Como parte de las actividades de la Clínica Nutricia ITESO, de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos, la egresada Sofía Martín del Campo Hernández impartió la charla “Nutrición y Salud Mental”
Las emociones y los estados de ánimo también se comen. Dentro de nuestro intestino hay neuronas y producimos neurotransmisores ayudados por nuestra microbiota, la cual se mantiene a través de los alimentos y nutrientes que ingerimos todos los días. Así, lo que comemos es clave para nuestro bienestar mental. 

Bajo esta premisa se llevó a cabo la conferencia “Nutrición y salud mental” como parte de las actividades de la Clínica Nutricia ITESO de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de Los Alimentos, que tuvo como invitada a la egresada de esta carrera, Sofía Martín del Campo Hernández, especialista en salud gastrointestinal y su relación con el bienestar psicológico. 

“Los principales neurotransmisores que se producen en el intestino son la serotonina, que regula nuestro estado de ánimo, hace que durmamos bien y nos hace estar estables durante el día; el GABA, que tiene efectos sobre el estado de ánimo y la ansiedad, y la dopamina, que se asocia con el placer y la motivación”, explicó la cofundadora de Simple Mind Nutrition. 

En su visita al ITESO, Martín del Campo se dedicó a explicar cuál es la relación entre nuestra alimentación y nuestro estado mental, explorando los distintos nutrientes y sus efectos, analizando casos específicos, escudriñando la conexión vital que existe entre intestino y cerebro, y mostrando cómo afecta la desnutrición a nuestra mente día a día. 

“Diversos estudios han demostrado que una buena nutrición reduce riesgos de suicidios, violencia y violación de reglas, comportamientos antisociales o vandalismo”, expresó la también egresada del MBA de la Escuela Superior de Audiencia en Francia. 

 

De acuerdo con la especialista, la desnutrición afecta en tema fundamentales del funcionamiento de la mente y que sus efectos pueden verse en funciones de cognición y dificultades de aprendizaje, en resistencia a medicamentos psiquiátricos como antidepresivos o ansiolíticos, o en la presencia de síntomas como la pérdida de peso, fatiga, debilidad muscular y falta de concentración. 

En nuestra dieta, es importante considerar nutrientes como el magnesio (presente en hojas verdes, nueces o leguminosas); el zinc (en carnes, mariscos y semillas), el hierro (en carnes rojas, frutos secos y hojas verdes), las proteínas (en carnes, pescados, huevos y quesos), la vitamina B (en huevos, lácteos y legumbres)¸ y el Omega 3 (en nueces, semillas, aguacates y pescados grasos).  

Una buena alimentación reduce riesgos genéticos de demencia, síntomas de bipolaridad, depresión y ansiedad y el síndrome premenstrual en mujeres. 

La especialista compartió que la depresión tiene un nivel de inflamación muy fuerte en nuestro cuerpo y el Omega 3 ayuda a combatirla; que el azúcar crea picos de glucosa que afectan nuestro estado de ánimo y los cambios de humor, además de crear una sensación de ansiedad y tener impactos en la memoria; o que los alimentos fritos nos hacen propensos a la adicción.  

También que es necesario moderar el consumo de cafeína, alcohol, azucares refinados y carbohidratos simples, comidas procesadas, alimentos fritos, alimentos altos en sodio, y de edulcorantes o productos light. 

“El impacto de la alimentación no es una solución mágica, pero sí es parte de un conjunto de prácticas diarias. El cuidado es más integral, en el tenemos que tomar en cuenta muchas áreas y la alimentación es una de ellas”, declaró. 

A su vez, compartió datos interesantes como el hecho de que el síndrome de intestino irritable es en gran parte un tema emocional, pues las personas que lo padecen pueden notarlo sobre todo cuando tienen mucho estrés y que para combatirlo por tanto “hay que trabajar la parte emocional, hay que ir a terapia, pero también la parte del ejercicio, que también te ayuda a generar neurotransmisores”. 

FOTO: Zyan André y Luis Ponciano