En el marco de los festejos por el Día del Maestro, Martha Leticia Carretero Jiménez y Alek D’Urquiza recibirán el nombramiento como profesora y profesor numerario, respectivamente
Alek D’Urquiza, con una trayectoria de más de 18 años de enseñanza en el ITESO y quien se dice “motivado, feliz y agradecido con el Consejo Universitario con el nombramiento”, y Martha Leticia Carretero Jiménez, actual coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano, con 30 años de trayectoria académica y quien señala que lo más importante «es que se pueda reconocer, a través de mi persona», las aportaciones que el desarrollo humano hace a la sociedad, serán distinguidos este año con el nombramiento de profesores numerarios.
“Quien más ha aprendido en este tiempo he sido yo”
Por Édgar Velasco
Como un reconocimiento a su “significativa trayectoria profesional y académica”, por su “sobresaliente desempeño como profesor” y porque es considerado “como un referente por la comunidad universitaria en virtud de su compromiso con el ITESO y sus Orientaciones Fundamentales”, Alek D’Urquiza forma parte del grupo de académicos que ha recibido el nombramiento como profesor numerario, acto que se realiza cada año en el marco de las celebraciones por el Día del Maestro.
Alejandro D’Urquiza Díaz (Guadalajara, 1977) es egresado de la licenciatura en Ingeniería Ambiental del ITESO y cursó la maestría en Modelación de Sistemas Ambientales del Tec de Monterrey. Es docente en el ITESO desde hace 18 años y medio y compagina su faceta como docente con su ejercicio profesional en la transnacional Nike, donde se desempeña en el área de sustentabilidad. Desde 2008 es profesor titular en la Universidad.
“Estoy motivado, feliz y agradecido con el Consejo Universitario por el nombramiento, así como con el apoyo que siempre he recibido del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (PTI) y tantas otras personas de la Universidad”, comparte Alek, como es conocido desde hace muchos años, al expresar los sentimientos que ha venido experimentando desde que se hizo oficial su nombramiento.
Para contar cómo inició su labor docente, Alek —nombre inspirado en Alec Guinness, actor que interpretó a Obi Wan Kenobi en Star Wars: una nueva esperanza— se remonta a sus años de estudiante, cuando egresó del ITESO. “En ese entonces creía que el ITESO me había quedado a deber en dos materias. Cuando comencé a cursar la maestría, descubrí que se me hacía muy fácil gracias a la formación que había recibido en la licenciatura. Eso me permitió negociar algunos proyectos finales para relacionarlos con dos temas que me interesaban: calidad del agua y riesgos ambientales. Cuando regresé al ITESO para dar clases, mi idea era trabajar en las materias que según yo me habían quedado a deber”, relata y añade que en un principio no pudo impartir esas materias, pero fue mejor. “Desde el principio el ITESO me ha dado carta blanca para las materias que me ha confiado, para construirlas desde cero según mi visión”.
¿Cuál es esa visión? Una que, por un lado, fortalece la parte de las matemáticas para que éstas puedan aplicarse y sirvan para analizar situaciones complejas de la vida real, así como para la toma de decisiones de manera informada.
D’Urquiza tiene cinco asignaturas a su cargo: Modelos de Calidad del Agua, Modelos Matemáticos Avanzados de Calidad del Agua, Seguridad Industrial y Ambiental, Gestión de Proyectos Ambientales y Riesgos Ambientales. Como están distribuidas a lo largo de toda la currícula de la licenciatura, “veo cómo las y los alumnos cambian de semestre en semestre y eso me da una ventaja para conectar materias y que ellos puedan ver cómo el conocimiento se relaciona con los aprendizajes en diferentes momentos”.
Sobre su experiencia como profesor en el ITESO, destaca la búsqueda de la mejora continua que alienta la universidad, lo que ha propiciado que, “como maestro, quien más ha aprendido en todo este tiempo he sido yo”. Para Alek D’Urquiza es muy importante el sentido de comunidad que se transmite al estudiantado, ya que eso permite que las y los alumnos “se sepan parte de un todo, de una comunidad”.
Padre de un hijo y una hija, comparte su anhelo de que un día sus hijos se sientan orgullosos de la manera en que ha llevado su trayectoria profesional, en la que ha priorizado la importancia de “avanzar sin opacar a los demás y encontrar el equilibrio entre el desarrollo profesional y lo que la sociedad necesita”.
En la semblanza que se preparó para el nombramiento como profesor numerario se enuncia que la labor de Alek sobresale por “su apoyo en los procesos de actualización del programa de estudios en la Unidad Académica de Ciencias del Ambiente. Alek destaca como un docente serio, que centra su propuesta educativa en el aprendizaje significativo de sus estudiantes; su dedicación al alumnado es excepcional. Los resultados cuantitativos. Es reconocido por el cuerpo docente y, particularmente, por el alumnado, prueba de ello son las numerosas ocasiones que ha sido elegido padrino de generación; es una persona con gran calidad humana”.
Una utopía que se volvió realidad
Por Teresa Sánchez Vilches
La utopía que desde niña tuvo Marlé (como la llaman desde pequeña) se cumplió en 1992 en el ITESO, cuando ingresó como alumna a la Maestría en Desarrollo Humano. Su sueño era —es—, que se puede vivir en comunidad, con oportunidades muy similares y con acciones para el cuidado colectivo, el crecimiento y el disfrute de la vida para todos.
A lo largo de 30 años, Martha Leticia Carretero Jiménez ha destacado como docente de asignatura y de tiempo fijo la universidad jesuita. Desde 2018 es la coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano, el posgrado más antiguo de esta casa de estudios (1976).
El pasado 6 de abril, el Consejo Universitario tomó la decisión de entregarle la distinción como profesora numeraria, en consideración a su amplia trayectoria académica, su desempeño sobresaliente y luego de ser reconocida por colegas y miembros de la comunidad universitaria, en virtud de su compromiso con el ITESO y sus Orientaciones Fundamentales. Para esta decisión, se destacó su entrega y su dedicación al proyecto académico, su congruencia profesional y su vocación y cercanía con las personas, así como su visión y capacidad de gestión como coordinadora de este posgrado, y la forma en que ha logrado revitalizar el programa y darle una mayor visibilidad e impacto social. La académica ha participado en al menos tres actualizaciones del plan de estudios de esta maestría.
Marlé vivió su infancia en Atenquique, una población de Jalisco que está camino a Colima, donde hay una fábrica de papel. Es todo lo que hay. Así que todos los papás trabajaban en el mismo lugar. Había una sola escuela a la que todos los niños asistían y un mismo cine en el que todos se encontraban.
Las casas son propiedad de la papelera, así que nadie era dueño de su casa en realidad. Los niños andaban en el parque, en las veredas, todos los conocían y las puertas de todas las casas estaban abiertas. Si un niño tenía sed, tocaba en alguna casa, pedía agua y lo atendían con gusto. Marlé vivió en una comunidad en la que confiaba y cuyos integrantes la cuidaban.
Sus papás vivían rodeados de amigos con quienes se divertían, aprendían y se apoyaban. Eran ingenieros, administradores. Todos coincidían en edad y trabajaban en el mismo lugar.
Doctora en Ciencias la Educación por la Universidad de Santander (2015); maestra en Desarrollo Humano por el ITESO (1990), y licenciada química farmacobióloga por la Universidad de Guadalajara (1984), cuenta que todas aquellas experiencias le enseñaron que todos los seres humanos pueden tener oportunidades iguales y que son iguales, que se puede vivir en comunidad de manera muy satisfactoria.
Cuando cursaba el quinto de primaria su familia se mudó a Guadalajara. Su vida tuvo que cambiar: ya no estaba en la comunidad en la que creció, en la que podía confiar en cualquier integrante.
Escuchar y acompañar
Desde que dirige la Maestría en Desarrollo Humano, la principal preocupación de Marlé es encontrar herramientas que aporten a las respuestas para los conflictos sociales de esta época, que mucho tienen que ver un con un tejido social roto.
“Para mí, el desarrollo humano sí fue un parteaguas”, recuerda a propósito de su experiencia en el ITESO. “Encontré un lugar donde yo podía vivir y aportar a otros eso que para mí era muy importante, con lo que yo crecí. Fui descubriendo que el desarrollo humano aporta algo muy importante y muy serio que favorece esta reconstrucción del tejido social, el fortalecimiento de los vínculos, las habilidades para llegar acuerdos, que no sean violencia”.
Al comparar sus preocupaciones actuales con las que tenía al inicio de su carrera, Marlé recuerda: “Cuando yo era estudiante el foco era mucho cómo ayudar a que cada persona pudiera ser ella misma: cómo hacer para, realmente, hacer mi vida y poder llevar una relación con las personas que quiero que sea satisfactoria. No recuerdo que se retomara la problemática social. Era un trabajo personal, familiar, había un diplomado en desarrollo humano y en ese diplomado había personas que iban a las comunidades a favorecer espacios. Nosotros teníamos trabajos en el Cerro del 4, pero era como trabajo extra.
“Con el tiempo, al programa se fue incorporando todo este eje de asignaturas para acompañar a los alumnos para que llevaran a cabo un proyecto de intervención. Se empezó a integrar una visión un poco más social. Hoy, por todos lados ponemos énfasis en ver la violencia, la polarización, la exclusión; hoy los proyectos de desarrollo humano deben responder a una problemática social clara y pertinente, delimitada. Lo que aportamos desde el desarrollo humano me parece muy valioso: son herramientas y acciones para favorecer la vinculación, la capacidad de diálogo, la capacidad para poder mirar al otro y respetarlo. Necesitamos mirarnos nosotros para poder mirar al otro. Aprender a escuchar, que no es poca cosa”.
Los retos que Martha Leticia Carretero enfrenta hoy como profesora también son distintos: “Ahora es más difícil. Antes por las personas venían más dispuestas al trabajo personal. La maestría tenía un sello muy fuerte en ese sentido, y en el desarrollo personal. Ahora veo que hay mucha vulnerabilidad de todos, de los profesores, de mí misma, y de los alumnos. Veo que tenemos poca tolerancia al trabajo personal, a escuchar al otro realmente. Como profe, yo antes me vivía con más certeza de que las personas, mis alumnos adultos, confiaban en mí. Tenía que ganarme la confianza y generar un ambiente de confianza en el grupo; pero ahora se me hace que ahí hay una intolerancia, una falta de confianza básica en el otro; estamos más sensibles. La pandemia debe de tener mucho que ver”.
Marlé repasa algunas de las razones que pudo tener para dedicarse al desarrollo humano: “Siempre anduve en proyectos sociales de apostolado”, recuerda. “A partir de grupos juveniles de la iglesia. Andábamos en eso desde la prepa. Mi papá nos inculcó mucho la solidaridad, la atención a los otros. Cuando entré a la maestría, para mí ya fue como profesionalizar lo que yo hacía”. ¿Y por qué el ITESO? “Cuando era adolescente platicaba con una amiga de la familia; decía: ‘Voy a platicar con ella porque me aclara cosas’. Ella entró a esta maestría y me empezó a decir: ‘Mira, lee esto, toma esta lectura’, y me empezó a interesar. Aquí encontré herramientas más claras y fundamentadas para todo lo que estábamos haciendo en los apostolados”.
El gozo de una vocación
“Hay cosas de la docencia que disfruto muchísimo”, afirma Marlé. “Poder acompañar a otras personas a que hagan lo mismo que yo es como multiplicar. Es diferente hacer algo sola a poder acompañar, por ejemplo, a nueve de mis alumnos a que hagan un trabajo similar. Y además puedan consolidarlo y aprenderlo y darse cuenta. Eso para mí son como pequeños pedazos de cielo, o cuando van encontrándose a sí mismos. Cuando, gracias a mi labor, las personas descubren su valor, sus habilidades y además sus herramientas para apoyar a otros, para mí eso es maravilloso”.
A propósito de la distinción que recibirá en ocasión del Día del Maestro, explica: “Lo más importante es que se pueda reconocer, a través de mi persona, todo este camino que hemos recorrido. Que se hable de lo que este equipo de personas estamos convencidas. Que las aportaciones que el desarrollo humano hace a la sociedad se vean. Yo trabajo en equipo, por eso este reconocimiento es para todos los que hemos caminado por aquí”.