El Mtro. José Alejandro Fuerte, profesor de asignatura en el Departamento de Filosofía y Humanidades reflexiona sobre la muerte de Carlos Manzo y la pluralidad como parte de la vida democrática del país. 

El 2 de noviembre en Uruapan, Michoacán, fue asesinado su presidente municipal enfrente de familias que estaban en la plaza principal visitando los altares de muertos. En la última imagen de vida de Carlos Manzo, éste llevaba a su hijo en brazos y mirando hacia el cielo: con una mirada de esperanza. Su muerte es un crimen político y es necesario reflexionar en torno al asunto.

Si se toma como antecedente que Carlos Manzo era presidente independiente y que había manifestado su voluntad de lograr la paz y la justicia para los ciudadanos de su municipio, entonces: ¿por qué no se entiende que la consternación de este hecho está más allá de la teoría de las conspiraciones? Hay múltiples videos en los que Carlos Manzo manifiesta, de manera responsable y respetuosa, su desacuerdo con la estrategia de seguridad del gobierno federal ante los grupos del crimen organizado. De hecho, Carlos Manzo solicitó que las fuerzas federales le respaldaran, pues, había recibido amenazas de muerte. Hay un video en el que señaló que, si la presidenta Claudia Sheinbaum está tan segura de su estrategia ante los grupos del crimen organizado, entonces, le invitaba visitar Uruapan; y, sin disparar una bala, lograr que los delincuentes se entregaran. Agregó que, si dicha estrategia daba resultados, él mismo renunciaría voluntariamente a la presidencia municipal. Cuando a la presidenta Sheinbaum se le preguntó qué opinaba de la postura de Manzo, contestó que no estaba de acuerdo: ya que, sería equivalente a regresar a la postura de Felipe Calderón en la guerra contra el narcotráfico y que, en todo caso, ella apelaba al Estado de Derecho, así como abrir carpetas de investigación para realizar el debido proceso jurídico.

El caso es que a Carlos Manzo lo asesinaron y la presidenta, prácticamente, no cambió su postura. Además, consideró que sus adversarios políticos estaban aprovechando el acontecimiento para ensuciar su administración. Más aún, analistas políticos, afines ideológicamente al partido político en el poder, justifican la actitud de la presidenta, bajo el argumento de que Estados Unidos está buscando un pretexto para intervenir en el territorio mexicano.

Sin embargo, es necesario matizar y analizar, de un modo tal, que se pueda mostrar la justa indignación de los ciudadanos sin que ello implique que se está apoyando a algún partido político, ni sugiriendo que se esté de acuerdo con una intromisión de Estados Unidos en los asuntos del país.

Carlos Manzo estudió en el ITESO la carrera de Ciencia Política y Gestión Pública. Los valores que de algún modo aprendió son el respeto hacia sus semejantes, la búsqueda de la paz y de la justicia; al mismo tiempo, acompañar y cuidar a los más desprotegidos. ¿Por qué no se va a sentir empatía con Carlos Manzo si la mayoría de los mexicanos desea vivir en un Estado de derecho funcional, esto es: capaz de garantizar la paz y seguridad de los ciudadanos?

Hay que decir que el gobierno federal dice que sí le protegió pues había enviado a 14 elementos de la Guardia Nacional. Así mismo, aduce que el principal grupo de seguridad estaba a cargo de los policías municipales –a petición de Carlos Manzo-. No obstante, si se revisan los videos del atentado, él estaba solo. La logística de seguridad brilló por su ausencia. Y si estaba protegido, entonces, ¿no reduce al absurdo la supuesta eficiencia de la estrategia de seguridad del gobierno federal? Porque si eso es estar protegido, ¿qué le puede acaecer a cualquier ciudadano de a pie? Lo mínimo que la presidenta Claudia Sheinbaum debería expresar es: no sólo que lo lamenta y que se va a investigar; sino reconocer que su estrategia necesita ser revisada para evitar la proliferación de los delitos que continuamente afectan a la sociedad mexicana.

Por último, vale hace notar una distinción de orden lógico. La actitud de la presidenta es tender hacia la polarización. Esto implica un adoptar una actitud maniqueísta donde hay un lado bueno y un lado malo. Pero el asunto no es tan simple. Las distintas fuerzas políticas son contrarias, pero en términos del cuadro de oposición de Aristóteles, los contrarios admiten grados intermedios. Sólo los contradictorios no admiten grados intermedios. Traduzco: en el ámbito político hay pluralidad y es parte de la vida democrática. Expresar un punto de vista distinto no implica ser parte de la derecha ni estar a favor de una invasión de Estados Unidos -dadas las tensiones globales del orden mundial-.

Pero interpretar el dolor de un pueblo que sufre extorsiones, secuestros, etc., como si se tratará de un complot político para dañar su imagen, muestra a una presidenta que necesita recapacitar y escuchar a los distintos actores de la sociedad: Universidades, empresarios, Iglesias, etc. Pues, la vida es común y el pueblo de México necesita de unidad para afrontar los grandes retos del espíritu del tiempo que nos ha tocado vivir. De un modo tal que escuchemos y actuemos con respeto, pero, al mismo tiempo, implementando estrategias de seguridad que resulten más eficientes para resolver la multiplicidad de los problemas sociales, económicos, políticos y culturales de México.