Empezó con el Café Scientifique y terminó con un homenaje al tradicional Día de Muertos y un concierto a tres bandas. Así culminó la decimocuarta edición del festival cultural itesiano.
POR MARCELA GUTIÉRREZ Y ALEJANDRA RUIZ
Cuando sonaron los primeros acordes y se encendieron las luces del escenario ubicado a un costado de la cafetería Arrupe, ya había muchas personas haciendo fila para tomar un chocolate caliente y morder un buen pan de muerto.
Unos mil universitarios se reunieron el 2 de noviembre para participar en los últimos minutos de la decimocuarta edición del Festival Cultural Universitario del ITESO. Algunos llegaban del recorrido por los altares de muertos que montaron alrededor del campus estudiantes, personal y profesores.
En el jardín ya sonaba la música de Costa de Ámbar, agrupación formada por estudiantes del ITESO, al tiempo que otros se pintaban el rostro o se sentaban en los alrededores para platicar y convivir un rato. Pasada la primera ronda musical se entregaron los premios a los ganadores de los concursos de calaveras en cerámica y de altares.
Luego vino el turno de la cantante Leiden quien, disfrazada de Catrina, interpretó varias de sus canciones más conocidas, para luego dar paso a la agrupación de folk-rock Pumcayó, responsable de cerrar una jornada de celebración con motivo del Día del ITESO, entrelazada con la clausura del 14 Festival Cultural Universitario y que este año se dedicaron a reavivar la tradición de Día de Muertos.
Los nombres de todos los integrantes de los equipos ganadores de los concursos de calaveras en cerámica y altares de muertos los puedes consultar en la página http://cultura.iteso.mx.
Una ruta con patrimonio y tequila
Paisaje cultural es aquel cuya belleza y utilidad dependen de la intervención humana. Muy cerca de la Zona Metropolitana de Guadalajara contamos con el Paisaje agavero, el cual cuenta con peculiaridades únicas que le valieron, hace ya 10 años, ser nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, explicó el investigador Ignacio Gómez Arriola.
Él, responsable de buena parte del proceso que desembocó en este importante reconocimiento a las viejas haciendas tequileras y los espectaculares paisajes jaliscienses, fue el guía de un recorrido por los alrededores de los pueblos de Tequila y Amatitán.
Treinta personas visitaron, por ejemplo, “La Fortaleza” una destilería que continúa produciendo tequila con técnicas tradicionales; las instalaciones de “Tequila Herradura”, típico modelo de hacienda tequilera del Siglo XIX y que en la que conviven una antigua fábrica en la que es posible conocer cómo se procesaba esta bebida en esos años y una fábrica industrial contemporánea.
Una de las peculiaridades del tequila es que es una bebida netamente mestiza, pues combina la costumbre prehispánica de consumir el mezcal (que surge de la piña del agave) con los procesos de destilado que trajeron los europeos, explicó Gómez Arriola.
Muerte con aires prehispánicos
Qué viene después de la muerte es una de las preocupaciones centrales del hombre. Para atenuar un poco la ansiedad sobre esta incertidumbre el ser humano desarrolla distintas explicaciones, en este sentido la concepción sobre la muerte es un hecho social que parte de lo individual pero responde a una necesidad del grupo social, comentó el arqueólogo Enrique Vela, invitado al Café Scientifique, la noche del 1 de noviembre.
Invitado a platicar sobre la muerte en Mesoamérica, Vela explicó que más allá de la cultura a la que se pertenezca, hay algunos paralelos o similitudes en las distintas cosmovisiones. Por ejemplo, es común pensar que hay un viaje a otro mundo, que el perro es el acompañante al inframundo y que puede haber regresos a esta tierra no necesariamente como reencarnación, sino en forma de elementos naturales.
Los mexicas, explicó el editor de la revista Arqueología Mexicana, fueron el repositorio de diversas tradiciones culturales y, debido al proceso de evangelización que acompañó las masacres españolas, algunos frailes recuperaron valiosa información sobre sus rituales, lo que hoy nos permite saber qué concepción tenían sobre la muerte.
Para ellos, el lugar al cual se iba el alma no estaba relacionada con el buen o el mal comportamiento en vida, sino con la forma de morir. Creían que la muerte era propiciada por los dioses que elegían ayudantes para sus dominios. Entonces, si tú morías por causas relacionadas con el agua (ahogados o tocados por un rayo) te ibas a los dominios de Tláloc, pero si morías en la guerra o en labores de parto, viajabas al dominio del sol.
Hoy, recordó, la globalización ha propiciado que alrededor del Día de Muertos se mezclen ritos indígenas, españoles y europeos, católicos y paganos. Fotos Roberto Ornelas y Luis Ponciano