El carácter jesuítico de los PAP es el tema que reunirá a José Martín del Campo, SJ y José Morales, SJ, el jueves 17 de marzo en la biblioteca.

 Los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) del ITESO que tienen una intencionalidad ignaciana contagian a quienes los cursan de un virus y los abre a otra realidad: la de los campesinos, los indígenas o los migrantes, afirma José Martín del Campo, SJ, profesor del Centro Universitario Ignaciano (CUI).

Migrante en San Luis Potosí

Migrante en San Luis Potosí

“Se quedan inquietos en la cuestión social, inclusive algunos terminan la carrera y regresan al lugar”, señala.

Martín del Campo habla desde la experiencia que tiene en los PAP del CUI, donde se les hace ‘marcaje personal’ a los alumnos. “Sí se logra esa formación de apertura a la situación tan terrible que estamos viviendo en México; en su corazón traen una inquietud de no vivir en una situación de inconciencia social”.

El carácter jesuítico de los PAP –que este año cumplen una década– será el tema del ciclo Pensamiento Jesuita de este jueves 17 de marzo, en la que conversarán Martín del Campo y José Morales, SJ, Rector de la universidad, moderados por Mónica Solórzano, coordinadora de dichos proyectos (pap.iteso.mx). La cita es a las 18:00 horas en la terraza de la biblioteca Doctor Jorge Villalobos Padilla, SJ.

“Los PAP –los cuales llegaron a sustituir el Servicio Social– tienen una intencionalidad ignaciana. Nace de una de las Orientaciones Fundamentales del ITESO relacionada con el compromiso social”, cuenta Martín del Campo, quien añade que ese compromiso es una de las características de la espiritualidad de la Compañía de Jesús.

En este tiempo, el CUI ha trabajado con diversas organizaciones en varios puntos del país, como la Casa de la Caridad Hogar del Migrante en San Luis Potosí, la emisora campesina Radio Huayacocotla en Veracruz, la construcción de viviendas en Las Varas, Nayarit, o la asociación Hábitat para la Humanidad.

“Están orientados a adquirir una cualificación ignaciana, a hacer hombres y mujeres para los demás con una preparación mucho más en contacto con la realidad”.

Estos proyectos constan de una etapa formativa relacionada con la espiritualidad ignaciana, la cual se imparte a los estudiantes antes de que vivan en el escenario donde aplicarán los conocimientos adquiridos en su carrera.

“Es un choque cultural muy fuerte, pero les queda como conocimiento de que México no es su barrio, que el ITESO no es México”. Uno de los principales resultados de estas experiencias, subraya, es que los universitarios “se quedan viruleados de realidad social”. Foto Pepe Barba