El Proyecto de Aplicación Profesional “Regeneración social del espacio público” colaboró con mujeres que forman parte del “Voluntariado Estamos Contigo” para transformar un espacio dispuesto para el encuentro.

Una cancha de futbol rápido, un perímetro de juegos infantiles, un arenero infantil; sobre otras arenas, un espacio con aparatos para ejercitarse. El conjunto suena adecuado para un parque. En la colonia Guayabitos, en las faldas del Cerro del Cuatro, no hay muchos parques ni plazas y en algunos tramos tampoco hay calles, por eso encontrar un sitio con esta infraestructura resulta extraordinario. “¡Figúrese! Cuándo nos íbamos a imaginar estos aparatones aquí”, exclama Jesús Escobedo, un habitante del barrio de 82 años de edad.

El espacio se llama Plaza San Antonio de Padua y está adjunto al atrio de la parroquia del mismo nombre, entre la Privada Xóchitl, la calle Juan de la Barrera y la avenida Cuyucuata, en una colonia del sur de Tlaquepaque que, sin ser pobre en extremo, sí acusa sequedad y desidia de las autoridades.

Aquí ocurrió algo bueno, tras un camino de casi cuatro años, que comenzó en el otoño de 2016.

Un grupo de cuatro estudiantes de Arquitectura —Daniela Kríticos, Fabiola Obando, Georgina Díaz y José Díaz—, integrantes del Proyecto de Aplicación Profesional “Regeneración social del espacio público”, escuchó, interpretó y trabajó junto a un grupo de mujeres que buscaba mejorar la calidad de los poquísimos espacios del barrio y tenía grandes ideas para hacerlo.

Las mujeres forman parte de la asociación civil Voluntariado Estamos Contigo, cuyo trabajo, desde hace 15 años, ha consistido en la organización colectiva para mejorar las condiciones en las colonias de la zona.

El acompañamiento de los profesores Raúl Díaz, Iván Pelayo y Samuel Alatorre, del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano, incluyó el diagnóstico y diseño participativos entre los habitantes de la colonia Guayabitos, estudiantes y docentes, la historia acabó en una propuesta de diseño: una plaza abierta hacia afuera y hacia adentro, con áreas para deporte y convivencia social.

El proyecto se le entregó a la administración municipal en turno y se apagó cuando las autoridades cambiaron.

La historia no acabó ahí. El profesor del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (Cifovis), José Bautista, relata que el ITESO retomó el trabajo colaborativo con el voluntariado que, el 8 de marzo de 2017, decidió hacerle la solicitud formal de la remodelación del espacio a la alcaldesa de Tlaquepaque, María Elena Limón, a quien le pidieron que incluyera el proyecto en su presupuesto de ese año.

En el camino hubo trabas. El 26 de marzo de ese año, durante una junta de la comunidad, un vecino se opuso a la obra porque, argumentó, no era prioritaria. Más tarde, se dijo propietario del terreno donde se ubicó el proyecto de mejoramiento. Lejos de apagar el ánimo de las promotoras, el hecho las animó a continuar: ellas y sus vecinos habían decidido el destino del área. Primero, investigaron que el espacio pertenece al municipio —y con ello a sus ciudadanos y ciudadanas—. Luego, visitaron casa por casa a los vecinos de la colonia y obtuvieron 892 firmas de apoyo, que le entregaron a las autoridades de Tlaquepaque, el 30 de mayo de 2017.

El ITESO acompañó estos procesos.

A finales de ese año el Cabildo aprobó la inversión de casi dos millones de pesos para la remodelación de la plaza de San Antonio de Padua, cuyas obras comenzaron a mediados de 2018, con base en el proyecto de los estudiantes de Arquitectura del ITESO.

El martes 26 de febrero las autoridades inauguraron el espacio público, que forma parte del Programa Integral San Alfonso de Polanco, explicó el profesor Héctor Morales, también del Cifovis, quien es el coordinador actual del programa.

¿Qué sentirán las y los autores? ¿Qué sentirán las mujeres que lograron su propósito? Ese martes, Jesús Escobedo, el anciano, suspiró. Tuvo que vivir años y años en la colonia para ver algo así, dijo: “Ahora hay que cuidarlo”, se propuso.