La académica regresó al ITESO para formar parte de la plantilla de profesores invitada a Verano Internacional 

Elena Lomelí Aguirre ha construido una carrera que cruza fronteras geográficas, académicas y profesionales. Egresada de la Licenciatura en Comercio Internacional en 2001, su trayectoria ha sido todo menos lineal. Se ha desempeñado como gestora de innovación en la industria energética, asesora en cooperación internacional, profesora universitaria, madre, artista, maestra de yoga, investigadora y activista. 

Pero hay un hilo conductor: el deseo de conectar con las personas y contribuir, desde lo que sabe y es, a generar cambios que mejoren vidas. Su camino profesional la ha llevado de México a Estados Unidos, Francia, Nigeria, Uganda, India y los Países Bajos, donde es profesora e investigadora en la Universidad Avans y estudiante de doctorado en la Universidad Técnica de Delft. 

Este verano, Elena Lomelí regresó a su alma mater como profesora invitada del programa de Verano Internacional ITESO 2025, donde impartió la asignatura de Innovación y emprendimiento a estudiantes de diferentes carreras. 

“Me encontré con estudiantes socialmente comprometidos y con un bonito nivel de autoconocimiento. Los reté a verse reflejados en una propuesta de negocios que los apasionara”, señaló. 

Comienzos en el ITESO 

Durante sus días como estudiante itesiana, fue presidenta del primer simposio de su carrera, parte activa de la sociedad de alumnos y realizó un intercambio a Francia donde, además de cursar sus materias, obtuvo la maestría en negociación internacional en la Universidad de Le Havre.  

“El ITESO me dio mi formación académica, la oportunidad de desarrollar liderazgo y sembró las semillas del compromiso social que me ha acompañado hasta hoy”, comparte. 

Tras graduarse, realizó prácticas profesionales en Estados Unidos con la empresa Pennzoil-Quaker State justo cuando fue adquirida por Shell. Se quedó siete años en la multinacional, desempeñando puestos de marketing e innovación para Norteamérica. Pero fue una experiencia en Nigeria, como parte de un programa de responsabilidad social corporativa, la que reorientó su vida profesional. 

“Cuando pude experimentar lo que es crear cambio social con todo mi esfuerzo y ver el impacto en otras personas, para mí fue transformativo”, cuenta Lomelí Aguirre sobre su decisión de dejar la industria energética para dedicarse al desarrollo social. 

Tras finalizar su proyecto en Nigeria, relacionado al comercio justo, la organización con la que colaboraba la invitó a Uganda, donde participó en un programa para facilitar el acceso a la justicia a víctimas de violencia, en una región marcada por una guerra civil. 

Sus años en África, vividos desde su formación en negocios, le dejaron una enseñanza que al día de hoy sigue siendo uno de sus principales motores: que en lo social hace falta una mentalidad empresarial, y que, en lo empresarial, hace falta un propósito y conciencia social. Desde entonces, la itesiana se ha enfocado en trabajar temas de desarrollo sostenible, agencia social y el pensamiento sistémico. 

Mientras estaba en Uganda conoció a su ahora esposo, con quien se mudó a Países Bajos. Ahí cursó la maestría en desarrollo sustentable —su segunda maestría—, en el Instituto Internacional de Estudios Sociales (ISS) de la Universidad Erasmus de Róterdam. 

En los pasillos de aquella institución tuvo un brevísimo encuentro con Amartya Sen, ganador del Premio Nobel de Economía, de quien adoptó la idea de que una economía del bienestar debe permitir a cada persona vivir la vida que valora. 

Ese principio lo llevó a su actual investigación doctoral, en la que propone un marco para detonar cambios colectivos y sistémicos a partir de la transformación personal. La metodología, que involucra muchos elementos del design thinking y systems thinking, la aplicará después en diferentes contextos, como el empresarial, el educativo y el gubernamental, específicamente del servicio público. 

“Siempre he procurado un acercamiento holístico en mi investigación, para integrar todo y desde ahí buscar la mejor respuesta. Mi investigación es sobre agencia, sobre cómo las personas podemos actuar y tomar decisiones desde un conocimiento integral de quiénes somos y qué valoramos”, apuntó. 

El trabajo de su esposo los llevó a vivir cuatro años en la India, donde Elena se formó como maestra de yoga y también estudió bellas artes. Fue en este país asiático que se reencontró con su espiritualidad y la complementó con nuevos elementos, para construir una versión más holística de ella. 

Además de su trabajo académico, Elena es madre de dos hijos, pintora y ciclista entusiasta.  

“Desde pequeña, primero en el Instituto de Ciencias y luego en el ITESO, me invitaron a reflexionar y a asumir un compromiso social. Eso te hace más empático. Y esa empatía, para mí, es el punto de partida para cualquier transformación significativa”, mencionó. 

 

FOTO: Zyan André