Durante el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, Diana Aguiar, Jimena Díaz-Lozano y Víctor De Santiago, del C-Juven, participaron en el conversatorio “Más allá del dolor invisible”, donde abordaron los factores que pueden desencadenar depresión y comportamiento suicida, además de compartir estrategias de prevención
Más de la mitad de las personas en el auditorio levantaron la mano después de que Jimena Díaz-Lozano, psicoterapeuta del Centro de Acompañamiento y Estudios Juveniles (C-Juven), del ITESO preguntase: “¿Quién más ha sufrido depresión?”. Un ejercicio de empatía que, más que normalizar la condición, buscó mostrar que es algo real, que no tiene porqué vivirse en soledad y, sobre todo, que puede y debe hablarse.
Este fue uno de los temas centrales del conversatorio “Más allá del dolor visible: depresión y realidades de riesgo suicida”, dirigido por Díaz-Lozano, Diana Aguiar y Víctor De Santiago, psicoterapeutas de C-Juven. Con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el encuentro buscó “romper el silencio”, y generar un espacio de sensibilización para hablar abiertamente sobre los factores que pueden desencadenar la depresión y comportamiento suicida.
Subrayaron que estos aún son temas tabúes en México, lo que lleva a muchas personas a omitir o reprimir sus sentimientos. Esto dificulta que busquen ayuda, lo que puede aumentar el riesgo de enfrentar una crisis emocional mayor. “En muchas ocasiones (las personas), llevan consigo un dolor silencioso. Un sufrimiento que no siempre se nota a primera vista”, dijo Aguiar.
La depresión no siempre se manifiesta con una tristeza evidente. Puede esconderse detrás de una sonrisa, un rendimiento académico o laboral aparentemente normales, o frases como “estoy bien”. Entre los síntomas invisibles mencionaron la vergüenza, el aislamiento, el sentimiento de ser una carga y la anhedonia, que consiste en la incapacidad de sentir placer o motivación: “Una planicie emocional que, como consecuencia, puede llevar a desarrollar pensamientos como —la vida no tiene sentido—”, mencionó Díaz-Lozano.
También llamaron a cuestionarse qué tan invisible pueden llegar a ser. En una sociedad marcada por la prisa y la rutina, pareciera que no existe un momento para pensar en cómo nos sentimos. “¿Qué tanto tiempo tengo para escucharme y escuchar a otros?”, preguntó De Santiago. Frente a este panorama, señaló que una herramienta clave para la prevención es la escucha activa, no sólo hacia los demás, sino también hacia uno mismo.
Los ponentes invitaron a prestar atención a comportamientos que pueden ser señales de alerta, como el aislamiento social, los cambios de ánimo o el abandono de actividades que antes generaban entusiasmo. Señalaron que el comportamiento suicida es una problemática compleja y multicausal, es decir, que no se origina únicamente en factores individuales o de la historia personal, sino que también se entrelaza con condiciones sociales, económicas, de género y edad.
También se abordaron los efectos que pueden tener las redes sociales en el ámbito emocional. Si bien representan un nuevo espacio para la socialización, también exponen a una gran cantidad de información, que muchas veces puede llegar a ser imprecisa en temas de salud mental. Esto puede derivar en autodiagnósticos y a la toma de decisiones que no se ajustan ni ofrecen una solución real a lo que las personas están viviendo.
El evento contó con múltiples intervenciones por parte de los asistentes, quienes compartieron sus experiencias y cuestionamientos, lo que no sólo evidenció la complejidad de esta problemática, sino también el interés de una comunidad por generar redes de apoyo y buscar soluciones.
FOTO: Zyan André