Angélica Flechas, fundadora y directora de la firma consultora colombiana Háptica, charló sobre cómo hacer más accesible el derecho a los no abogados.
Angélica Flechas habla rápido. Casi tanto como debería leer alguien dispuesto a leerse, digamos, los términos y condiciones de un contrato en un banco, o los de Uber o el aviso de privacidad del ITESO. Angélica Flechas también habla claro. Tan claro, que todos los conceptos que va exponiendo se encuentran en las antípodas de la claridad de esos contratos que nadie lee completos y que, cuando alguien lo intenta, termina desistiendo porque son incomprensibles: la jerga legal inunda cada párrafo y cada cláusula y, por si esto fuera poco, nunca faltan las llamadas “letras chiquitas”. Angélica Fechas es abogada y también diseñadora, y desde hace “cinco años, ocho meses y tres semanas” es emprendedora: creó Háptica, un empresa colombiana que ofrece consultorías en legal design, un concepto que viene ganando fuerza y que busca cambiarle la cara al ejercicio del Derecho.
Angélica Flechas llegó al ITESO para participar en un par de charlas y por invitación de la Ingeniería en Empresas de Servicio, como un ejercicio que busca vincular esta carrera con la licenciatura en Derecho. Y es que, cuando de cuestiones legales se trata, la experiencia de las personas no necesariamente es la mejor. Para las conferencias, Angélica Flechas compartió con estudiantes de ambas carreras su experiencia de vida. Compartió cómo, hija de un matrimonio de abogados, había ingresado a estudiar Derecho, disciplina que le apasionaba y para la cual parecía tener un talento natural. Hasta que llegó el séptimo semestre: en una clase les pidieron que diseñaran un juego para aprender la Ley 80, que legisla las licitaciones a cargo del Estado. Mientras los otros equipos hicieron juegos de preguntas y respuestas, Angélica Flechas creó Corrupto, un juego de mesa basado en otro juego, Clue, y cuyo objetivo era, a partir de pistas —fragmentos de la ley— descubrir al corrupto en la licitación. “Al término de la clase el profesor se me acercó y me dijo si podía hacerme dos preguntas. La primera era si podía llevarse el juego para explicarle a sus hijos la ley. La segunda, que cuándo le iba a decir a mis padres que en realidad quería ser diseñadora”. Aprovechando que la Universidad de Los Andes permitía cursar dos programas, se enroló en la carrera de Diseño, sin saber entonces que terminaría en la rama del diseño de servicios.
“A los que estudiamos Derecho a veces se nos olvida que el resto del ecosistema no es abogado, y mucho de lo que hacemos no considera a la persona. Al contrario: mucho de lo que escribimos les complica la vida porque es incomprensible”, dijo la abogada colombiana y añadió que esto es un gran problema porque prácticamente todo lo que hace una persona en el día está regido por un contrato legal. “Cuando prenden la luz, hacen un contrato de servicio de energía; cuando suben al camión, es más, desde que levantan el brazo [para solicitar la parada], hacen un contrato de servicio de transporte”.
El problema, detalló Flechas, es que las personas pocas veces son conscientes de esta situación y, cuando tratan involucrarse un poco más, topan con pared porque los documentos son incomprensibles. Por eso, el trabajo que realizan en Háptica tiene tres principios fundamentales: todos los proyectos llevan la consigna del ganar-ganar, es decir, que gane la compañía que la contrata y el usuario; todos los proyectos deben ser transparentes y, tercera, cumplir con el requisito de la aplicabilidad, es decir, que todo lo que se diseña en Háptica debe estar dentro del marco jurídico. Como ejemplo, contó el caso de cómo reformularon el contrato de uno de los productos de Bancolombia, haciéndolo más claro, más visual y, sobre todo, más comprensible para el cliente. “Pero no es sólo un diseño gráfico: detrás del contrato hay todo un sustento jurídico”, explicó Angélica y dijo que otro de sus principio es que “la llamada ‘letra chiquita’ debe ser la más grande, porque por lo general es la que genera más dudas en los clientes”.
El concepto Háptica tiene que ver con todo lo que percibimos a través del sentido del tacto, tal y como ocurre con la óptica (ojos) y la acústica (oído), de ahí que el lema de Háptica es “Historias con tacto”. La firma está integrada por abogados —claro está— y diseñadores —obviamente— pero también por antropólogos y psicólogos, entre otras disciplinas, porque, dijo Angélica Flechas, “no puedo diseñar diversidad si no tengo un equipo diverso”. Y diversa es también su cartera de clientes: comenzó trabajando para una farmacéutica, ha trabajado para entidades públicas, firmas de abogados, hoteles y restaurantes, entre otros. El éxito ha sido tal, que está por comenzar operaciones en México, Perú y Centroamérica.
En su charla, Angélica comparte cómo además de la licenciatura en Derecho y la maestría en Derecho Comercial terminó convertida en diseñadora de Servicios. Cómo, al final de los estudios y luego de buscar empleo, terminó inventando ella misma su trabajo. Y cómo encontró en el legal design el puente que conecta los aspectos legales con el usuario. Para terminar de poner ejemplos, compartió su visión de cómo podría ser el aviso de privacidad del ITESO luego de pasar por un proceso de legal design. Y es que, remató, “todo el mundo tiene derecho y capacidad de innovar. La ley dice qué debe pasar, pero no dice cómo. Es ese el poder que tiene el Diseño de Servicios”