El próximo 17 de octubre se cumplen 70 años de que se publicó el decreto que permitía a las mujeres ejercer su derecho al voto en el país. Si bien ha habido cambios y avances, Azul Aguiar dice que todavía hay camino que recorrer para lograr una paridad real en la participación política de las mujeres
Si las cosas siguen el camino que parece estar ya marcado, en 2024 México elegirá a la primera mujer presidenta de su historia. Nada mal, considerando que todavía hace unos años ellas ni siquiera podían votar; no del todo bien si se revisa puntualmente el camino que queda por recorrer en cuanto a participación política. “Es un buen síntoma”, dice Azul Aguiar cuando se le pregunta sobre este escenario, y señala que uno de los retos principales es lograr que las mujeres obtengan “posiciones de poder y de decisión que siguen teniendo los hombres para así proponer otro tipo de agenda”.
El 17 de octubre de 1953 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto con el que se permitía a las mujeres ejercer su derecho al voto, mismo que ejercieron por primera vez el 3 de julio de 1955. “Se conmemora un momento en que las mujeres logran entrar a las instituciones, en este caso las electorales, para poder transformar las políticas públicas, cambiar la forma en que se conciben los derechos de las personas, específicamente las mujeres, lo que nos pone en un estatus de mayor igualdad”, dice Azul Aguiar Aguilar, académica del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO (Desoj), y explica que si bien el derecho al voto se hizo oficial hace 70 años, lo cierto es que se trata de un trabajo que se ha venido haciendo desde el siglo XVIII.
La inclusión de las mujeres en la vida política, dice la académica, es relevante por lo que implica. “Las instituciones crean reglas, y esas reglas obedecen a ciertos valores, creencias, formas de ver el mundo, y qué mejor que estas reglas obedezcan a la visión del mundo, las creencias y las percepciones no sólo de los hombres, sino también de las mujeres”, precisa.
Hoy en día parece inconcebible una sociedad en la que las mujeres no tienen derecho a algo tan normalizado como el voto. Por eso es importante no perder de vista que aun ahora hay sociedades y espacios en los que las mujeres no pueden ejercer derechos como la educación o el trabajo. También prevalecen casos en los que las mujeres ven afectado su desarrollo integral por discursos como el de la familia tradicional, la educación de los hijos o la creencia en que es a ellas a quienes corresponde hacerse cargo de los cuidados que necesitan quienes están a su alrededor. Más todavía: aunque ya han incursionado en la vida política, las posiciones de poder y de decisión siguen siendo ocupadas en su mayoría por hombres, como ocurre en las comisiones importantes de la Cámara de Diputados. “Es un cambio importante lo que hemos visto, pero no hemos logrado llegar a un punto en el que tengamos paridad en todos nuestros derechos”, dice Aguiar Aguilar.
Otro aspecto en el que es necesario avanzar, continúa Azul Aguiar, es en el “entendimiento de la igualdad y de la paridad por parte de los hombres. Son aspectos que debemos ir cambiando desde las instituciones, desde la creación de reglas. No tenemos reglas para ver cómo se van a distribuir las comisiones en la Cámara de Diputados, pero tampoco tenemos legislaciones que contribuyan a que los hombres se involucren más en tareas que han sido encasilladas como propias de las mujeres”.
Estas realidades por mejorar también permean en la estructura partidista, en la que, si bien hay más participación de las mujeres, lo cierto es que el mando sigue estando en manos de los hombres. “Las mujeres que están en la Cámara de Diputados, por ejemplo, responden a una línea política, la del partido, porque el puesto que van a tener en el futuro depende de cómo actúen o voten una iniciativa. Entonces, es importante trabajar desde la institución partidista, de cómo se toman las decisiones en el partido, y quienes toman las decisiones siguen siendo hombres”.
Ante el escenario de que llegue una mujer a la presidencia de la República, Azul Aguiar señala que muchas veces quiere exigírsele más a una política que a un político, pero afirma que, en realidad, quien asuma la presidencia desempeñará un papel similar a lo que ya se ha visto en los presidentes hombres: seguir la línea del partido, una agenda personal, afrontar presiones. En todo caso, señala, lo importante es allanar el camino para que las nuevas generaciones vean que esta alternancia, la de género, también es posible.
“Llegar a tener a una mujer en la presidencia es muy alentador, independientemente de si empuja o no una agenda de género. Es alentador porque incluso nos va a cambiar el lenguaje, y eso es importante. Nos va a quitar esa visión de que sólo un género es apto y tiene las condiciones para llegar a un puesto como ése”, dice Azul Aguiar y para concluir añade que “todavía hay luchas pendientes para que seamos más iguales. No dejo de pensar en el esfuerzo de tantas mujeres que nos precedieron y que deberíamos continuar para alcanzar derechos que todavía no tenemos”.
FOTO: Roberto Ornelas