Ante la baja de inscripciones a las clases de danza y de teatro, las profesoras del ITESO idearon cómo armar, con pedazos de duela, pequeños escenarios individuales que enviaron a las casas de las alumnas, con lo que mejoraron la experiencia de la clase virtual.

POR IVANY ROMÁN

Desde el inicio de la pandemia hemos sorteado obstáculos para llevar las clases y el trabajo al modo distancia. A veces, recreamos los escenarios que teníamos antes, adecuando nuestros espacios para sentirnos, un poquito, como en el aula y romper el desánimo que como estudiantes tenemos por la manera en que ahora son las cosas. Las clases de Arte y Cultura son un ejemplo esperanzador, y les voy a contar por qué. 

La coordinadora de las materias de Artes Escénicas (danza y teatro), Nancy Sámano, menciona que al inicio de la virtualidad existió una baja en estas asignaturas, justamente porque no serían presenciales. Las estudiantes, desanimadas, no se inscribieron pues no podrían tomar la clase en el salón de danza de la universidad ni realizar trabajos de manera colectiva.  

Nancy explica que “las artes escénicas son una disciplina que, a diferencia de otras, son muy colectivas, pues involucran un trabajo en equipo constante, comunicación. Además, las artes escénicas necesitan también de un espectador”. 

Con este escenario adverso a cuestas las maestras se pusieron creativas y trabajaron una buena estrategia para llevar estas materias de manera virtual e integrar la experiencia del salón de danza, del trabajo en equipo y de la audiencia que requiere una clase de danza o de teatro. 

Lograron integrar ejercicios coreográficos a través de videoconferencias en las que las alumnas presentaron sus coreografías a cuerpo completo, para que recibieran retroalimentación sobre sus posturas y movimientos.  

La parte del contacto físico sigue siendo un reto, Nancy Sámano cuenta que ha sido frustrante, pero siguen buscando posibilidades para que las alumnas experimenten, desde sus casas, la implicación de una clase de danza o de teatro.  

En una conversación entre Nancy y Bernardo González Huezo, el director del Centro de Promoción Cultural, en la que soluciones para motivar a las estudiantes para continuar con sus clases, idearon un movimiento práctico para la clase de ballet: conseguir pedazos de duela que sirvieran de piso para que cada alumna tuviera un pequeño salón de danza. 

En ese momento salió a escena Marianne Alarcón, quien se vio ante la dura decisión de cerrar su escuela y desmantelar el taller de su academia. La duela se obtuvo de ahí. Luego, la Oficina de Servicios Generales del ITESO agregó barras individuales de ballet con las que se crearon pequeños sets, mismos que fueron enviados a las casas de las alumnas. 

“Hemos encontrado ventajas en esta decisión en medio de la virtualidad, pues estas duelas, después cuando volvamos a lo presencial, podrían utilizarse como un escenario al aire libre en las instalaciones del ITESO”, mencionó Nancy. 

Todo esto sirvió de gran motivación para las maestras y las alumnas, pues al tener el material, aparte de sentir de mejor manera la disciplina de manera virtual, que cuiden sus cuerpos, amortiguar los saltos, tener buen desplazamiento, entre otras ventajas, fue emocionante, pues, sintieron un “pedazo de ITESO”, que significa que la universidad más allá del campus busca que nosotros, como estudiantes, tengamos confianza de que nos están esperando, que buscan creativamente mejorar nuestras experiencias de clase, y eso nos da esperanzas a un regreso. 

Después de obtener la duela, la Oficina de Servicios Generales agregó barras individuales de ballet para crear los sets que se enviaron a las alumnas.