Entre juegos, talleres y conversaciones profundas, estudiantes del ITESO descubren en el Centro Polanco que aprender también es escuchar, acompañar y dejarse tocar por la vida de otros

En una casa de la colonia Lomas de Polanco, al sur de Guadalajara, existe desde hace más de cinco décadas un sitio donde el conocimiento académico se encuentra con la vida cotidiana. Es el Centro Polanco, un espacio administrado por el ITESO que, desde 1974, ofrece atención psicoeducativa gratuita a niñas, niños, adolescentes y adultos de esa comunidad, y que se ha convertido al mismo tiempo en un laboratorio vivo para la formación de estudiantes universitarios comprometidos con el entorno.

El Centro Polanco nació como una iniciativa de estudiantes y profesoras del Departamento de Psicología del ITESO, quienes buscaban llevar la formación más allá del aula. Comenzó en un pequeño departamento y, con el tiempo, fue creciendo en equipo, alcance y estructura, hasta consolidarse como un espacio educativo y de intervención social que hoy vincula a varios académicos, distintas carreras universitarias, algunos Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) y cientos de personas beneficiarias de la comunidad cada año.

Quienes participan en el Centro Polanco lo describen como un lugar donde las personas acompañan a personas. Aquí, las y los estudiantes aprenden no sólo a ofrecer un servicio, sino a establecer vínculos reales, a escuchar, observar, dialogar y, sobre todo, a dejarse transformar por las experiencias que comparten con quienes atienden.

¿Qué hace?

• Atención psicoeducativa: niñas y niños reciben apoyo en su desarrollo emocional y en habilidades como lectoescritura o matemáticas. También se brinda orientación a madres, padres y cuidadores, así como evaluaciones neuropsicológicas con infancias.
• Grupos de escucha para mujeres: se generan espacios donde las mujeres de la comunidad pueden compartir sus experiencias y acompañarse desde la empatía y la palabra.
• Talleres para adolescentes: se organizan actividades recreativas, deportivas y formativas para jóvenes, con el objetivo de fortalecer lazos comunitarios, autoestima y habilidades sociales.
• Proyectos en arte, salud, convivencia y cultura: desde funciones de títeres hasta asesorías nutricionales, o talleres de educación para la paz, el Centro impulsa propuestas que mejoran el bienestar individual y colectivo de quienes lo habitan.

¿Cómo funciona?

• Es parte del ITESO: el Centro está ligado al Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES), y está integrado en los planes de estudio de distintas carreras, principalmente Psicología, Nutrición y Educación.
• Aprendizaje en campo: cada semestre, estudiantes realizan aquí sus prácticas profesionales o participan en proyectos de investigación y acción social.
• Trabajo interdisciplinar: el equipo académico impulsa una mirada integral que articula el conocimiento técnico con el compromiso ético y la comprensión del entorno.
• Relación horizontal con la comunidad: el Centro no opera desde una lógica asistencialista, sino de corresponsabilidad. Ahí, nadie llega a “salvar” a nadie: se construyen relaciones de confianza y transformación mutua.
• Incidencia pública: además del trabajo diario, el Centro genera espacios de diálogo con organizaciones sociales, escuelas, familias y autoridades, con el objetivo de fortalecer el tejido social.

Aunque está ubicado lejos del campus, en la calle Manuel Mena 3586, llegar hasta allá es también un viaje a una forma distinta de aprender. Quienes han pasado por el Centro lo recuerdan como una de las experiencias más significativas de su paso por la Universidad. Y no por los libros, sino por las personas.

En palabras de su actual coordinadora, la psicóloga Lourdes Centeno, el Centro Polanco “no sólo forma profesionales, sino personas más sensibles, más responsables, más humanas”. Y esa, tal vez, sea una de las mejores formas de empezar tu vida universitaria.

Una parte fundamental de lo que se vive ahí tiene que ver con lo inesperado. No es raro que una estudiante que entró para dar apoyo académico termine organizando una función de títeres, o que alguien que llegó con nervios a su primera intervención regrese meses después con una red de afectos y aprendizajes difícil de explicar con palabras.

Quienes egresan del ITESO y pasaron por el Centro suelen mencionar esta experiencia como un antes y un después. Además de que obtuvieron ahí herramientas para el mejor ejercicio de su profesión, cambiaron su forma de mirar. Acompañar a alguien en sus procesos educativos o emocionales, escuchar su historia, ver sus avances y también sus duelos, es algo que deja huella, y esto en muchos casos trasciende la carrera.

Si tú acabas de ingresar al ITESO y estás interesado en conocer más del trabajo comunitario que se impulsa desde la Universidad, el Centro Polanco es un excelente lugar para comenzar. Ya sea a través de una materia, una práctica, un voluntariado o un proyecto personal. Ahí hay espacio para involucrarte.

FOTOS: Luis Ponciano