, y esto iría acá’. Después de cierto tiempo, eso se convierte en un hábito y ya lo haces de manera automática”. 

Para Sandra Valdés, el proyecto del Bosque Universitario La Primavera es otro de los retos que tiene el ITESO. “Son pocas las universidades en el mundo que cuentan con un trozo de reserva de biósfera para conservar”. 

La tarea, además de preservar ese espacio, es generar conocimiento para su conservación, de tal forma que “sea replicable en otras áreas naturales similares: un modelo de gestión en el que las universidades u otras instituciones tengan un papel importante para la preservación y para la generación de conocimientos en torno a las áreas naturales”. 

La académica agrega que “no podemos acercarnos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible si no logramos generar criterios y alcanzar metas para la conservación de áreas naturales existentes; es un área de oportunidad para el ITESO generar un modelo ejemplar y replicable”. 

La Universidad, apunta, tiene un reto complejo por las amenazas que enfrenta el Bosque La Primavera. “Hay otras universidades que tienen modelos similares: Harvard es custodio de un pedacito de bosque, su proyecto se llama Harvard Forest; pero en México creo que es único este modelo de gestión y conservación de un área natural protegida desde instituciones académicas”. 

Óscar Castro invita a leer el informe: “Es un extraordinario trabajo de recuperación de una experiencia; es material de reflexión, diálogo y debate para distintos campos; puede servir mucho para las discusiones en distintas asignaturas, no sólo del ITESO, sino también para estudiantes y profesores de otras instituciones, que aprovechen la información que se les está compartiendo para que ellos puedan también normar sus apuestas, sus proyectos, sus aprendizajes, y no empiecen desde cero”. 

El Reporte de prácticas para la sustentabilidad 2020 está disponible para su consulta en español y en inglés.