Tras el encierro impuesto por la pandemia, las actividades se han reanudado casi en su totalidad lo que, entre otras cosas, ha traído un aumento de automóviles en el estacionamiento del campus

Por Yeriel Salcedo Torres, profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano y colaborador de la Coordinación de Programas de Incidencia Social (COINCIDE) del ITESO

Ya regresamos al campus. Después de dos años – el primero de encierro total y el segundo de encierro parcial, perro con incertidumbre de contagiarnos – comenzamos a tener actividades presenciales casi como antes de la pandemia por el covid.

En este tiempo cambiaron algunas dinámicas de nuestras actividades cotidianas. Una de ellas, cómo nos movíamos (antes de iniciar cabe aclarar que solo el 33% de las personas de esta ciudad tienen acceso a un coche): empezamos a usar más el coche o de plano comprar uno. Si nos movíamos en transporte público lo usábamos menos o lo dejamos de usar por el miedo a los contagios. Si antes dábamos aventón lo dejamos de hacer o de pedirlo. Según datos de INEGI, a finales del año 2019 había más de 12 millones de pasajeros por mes en el transporte público y para abril del 2020, la cifra bajó a menos de cinco millones en ciudad, eso fue el inicio de un sube y baja en número de pasajeros por la ola de contagios.

Algunas personas posiblemente no regresen al uso del transporte público porque ya tienen coche o se desacostumbraron a usarlo, pero con esto vienen otras situaciones a las que llamamos externalidades del uso del coche, como congestionamientos, aumento de la contaminación del aire y de los siniestros viales, perdida de espacios públicos y naturales por construir más infraestructura como vialidades o estacionamiento, entre otras.

¿Qué relación tiene este tema con el ITESO? La semana pasada hubo un tema en las charlas de pasillo o clases: una larga fila de coches a las 9 de la mañana para entrar al campus y lo difícil que fue encontrar lugar en el estacionamiento. No digo que antes no pasaba, pero en mi percepción no era noticia o tan difícil como ahora; el covid nos cambió la dinámica de traslado al ITESO o llegó una nueva generación de personas para quienes el coche se posicionó más como la forma predilecta de moverse.

Con esto llegaron, también, las externalidades: generamos más contaminación del aire para venir al ITESO, así como congestionamientos, y se necesita más estacionamiento dentro y fuera del campus. En este tema lo complicado y para reflexionar es: el campus cuenta con 3,605 cajones. El año pasado éramos una comunidad de 14,172 personas (o bueno es que no todas vienen en coche), así que no se tiene el espacio si toda la comunidad quiere venir en automóvil, solo habría estacionamiento para el 25% de esas personas. Para tenerlo se necesitaría un edificio de dos niveles de la misma superficie del estacionamiento actual, que ya de por si abarca el 28% del campus, pasaríamos a un 84% de espacio para el coche en el campus, y, además, ¿dónde nos posicionamos ante estas problemáticas como comunidad? A nivel mundial y local ya se busca disminuir el uso del coche, como ejemplo existe el UI GreenMetric World University Rankings, donde el ITESO participa y uno de sus indicadores es cuántos cajones de estacionamiento se redujeron en la universidad al año.

No podemos venir todas las personas en coche al ITESO, no se tiene espacio y si lo buscamos perderíamos arbolado, áreas verdes o de uso común, contaminamos más el aire y aumenta nuestra huella ambiental como comunidad e individual, abonándole a la crisis climática.

El ITESO es un centro atractor de viajes donde se tienen que cambiar hábitos y realizar acciones en pro del cuidado de la madre Tierra. Desde la institución se está trabajando en proyectos para tener otras opciones para venir al ITESO, pero por el momento lo que podemos hacer es:

  • Usar las rutas de transporte universitario que tenemos, que se articulan con el Tren Ligero y hasta con el sistema de bici publica o las rutas de transporte público que pasan por avenida López Mateos.
  • Regresar o empezar a dar aventones para ir o salir del campus.
  • Usar la bici o caminar.

Ya tenemos infraestructura: paraderos para tomar el transporte universitario o esperar un aventón, estacionamiento preferencial para autos compartidos, ciclopuertos. Si empezamos podemos bajar el número de coches buscando estacionamiento y, con ello, bajar la contaminación. Con un aventón podemos evitar que vengan hasta 3 coches. Pero lo más importante, nos sumamos al cambio para una mejor ciudad, una mejor universidad y una Tierra más sana para todos los seres que la habitamos.

¿Te sumas?

FOTO: Roberto Ornelas