Sergei M. Eisenstein retrata un México que, de acuerdo con su testimonio, “causa una impresión maravillosa” en la mayoría de las personas; un país “tiernamente lírico, pero también cruel”

Sergei M. Eisenstein (Unión Soviética, 1898-1948) es un caso extraordinario en la historia del cine: en él conviven, con igual rigor, lucidez y maestría, el teórico y el realizador. A inicios de los años veinte del siglo veinte se dio a la tarea, con un grupo de cineastas (entre ellos Vsévolod Pudovkin y Dziga Vertov), de pensar el cine. Eisenstein redactó ensayos y manifiestos, así como análisis profundos que ubican en el montaje (que se sustenta en la yuxtaposición de fragmentos de película) el fundamento del séptimo arte; estos textos permiten conocer su poética (proyecto creativo) y dejan claras sus posturas artísticas e ideológicas. De su quehacer teórico dan buena cuenta los libros La forma del cine y El sentido del cine; de su primera etapa como director son indispensables dos películas memorables del cine silente: El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927).

En 1930 Eisenstein llegó a México después de un paso azaroso por Estados Unidos, adonde viajó para hacer indagaciones sobre la tecnología del sonido en el cine. En el proyecto ¡Que viva México! focaliza sus afanes por estas tierras. El guion, escrito por él, se estructura en seis partes (prólogo, epílogo y cuatro “novelas”) y recoge, con aliento poético y antropológico, diversos acercamientos al país y su gente, a su historia (en particular la Revolución). Por otra parte, muestra singular interés en diversas manifestaciones festivas (como el día de muertos).

Eisenstein enfrentó dificultades económicas para terminar la filmación (que, de hecho, quedó inconclusa). Asimismo, tuvo serios conflictos con el productor, por lo que tampoco pudo llevar a cabo la edición, la cual materializó, años después, uno de sus colaboradores: Grigoriy Aleksandrov. Como en la edición se concreta el proceso del montaje, y dada la relevancia que éste tenía para el realizador, no es posible considerar la película que lleva por título ¡Que viva México! (que vio la luz en 1979) como una película de Eisenstein. No obstante, en el encuadre, la composición de las imágenes y la escenificación de la acción (cortesía de su colaborador habitual, el cinefotógrafo Eduard Tissé) queda constancia de la prodigiosa visión cinematográfica del soviético. En México su estética dejó honda huella, como es posible constatar en el cine de la época de oro: su influencia es observable en el manejo de la luz y la puesta en escena en las películas dirigidas por Emilio Indio Fernández y fotografiadas por Gabriel Figueroa.

Al final, en ¡Que viva México! queda constancia de la perspectiva que Eisenstein tuvo de México, un país que, de acuerdo con su testimonio, “causa una impresión maravillosa” en la mayoría de las personas; un país “tiernamente lírico, pero también cruel”.

En biblioteca:

  1. 7 EIS V. 1 Qué Viva México! = Da zdravstvuyet Meksika! /

Extras: Resumen argumental y comentarios de Eisenstein

Cortometraje experimental realizado en Francia; fragmento de cortometraje suizo. Ambos realizados por Eisenstein y sus colaboradores Aleksandrov y Eduard Tissé.