Los profesores Ignacio Román y David Foust participaron en la Cátedra Konrad Adenauer, en una sesión que estuvo orientada a analizar la situación del empleo en México.
Contrario a lo que pudiera pensarse, la tasa de desempleo en México es baja. De hecho, es “muy baja”, enfatizó David Foust Rodríguez. El problema en realidad radica en la calidad de los empleos: la mayor parte de ellos se encuentran en la subocupación o en la informalidad, sin seguro social o con salarios que no alcanzan para solventar los gastos de una familia. El investigador del ITESO participó junto con Ignacio Román en una sesión de la Cátedra Konrad Adenauer, que tuvo como sede el Auditorio W del ITESO y estuvo dedicada a reflexionar sobre la situación del empleo digno en México.
El encargado de abrir la sesión fue David Foust, profesor del ITESO e integrante de la Coordinación de Investigación y Posgrados, con la ponencia “Acceso al trabajo decente para todas las personas”. Comenzó exponiendo la definición de “trabajo decente” que ofrece la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que incluye conceptos como ingreso justo, seguridad en el lugar de trabajo y protección social, desarrollo personal y libertad de expresión, entre otros. Luego, comenzó a ofrecer una panorámica de la situación que guarda el empleo en México, donde, señaló, “la seguridad social es la carencia más importante. Tenemos a más del 50 por ciento de la población sin seguridad social”.
David Foust presentó algunas cifras: aunque en el país la tasa de desocupación es de apenas 3. 3 por ciento, y la de subocupación es de 7 por ciento, la realidad es que el 57 por ciento de las personas tienen empleos en la informalidad. Además, añadió, hay una alta inseguridad laboral, lo que repercute en la calidad del ambiente de trabajo.
“Tenemos un país sin aumentos salariales, sin condiciones de higiene laboral y sin huelgas. Es completamente ilógico”, sentenció.
Por su parte, Ignacio Román, del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO, comenzó poniendo sobre la mesa el Artículo 123 de la Constitución, según el cual “toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil” y luego tomó la definición de la Ley Federal del Trabajo que describe el trabajo digno como aquel que “respeta plenamente la dignidad humana del trabajador” y en el que no hay discriminación, tiene acceso a la seguridad social y a un salario remunerado, cuenta con capacitación continua y se desarrolla en espacios óptimos.
Puso como referente el modelo de la Economía Social de Mercado, que contempla contratos colectivos, derechos de huelga, cogestión, seguro de desempleo, entre otros elementos, y luego lo comparó con el mercado mexicano, retomando las cifras de ocupación ofrecidas por David Foust.
Además, añadió, acá hay “jornadas extremas que se traducen en incompatibilidad con tiempos para la vida personal y familiar; la eventualidad y la subcontratación están formalizada; hay corporativismo sindical y ausencia de consejos económicos y sociales efectivos”.
Según Ignacio Román, para que el escenario se modifique es necesario “cambiar y pasar de una cultura laboral a una cultura empresarial; cambiar la política económica y ver el empleo no sólo como un trabajo; retomar el papel de los sindicatos y que haya una regulación y defensa de los derechos laborales”.