Miriam Sánchez Ramírez especialista del ITESO en proyectos de gestión de aguas, participó en el conversatorio «Hacia un impacto hidrológico cero: el caso del Área Metropolitana de Guadalajara», organizado por la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables

Quien vive en la zona conurbada de Guadalajara, más de una vez se habrá topado, en época de lluvias, con inundaciones en zonas como Plaza del Sol, Colón e Isla Raza –paralelo a la Línea 1 del Tren Ligero–, Plaza Patria –que justamente fue construida sobre el cauce del antiguo Río Atemajac–, o pasos a desnivel anegados en varias arterias principales. 

Vivir este calvario, con inundaciones que superan un metro o metro y medio de altura, es un padecimiento ocasionado por décadas de una planeación deficiente en cuanto al manejo del agua de lluvia en la ciudad, pero las soluciones aún están a nuestro alcance a través del manejo sustentable de los escurrimientos pluviales, consideró la investigadora Miriam Sánchez Ramírez, quien encabezó el segundo conversatorio organizado por la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables, «Hacia un impacto hidrológico cero: el caso del Área Metropolitana de Guadalajara». 

Egresada y profesora de esta maestría, Sánchez Ramírez es especialista proyectos ejecutivos de ingeniería urbana, diseño de redes de agua potable, drenaje sanitario y redes pluviales. 

Para la académica, la situación del AMG data desde principios de siglo XX, cuando se decidió que, para que no fuera un foco de infección por las aguas negras vertidas en él, se debía entubar el antiguo río San Juan de Dios. A partir de ahí, la ciudad fue creciendo con una serie de colectores que vinieron a encerrar los ríos y cauces naturales de la región, mismos que ya no fueron suficientes entre las décadas de 1970 y 1980, por lo que se empezó a construir una nueva red de colectores bajo un esquema sanitarista –es decir, recolectar todas las aguas negras y pluviales y conducirlas lo más lejos, lo más rápido posible–, específicamente directo a la cuenca del río Santiago sin ningún tratamiento. 

Fue hasta 2006 que se iniciaron las primeras gestiones para regular el agua pluvial de la Perla Tapatía, y se han construido posteriormente varias plantas de tratamiento para evitar seguir contaminando los ríos. En diciembre de 2019 se inició la gestión para crear un mapa de inundaciones y ahora se cuenta con un programa integral para el manejo de aguas pluviales, así como con la coordinación de varias entidades para ello (Protección Civil, Conagua, Imeplan, SIOP, Gestión Integral del Agua, SIAPA y la Comisión Estatal del Agua). 

A partir de la regulación, el impacto hidrológico cero se convirtió una herramienta técnica importante para evitar que las urbanizaciones modifiquen en gran medida las condiciones naturales de escurrimiento pluvial, y debe aplicarse a toda nueva construcción que se haga en Jalisco. 

“Se debe realizar el cálculo en condiciones naturales del terreno, antes de la intervención del ser humano, con el coeficiente de escorrentía –el agua que se filtra al subsuelo–, que se calcula con la intensidad de lluvia y el área a calcular. Después se hace el cálculo en condiciones urbanizadas, el cual se va a ver modificado con la diferencia entre ambos cálculos. Éste es el gasto regular del que el promotor se debe hacer responsable dentro de su proyecto (inmobiliario)”, explicó Sánchez Ramírez. 

Los sistemas urbanos de drenaje sostenible tienen varios tipos de aplicaciones, ya sea a través de estanques de retención, captación pluvial en vivienda, bio-retenciones en camellones, pavimentos permeables, cubiertas verdes, sistemas de aguas de re-uso, pozos de absorción, o incluso la creación de varios vasos reguladores en áreas metropolitanas –en la ciudad existen los vasos de El Deán (con capacidad para 380 mil metros cúbicos), Patria (22 mil metros cúbicos), Ávila Camacho (170 mil metros cúbicos) y 5 de Mayo (105 mil metros cúbicos) –. 

“En los casos de vivienda ya vieja es más caro realizarlo porque todos los bajantes pluviales descargan directamente a la red pública; cambiar todo el sistema requiere de inversión y no todas las personas tienen la capacidad de hacerlo (…). Hay que promover estas inversiones, tal vez con ayuda gubernamental (…). En el caso de aguas industriales o de comercio, entraríamos a un tema más ético, o de voluntad en el manejo de estas aguas pluviales. Me queda claro que es algo que viene a ser más costoso, es una inversión mayor para todos los promotores, y si nos les facilitamos que las zonas de regulación puedan ser construidas en áreas de cesión, eso impacta más al bolsillo y tal vez por eso hay renuencia o va más lenta la regulación pluvial”, declaró. 

FOTO: Zyan André