Alejandro Pliego, responsable de Actividad Física y Salud del ITESO, recibió un premio a su trayectoria, durante el Congreso Internacional Avances en Medicina del Hospital Civil.

A sus 15 años, Alejandro Pliego comenzó una fructífera carrera en el salto de altura que lo llevó a ser campeón nacional en 1984, a ser seleccionado en los centroamericanos juveniles y mayores, a obtener la medalla al Mejor deportista de Guadalajara en 1985 y a obtener el récord jalisciense en salto de altura: 2.12 metros, marca aún vigente.

Alejandro Pliego, experto en actividad física y salud

Alejandro Pliego, experto en actividad física y salud

Acostumbrado a competir, concebir el deporte desde otra perspectiva parecía algo muy difícil para el espigado y joven atleta.

“Si alguien me decía que salía a caminar para ejercitarse, yo le hacía una trompetilla”, recuerda, mientras simula hacer una fanfarria en clara muestra de desaprobación.

Alejandro se empezó a preparar para cuando llegara el retiro. Estudió Medicina en la UdeG y viajó a Alemania para hacer su especialidad en medicina del deporte con un objetivo en mente: trabajar con deportistas de alto rendimiento. Al llegar allá, se abrió un mundo diferente.

“El instituto donde estaba tenía dos ramas: atender deportistas de competencia y actividad física para la salud”, explica Alejandro. Y ahí le tocó conocer el otro lado de la moneda.

Empezó a trabajar con un grupo de pacientes post-infartados, diabéticos e hipertensos que utilizaban el deporte como parte de su rehabilitación.

“Me di cuenta que para mí ya era mucho más atractiva la actividad física que el deporte competitivo”

“Pacientes de 70 años con los que me iba a esquiar y lo hacían mejor que yo a mis 28, mientras que acá en México todos tenían a los enfermos ahí sentados, sin moverse y con sus pastillas; me hubiera gustado que los cardiólogos mexicanos vieran eso”.

Regresó a su país para trabajar como médico del equipo profesional de básquetbol de la UdeG, pero la primera oportunidad de introducirse a la activación física de manera masiva llegó con un proyecto para el Parque Agua Azul.

“Ese fue mi laboratorio, tenía gente de todo tipo: gordos, enfermos, personas de la tercera edad y jóvenes”, rememora.

“Había un señor de 67 años, arrítmico, diabético y con fractura en las dos tibias. Al llegar, sus hijos tenían que bajarlo del carro; con el paso del tiempo el señor se bajaba del coche casi saltando. Con este tipo de casos me di cuenta que para mí ya era mucho más atractiva la actividad física que el deporte competitivo”.

Pasaron los años y, en 2005, llegó al ITESO con la consigna de poner en movimiento a la universidad. Hoy podría decir “misión cumplida”, pues de 2006 a 2015 el número de usuarios de los servicios que tiene el Centro de Educación Física y Salud Integral (deporteysalud.iteso.mx) pasó de 2 mil 600 a 8 mil 600.

Pero Alejandro quiere más: que sean más constantes y que quienes no hacen absolutamente nada se empiecen a activar. Foto Fernanda Jiménez